El financiamiento es una actividad crucial para la consolidación y desarrollo de todas las empresas, sin importar el ramo o el giro bajo el que funcionen
El 2019 inició, para las bolsas bursátiles mexicanas, con una reducción en las emisiones de deuda privada, un instrumento destacado entre el amplio panorama de opciones de financiamiento con el que actualmente cuentan las empresas del país.
Si bien la baja ha sido más notoria en estos primeros meses del año, es una situación que ha estado presente desde finales de 2018. Al cierre de septiembre pasado, la deuda bursátil emitida en el país representó solo 9% del financiamiento total de las empresas –en contraste, el crédito bancario fue la opción más utilizada, representando 37.2% del financiamiento corporativo total.
¿Qué refleja esta situación? Por un lado, las compañías están cautelosas, en un estado de wait and see; esto quiere decir que, actualmente, las empresas se encuentran esperando y observando cómo se mueven los mercados y cómo se desarrolla la economía, bajo la dirección de una nueva administración.
Conforme las organizaciones vayan visualizando nuevas oportunidades de crecimiento, recurrirán, indudablemente, a esta fuente de financiamiento para fondear los proyectos que tengan en puerta.
La caída en las emisiones de deuda refleja, también, de manera general, que las organizaciones no están observando, al menos por el momento, prospectos importantes en los cuales invertir; en resumidas cuentas, una notable falta de apetito por parte de los inversionistas.
En ese sentido, una de las cuestiones importantes a destacar es que la mayor parte de las pocas emisiones de deuda registradas durante los últimos meses de 2018 fue colocada en el corto plazo.
¿Qué quiere decir esto? Que la mayoría de las compañías optó por adelantar su fondeo y anticiparse al resultado electoral, realizando un gran número de emisiones para tener liquidez suficiente para afrontar sus compromisos y su capital de trabajo.
Lo anterior las llevó a que, hoy, cuenten con los recursos necesarios para seguir operando con normalidad y sin la realización de nuevos proyectos. No obstante, en el futuro cercano, cuando esa liquidez obtenida se agote –, estas organizaciones podrían enfrentar serios riesgos de estabilidad financiera.
Y ello, ¿por qué tendría que importarnos? Porque es una situación que, de prevalecer, no solo pondría en riesgo la estabilidad financiera de las empresas, cuya liquidez se verá significativamente mermada, sino también, a un nivel mucho más general, el crecimiento económico del país, que depende en gran parte de nuevos proyectos de inversión.
Con información de Alto Nivel.