{"id":31691,"date":"2022-01-14T10:00:00","date_gmt":"2022-01-14T10:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/grupokankun.com\/?p=31691"},"modified":"2022-01-11T03:19:57","modified_gmt":"2022-01-11T03:19:57","slug":"la-generacion-de-los-hijos-comodos","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/la-generacion-de-los-hijos-comodos\/","title":{"rendered":"\u201cLa generaci\u00f3n de los hijos c\u00f3modos\u201d"},"content":{"rendered":"

Por temor o por cambios culturales propios de la \u00e9poca, la clase media pr\u00f3spera tiende a criar hijos con exigentes est\u00e1ndares de consumo y escasa inclinaci\u00f3n al esfuerzo<\/strong><\/p><\/blockquote>\n

Estamos formando a j\u00f3venes demasiado c\u00f3modos, poco habituados al sacrificio y sin experiencia para enfrentar desaf\u00edos? Es una pregunta para padres de la clase media acomodada, la que llega a fin de mes y tiene margen para el ahorro y el consumo.<\/p>\n

Es una pregunta que involucra a una franja de chicos y adolescentes privilegiados, pero que son -precisamente por eso- los que mayor responsabilidad tendr\u00e1n en el futuro.<\/p>\n

Una conjunci\u00f3n de factores globales y locales ha transformado en pocos a\u00f1os muchos rasgos fundamentales de la relaci\u00f3n entre padres e hijos.<\/p>\n

La tecnolog\u00eda ha metido una cu\u00f1a en ese v\u00ednculo, pero tambi\u00e9n la modificaci\u00f3n de los h\u00e1bitos de consumo (con una mayor accesibilidad a determinados bienes que ha exacerbado el consumismo<\/a>); la \u201cdemocratizaci\u00f3n\u201d de los v\u00ednculos entre chicos y adultos; la puesta en tela de juicio de los modelos de crianza; el quiebre de la autoridad docente.<\/p>\n

Tambi\u00e9n han influido cierta flexibilizaci\u00f3n de las costumbres sociales (con muchos cambios francamente positivos) y el reemplazo de dogmas e imposiciones por reglas que muchas veces son tan flexibles que terminan siendo confusas.<\/p>\n

Tambi\u00e9n influye el miedo. Hoy hay una generaci\u00f3n de padres temerosos porque el espacio p\u00fablico se ha vuelto extremadamente hostil, los peligros acechan en cualquier esquina y los riesgos adquieren, en distintos planos, una escala mucho mayor.<\/p>\n

Eso lleva a una vocaci\u00f3n m\u00e1s protectora de los chicos. Intentamos resguardarlos, y quiz\u00e1 los metamos en una especie de burbuja. Empujados por el fracaso de la escuela p\u00fablica, los llevamos a escuelas privadas que se parecen, al menos algunas de ellas, a \u201cescuelas-burbuja\u201d, con poblaciones homog\u00e9neas, que quiz\u00e1 nos den mayor tranquilidad, pero que privan a nuestros hijos de la diversidad.<\/p>\n

Los privan del aprendizaje y del desaf\u00edo de convivir con realidades distintas de la de ellos.<\/p>\n

\"hijos\"<\/p>\n

Criamos, as\u00ed, chicos demasiado instalados en sus zonas de confort. Tambi\u00e9n por miedo nos cuesta soltarlos. Los llevamos y los traemos a todos lados; nos atemoriza que tomen el tren o vuelvan caminando.<\/p>\n

Son chicos que han dejado la bicicleta en el ba\u00fal de los juegos infantiles y que casi la desconocen como medio de transporte. En calles salvajes como las que transitamos, nos tranquiliza que sea as\u00ed.<\/p>\n

Son chicos que al sacar la licencia de conducir (a los 17, no a los 18, como antes) creen que viene incorporada con el derecho a usar el auto. Les cuesta asimilar la diferencia entre tener licencia y tener auto.<\/p>\n

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\u00bfHacerle la vida m\u00e1s f\u00e1cil a tus hijos arruinar\u00e1 su futuro?<\/a><\/h5>\n
Regalando Alas a nuestros hijos<\/h5>\n

La licencia se obtiene con pr\u00e1ctica y estudio; la tenencia de un auto exige demostraciones de responsabilidad, deberes, obligaciones, capacidad de afrontar gastos. \u00bfSon nociones que tienen claras los adolescentes de clase media acomodada?<\/p>\n

