La evolución del género humano en cuanto a su capacidad de generar sinergias, una de las cuales se ha definido como sociedad, ha logrado extraordinarios avances en la ciencia y la tecnología, y al propio tiempo, en razón de sus limitaciones intrínsecas, también ha provocado contradicciones y desigualdades.
Se podría afirmar, como lo señala La Carta de la Tierra, que los seres humanos se encuentran inmersos en una crisis de la civilización, que trastoca todas las esferas del ser y del quehacer en lo individual y en lo colectivo. De ahí que es viable inferir que el mayor reto que deben enfrentar los hombres y las mujeres, radica en modificar la inercia de los paradigmas.
En el tema de la economía, la pasada crisis financiera mundial, aún muy lejos de quedar superada, pone a la vista una ineludible lección que obliga a una seria y profunda revisión de los esquemas del crecimiento económico y su vinculación con el desarrollo.
Por más que se argumente en contra, los modelos económicos ya no responden a la realidad, y se han quedado en meros discursos gubernamentales, faltos de sensibilidad política, visión periférica, y muy alejados de lo que sucede diariamente en el interior de las empresas y de los hogares.
La reciente y criticada afirmación del secretario de hacienda, respecto a que con un salario de seis mil pesos, una familia puede sufragar sin problema alguno el pago de la letra de su vivienda, de su vehículo y la colegiatura en escuelas particulares, y su aclaración en el sentido de que se le había malinterpretado, no fue una simple y desafortunada expresión, sino el reflejo de una concepción equivocada de la realidad económica del país.
Baste señalar que no hay manera de hacer comprender al gran recaudador, a pesar de la insistencia e innumerables pruebas, que el mejor contribuyente es aquel que tiene una actividad económica sana, rentable y productiva. Aún permanece el paradigma, sin duda porque es la fórmula más sencilla que no requiere de mucha materia gris, de que la vía recaudatoria más efectiva es el aumento de impuestos.
Aceptando sin conceder, que lo anterior es cierto, toda vez que la caja registrará un ingreso, esta medida en el corto plazo sólo inhibe, frena y obstaculiza cualesquier planteamiento a favor de la reactivación productiva. Vamos, ni siquiera lo recaudado será significativo comparado con el eminente círculo vicioso que se incuba.
En aquellas sociedades que han logrado conformar una visión sostenida de su economía, han declarado que el soporte de tal crecimiento está en concebir que el mejor causante es el que genera empleo, el que mantiene una planta productiva sana financieramente, estable en su productividad y accede a los mercados en las mejores condiciones, todo ello sin importar su tamaño.
En consecuencia, los gobiernos asumen su papel de promotores e impulsores de las iniciativas emprendedoras, establecen políticas públicas de fomento a la productividad de las empresas con un portafolio específico y expedito de estímulos fiscales
Una eminente mejora regulatoria que simplifica toma de decisiones, trámites y servicios gubernamentales, y reglas simples para acceder a una amplia gama de fondos públicos y privados que van desde diferentes figuras financieras hasta recursos para innovación tecnológica. Insistimos, sin importar el tamaño, rango o giro de las empresas.
El marco estratégico de esta orientación de la economía, no sólo tiene que ver con el crecimiento de las actividades productivas, se inscribe en el principio de una planeación sustentable integral.
Esto significa, que todos los planes, programas y acciones del sector público contribuyen a generar confianza y certeza jurídica, social y familiar, toda vez que las empresas, por su propia dinámica, activan una distribución racional y equitativa del circulante, incrementando así la adquisición de insumos, materias primas y mercancías en el mercado local, que en cadena mejora la oferta y demanda de bienes y servicios para la población.
En este esquema de ganar – ganar, la recuperación de la credibilidad en las instituciones, en la sociedad y la confianza de estar construyendo un mejor futuro y oportunidades para todos, empezando por la propia familia, es sin duda, el mejor cimiento para una sociedad que aspira a erradicar la violencia, la criminalidad, la inseguridad y las presiones propias de un mundo acelerado.
La polarización de la sociedad que provoca cada día una mayor presión, conduce inevitablemente a la toma de posiciones radicales, impotencia expresada en acciones antisociales y destructivas.
La explosión de la inconformidad, de la frustración, del hartazgo impositivo de gobiernos insensibles y totalitarios, está a la vista. El caso de los países árabes, y en particular el fenómeno psicosocial de su expansión, es un indicio que se puede repetir en aquellas naciones que, desde la perspectiva ciudadana, perciben que en el día a día las puertas se cierran y el horizonte es poco promisorio.
No podemos menos, que voltear la mirada hacia lo propio, reflexionar sobre el rumbo que debemos tomar como quintanarroenses, e insistir en todos los foros y ámbitos que estén a nuestro alcance: cambiemos paradigmas.
*Mario Rendón Monforte. Presidente del Consejo Consultivo de NAFINSA en Quintana Roo. Ex Presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Quintana Roo con sede en Othón P. Blanco Chetumal. Director Gral. de Cuauhtémoc Moctezuma de Chetumal.