Ser aval es una figura legal, la cual permite a quien otorgó el crédito ejecutar acción legal contra el aval en caso de que la deuda no sea cubierta.
Aceptar ser aval de alguien es un tema delicado, tanto por la responsabilidad y consecuencias que conlleva, como por el hecho de que mayormente se busca al aval entre familiares y amigos cercanos, lo cual, en caso de insolvencia de pago por parte de aquel a quien entregamos nuestra confianza al aceptar ser su aval, supone un riesgo de ruptura y distanciamiento con el ser querido.
¿Por qué son necesarios los avales?
Cuando se solicita crédito, la entidad que lo otorga necesita garantizar que recuperará su dinero más los intereses acordados. En muchas ocasiones la garantía se basa en algún bien o propiedad, pero en otras se solicita la figura de un Deudor Solidario, es decir, de un tercero quien se hace responsable de liquidar la deuda en caso de que quien solicitó el crédito no pueda hacerlo.
¿Qué responsabilidad tiene un aval?
Éste deudor solidario no es otro que el aval. Pero no dejemos que nos confunda la palabra “solidario”: Ser aval es una figura legal, la cual permite a quien otorgó el crédito ejecutar acción legal contra el aval en caso de que la deuda no sea cubierta.
¿Y a qué me refiero con acción legal? Que si no pagas la deuda, legalmente pueden embargarte tus bienes para saldar la deuda. No importa que no hayas sido tú quien solicitó – y no pagó – el crédito.
Nota aclaratoria: El aval sólo figura en títulos de crédito como hipotecas, pagarés y letras de cambio. En el caso de préstamos hay una figura semejante que se llama fiador.
Principales riesgos de ser aval
Tener que pagar la deuda de otro hasta saldarla, y no sólo el capital, sino también los intereses moratorios, gastos de cobranza, etc.
La responsabilidad de deudor solidario es heredable, así que si el aval fallece, la responsabilidad potencial de tener que pagar la deuda ajena recae en su cónyuge, hijos y demás herederos.
La deuda no pagada se refleja como una nota negativa en el Buró de Crédito, lo que conlleva a que el aval tenga problemas futuros para contraer créditos que sí necesite.
Y como ya comentamos, que el aval vea embargados sus bienes – ¡su patrimonio! – para pagar saldar la deuda que no pagó alguien más.
Ser o no ser aval, e ahí el dilema
Cuando una persona no cercana a nosotros nos solicita que seamos sus avales, es relativamente sencillo decir no. Creo estaremos de acuerdo que los riesgos que conlleva son suficiente motivo para negarnos.
Pero, ¿Qué pasa cuando se trata de un amigo cercano que tiene un problema? ¿O de un hijo que está tratando de que le otorguen su primera tarjeta de crédito? ¿O de nuestro hermano que finalmente ha conseguido ahorrar para dar el enganche para tener su propia casa?
En estos casos no sólo nuestros bienes o nuestro historial crediticio está en juego, sino la relación que tenemos con esas personas a quienes amamos: Si nos negamos, ¿Podrán aceptarlo sin sentirse agraviados o defraudados? Y si aceptamos y por algún motivo no pueden pagar y nosotros perdemos nuestra casa, ¿podremos perdonarlos?
Los problemas económicos son uno de los principales agravantes que conllevan a la desintegración familiar y al rompimiento de los lazos de amistad.
¿Qué hacer en caso de que me soliciten ser aval?
Como regla general ¡No aceptes! Para ello practica la asertividad, es decir, el arte de decir “NO”. Ya hemos conversado respecto a ello en el artículo sobre otrogar préstamos a familiares, por lo que hay que aplicar las técnicas para ser asertivo. Sin embargo, es claro que en algún momento habrá una excepción. Para estos casos ten en cuenta lo siguiente:
Estás en tu derecho de revisar el historial crediticio de quien te solicita ser aval. Para ello pídele su reporte del Buró de crédito, el cual puede solicitarse de manera gratuita una vez al año.
Pídele que te muestre sus recibos de nómina, o en caso de ser freelancer o tener un negocio propio, sus declaraciones fiscales para confirmar sus ingresos.
Habla con él o ella sobre la estabilidad futura de su trabajo o negocio.
Una vez hayas aceptado y firmado, da seguimiento del cumplimiento del adeudo revisando junto con él o ella sus estados de cuenta donde se reflejen los pagos. El que se niegue a hacerlo o comience a tener pagos atrasados es señal de alerta.
Antes de otorgarle tu aval, habla con él o ella de los cuatro puntos anteriores. Si no estuviera de acuerdo en ellos, practica la asertividad e infórmale amable pero con firmeza que no podrás ser su aval.
Finalmente la regla de oro:
Sólo acepta ser el crédito cuando sea por la cantidad de dinero que en un momento dado podrías pagar… Y sólo cuando la persona y la situación verdaderamente lo justifique.