Son hijos de una generaci\u00f3n que encuentra m\u00e1s accesible viajar al exterior. Se han acostumbrado a que las vacaciones de invierno sean una marat\u00f3n de costosa hiperactividad.<\/p>\n

Esto es -entre otros factores- consecuencia de que a nadie se le ocurre dejar que los chicos jueguen en la calle o pierdan el tiempo en la esquina. Hay que armarles programas que los entretengan porque afuera todo es peligroso.<\/p>\n

Pero el fen\u00f3meno es m\u00e1s complejo. Somos una generaci\u00f3n de padres culposos, a los que nos cuesta poner l\u00edmites y que no logramos acuerdos ni alianzas entre adultos. La desconfianza atraviesa el v\u00ednculo entre padres y docentes; entre padres y entrenadores; entre los propios padres.<\/p>\n

Hubo una generaci\u00f3n de adultos en la que a ninguno se le hubiera ocurrido, por ejemplo, acompa\u00f1ar a sus hijos adolescentes a comprar un cargamento de alcohol para el viaje de egresados. Ahora, si alguno pone reparos a esa iniciativa, terminar\u00e1 seguramente cuestionado.<\/p>\n

Y entre esos cuestionamientos habr\u00e1 buenos argumentos, justificaciones atendibles. \u201cEs mejor acompa\u00f1arlos que dejarlos solos; controlar nosotros que mirar para otro lado. Si lo van a hacer, mejor que sea con nuestra gu\u00eda y nuestra contenci\u00f3n\u201d. Suena razonable, y quiz\u00e1 lo sea.<\/p>\n

Pero la pregunta vuelve a aparecer: \u00bfno les estamos sirviendo todo en bandeja? \u00bfNo se lo estamos haciendo demasiado f\u00e1cil? \u00bfNo los estamos acostumbrando a una excesiva comodidad?<\/p>\n

La escuela tampoco incomoda a los chicos. En las \u00faltimas d\u00e9cadas, los colegios se han amoldado m\u00e1s a los alumnos que los alumnos a los colegios. Ya no se les exige uniforme, ni pararse cuando entra el profesor, ni tratar de usted a los adultos.<\/p>\n

La lista de permisos es m\u00e1s larga y mucho m\u00e1s controvertida. Para todo eso tambi\u00e9n hay buenos y atendibles argumentos. Pero los chicos ya se sienten tan c\u00f3modos que hasta les extirpamos de alguna forma su propia rebeld\u00eda.<\/p>\n

No son rebeldes, porque no tienen contra qu\u00e9 rebelarse. Son menos transgresores, porque cada vez encuentran menos convenciones para transgredir.<\/p>\n

En casa tambi\u00e9n se sienten muy c\u00f3modos. Tan c\u00f3modos que es normal que sigan viviendo con los padres hasta despu\u00e9s de los 30. Las vacaciones familiares se acomodan para que los chicos est\u00e9n con sus amigos.<\/p>\n

Las universidades est\u00e1n m\u00e1s cerca y as\u00ed ha disminuido la experiencia del desarraigo. Cuando empiezan a trabajar, los j\u00f3venes de la clase media privilegiada prefieren viajar a Tailandia que alquilar un monoambiente en un tercer piso sin ascensor. Y quiz\u00e1s est\u00e9 bien. Tailandia es, de hecho, m\u00e1s seductor. \u00bfM\u00e1s formativo? Eso se podr\u00eda discutir.<\/p>\n

Para independizarse, las expectativas y las exigencias de estos chicos moldeados en el confort son cada vez m\u00e1s elevadas. Eso tambi\u00e9n alimenta un c\u00edrculo de frustraciones. El peligro es que, a la larga, esa frustraci\u00f3n se convierta en resentimiento. Les cuesta asumir un primer empleo que implique demasiados sacrificios.<\/p>\n

Silvina Bullrich (una escritora aguda que muri\u00f3 en 1990) dec\u00eda, con originalidad y \u00e1nimo provocador, que uno de los grandes problemas de la Argentina es la ley de la herencia.<\/p>\n

Como consagra el principio de los herederos forzosos -explicaba-, los hijos de la alta burgues\u00eda (a la que ella misma pertenec\u00eda) se sientan a esperar su parte de la fortuna sin cultivar su energ\u00eda creadora, sin arriesgarse en proyectos propios, sin innovar, sin esforzarse, sin explorar nuevos caminos.<\/p>\n

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Hoy dir\u00edamos \u201csin agregar valor\u201d. Hablaba de una ultraminor\u00eda (aquella de los grandes terratenientes argentinos del siglo XIX), pero quiz\u00e1s algo de esa idea (aunque sin fortunas de por medio) podr\u00eda aplicarse al dilema de las nuevas clases medias.<\/p>\n

\"hijos\"<\/p>\n

\u00bfEstamos promoviendo en nuestros hijos la vocaci\u00f3n emprendedora, el esp\u00edritu de riesgo, el alejamiento de sus zonas de confort? \u00bfNo estamos consintiendo que cada vez necesiten m\u00e1s? \u00bfLes estamos inculcando la cultura del sacrificio? \u00bfLes estamos ense\u00f1ando a ganarse la vida y a necesitar menos?<\/p>\n

Bajo el t\u00edtulo Abandona a tus hijos en el bosque, un art\u00edculo de The New York Times explica una costumbre holandesa que vale la pena conocer. Cuenta que en Holanda es muy popular una pr\u00e1ctica conocida como \u201cla dejada\u201d, que tradicionalmente realizan los scouts.<\/p>\n

Consiste en llevar a grupos de chicos, por lo general preadolescentes, a un bosque en medio de la noche y dejarlos all\u00ed con unos pocos y rudimentarios instrumentos para orientarse. La idea es que enfrenten el reto de volver a la base de un campamento atravesando todas las dificultades, desaf\u00edos y acechanzas que implica la experiencia.<\/p>\n

Para nosotros, puede sonar casi una locura. Pero -explica The New York Times- \u201clos holandeses viven la infancia de manera diferente. A los ni\u00f1os se les ense\u00f1a a no depender demasiado de los adultos; a los adultos se les ense\u00f1a a permitir que los ni\u00f1os resuelvan sus propios problemas\u201d.<\/p>\n

Con esta experiencia, los padres buscan que sus hijos empiecen a templar el car\u00e1cter, a asumir mayores responsabilidades, a lidiar con sus temores. Uno de los testimonios citados: \u201cSimplemente, dejas caer a tus hijos al mundo, es una forma de ense\u00f1arles a valerse por s\u00ed mismos\u201d.<\/p>\n

Un chico que tard\u00f3 seis horas en encontrar el camino de regreso lo valor\u00f3 de esta manera: \u201cTe ense\u00f1a a seguir caminando, a continuar\u201d.<\/p>\n

Steve Jobs cerr\u00f3 as\u00ed su c\u00e9lebre discurso ante estudiantes de Stanford: \u201cNunca dejen de tener hambre y de ser alocados\u201d. Podr\u00eda decirse de otro modo: \u201cNunca dejen de \u2018pelearla\u2019, de arriesgar y de tener rebeld\u00eda\u201d.<\/p>\n

\u00bfEstamos formando a una generaci\u00f3n de luchadores, o m\u00e1s bien de \u201ccomodones\u201d? \u00bfTendremos que incomodar m\u00e1s a nuestros hijos? Los padres debemos encontrar la respuesta.<\/p>\n

\u201cLa generaci\u00f3n de los hijos c\u00f3modos\u201d<\/h3>\n<\/div>\n<\/article>\n<\/div>\n<\/div>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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\u201cLa generaci\u00f3n de los hijos c\u00f3modos\u201d<\/span> Leer m\u00e1s »<\/a><\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":60340,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"site-sidebar-layout":"default","site-content-layout":"default","ast-global-header-display":"","ast-main-header-display":"","ast-hfb-above-header-display":"","ast-hfb-below-header-display":"","ast-hfb-mobile-header-display":"","site-post-title":"","ast-breadcrumbs-content":"","ast-featured-img":"","footer-sml-layout":"","theme-transparent-header-meta":"default","adv-header-id-meta":"","stick-header-meta":"","header-above-stick-meta":"","header-main-stick-meta":"","header-below-stick-meta":"","footnotes":""},"categories":[23],"tags":[1456],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/31691"}],"collection":[{"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=31691"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/31691\/revisions"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media\/60340"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=31691"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=31691"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/revistagenteqroo.com\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=31691"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}