En la noche, mira bien la piel de tu antebrazo. Pellízcala si quieres.
Es posible que no se vea o se sienta diferente de la forma en que lo haría 12 horas antes. Pero si tuvieras que cortarlo o quemarlo, tu piel sanaría más del doble de rápido durante las horas del día.
Y esta variación en nuestra respuesta a las lesiones se extiende mucho más allá de la piel.
Si decides vacunarte contra la gripe, procura que la cita sea en la mañana. Producirá más de cuatro veces más anticuerpos protectores si te la inyectan entre las 9:00 y las 11:00 en comparación a si la recibieras seis horas más tarde.
Sin embargo, si alguna vez necesitas una cirugía cardíaca, sucede lo contrario: las perspectivas de supervivencia a largo plazo son significativamente mayores si se realiza por la tarde.
De hecho, por donde quiera que el cuerpo se mire, desde el cerebro hasta el sistema inmunitario, los ritmos de 24 horas que gobiernan la actividad de las células y los tejidos -denominados “ritmos circadianos”– parecen dictar nuestra recuperación física de una posible infección o lesión.
“Quienes somos fisiológicamente durante el día es diferente de quienes somos por la noche”, explica Tami Martino, directora del Centro de Investigaciones Cardiovasculares de la Universidad de Guelph en Ontario, Canadá.
La experta busca aplicar este conocimiento emergente sobre el horario biológico a la medicina humana y animal. Desde el cáncer hasta la cardiología, desde la artritis hasta las alergias.
Una mejor comprensión de estos ritmos puede ser capaz de permitir que se administren medicamentos e intervenciones quirúrgicas a los pacientes en los momentos en que es más probable que sean efectivos y menos propensos a causarles daño.
Fortalecer estos ritmos también puede permitir a los pacientes recuperarse más rápido y reducir algunos síntomas físicos de la enfermedad.
“Creo personalmente que la medicina circadiana puede cambiar para siempre la forma en que manejamos la salud humana“, dice Martino.
“Está a la altura de avances como la terapia genética, las células madre y la inteligencia artificial como una de las nuevas tecnologías más prometedoras para hacer frente a la carga global de las enfermedades”.
Relojes internos
La idea de que nuestra fisiología varía de una hora a otra es, de hecho, bastante antigua.
El médico griego Hipócrates observó un flujo y reflujo de 24 horas en la severidad de la fiebre.
La medicina tradicional china también describe la vitalidad de los diferentes órganos que alcanzan su punto máximo en varios momentos: los pulmones entre las 3:00. y las 5:00, el corazón entre las 11:00 y las 13:00, los riñones entre las 17:00 y las 19:00, etc.
Sin embargo, existe un renovado interés en el efecto de nuestros relojes corporales internos sobre las enfermedades y los tratamientos de la medicina moderna gracias a un mayor número de estudios recientes.
Al ajustar nuestros impulsos, comportamiento y bioquímica, estos ritmos biológicos nos preparan para eventos regulares en nuestro entorno, que son dictados por el ciclo diario de luz y oscuridad.
Cuando se trata de la curación, hay una buena razón por la cual podría aumentar durante el día en comparación con la noche.
“Nuestras células evolucionaron para poder sanar las heridas de manera más efectiva en el momento biológico cuando es más probable que ocurran las lesiones”, dice John O’Neill, biólogo circadiano del Laboratorio de Biología Molecular del Consejo de Investigación Médica de Cambridge, Reino Unido.
“Si usted es un humano, es extremadamente improbable que sufra una herida importante cuando esté dormido en medio de la noche, mientras que durante el día es mucho más probable que nos lastimen”, añade.
Su investigación revela que las células llamadas fibroblastos, que ayudan a reparar el daño a los tejidos al colocar nuevo colágeno para que las células de la piel se adhieran, migran a las áreas lesionadas más rápidamente durante el día.
“Constantemente encontramos una diferencia del doble de tiempo en la curación de heridas simplemente en función del tiempo biológico“, afirma O’Neil.
Cuando O’neil y otros investigadores analizaron la información de la base de datos internacional de lesiones por quemaduras, descubrieron que las personas que sufren quemaduras durante la noche tardan aproximadamente 11 días más en curarse que aquellas que las sufrieron durante el día.
Nuestro sistema inmune también está sujeto a ritmos biológicos que afectan la forma en que responde a las infecciones.
“Nuestras células evolucionaron para poder sanar las heridas de manera más efectiva en el momento biológico cuando es más probable que ocurran las lesiones”, dice John O’Neill, biólogo circadiano del Laboratorio de Biología Molecular del Consejo de Investigación Médica de Cambridge, Reino Unido.
“Si usted es un humano, es extremadamente improbable que sufra una herida importante cuando esté dormido en medio de la noche, mientras que durante el día es mucho más probable que nos lastimen”, añade.
Su investigación revela que las células llamadas fibroblastos, que ayudan a reparar el daño a los tejidos al colocar nuevo colágeno para que las células de la piel se adhieran, migran a las áreas lesionadas más rápidamente durante el día.
“Constantemente encontramos una diferencia del doble de tiempo en la curación de heridas simplemente en función del tiempo biológico“, afirma O’Neil.
Cuando O’neil y otros investigadores analizaron la información de la base de datos internacional de lesiones por quemaduras, descubrieron que las personas que sufren quemaduras durante la noche tardan aproximadamente 11 días más en curarse que aquellas que las sufrieron durante el día.
Nuestro sistema inmune también está sujeto a ritmos biológicos que afectan la forma en que responde a las infecciones.
Al principio puede sonar extraño que variemos nuestra capacidad para responder a los patógenos según la hora del día, afirma Rachel Edgar, viróloga del Imperial College de Londres, Reino Unido.
Sin embargo, añade que esta característica se puede haber desarrollado como un medio para protegernos contra la sobreactivación del sistema inmune.
“Si tienes una respuesta inflamatoria muy grande, necesitas poder controlarlo porque si noesta característica dice Edgar, quien exploró la interacción entre los ritmos circadianos e infecciones virales como el herpes.
En un estudio, descubrió que el virus del herpes se replicaba 10 veces más en ratones infectados al comienzo de su periodo de descanso (temprano en la mañana) que en aquellos infectados al inicio de su ciclo activo.
Sus hallazgos sugieren que los ritmos diarios de las propias células infectadas también afectan al alcance de una infección viral.
Esto encaja con un reciente estudio en humanos en el que se encontraron respuestas mejoradas a la vacuna de la gripe cuando se administraba por la mañana en lugar de por la tarde.
Aún así, implicar que hay un momento óptimo en el día para caer enfermo es demasiado simplista, advierte Edgar.
“Será diferente para diferentes agentes infecciosos”, dice la especialista.
Por ejemplo, la sepsis —una respuesta abrumadora y potencialmente mortal e una infección— puede desencadenarse inyectando moléculas que se encuentran en la superficie de una bacteria en la sangre.
Si haces eso en ratones durante su “noche”, solo el 20% de ellos sobrevive. Si lo haces en su periodo activo, sobrevive más del 90%.
Los resultados de las investigaciones están abriendo nuevas perspectivas para tratar enfermedades infecciosas.
“Si sabemos que un virus se transmite a otras células en un momento en particular, podríamos inyectar terapias antivirales en el momento en que van a ser más eficaces”, dice Edgar. “Eso reduciría la cantidad que necesitas recibir”.
Pero nuestra respuesta a las infecciones no es el único enfoque posible de esta teoría.
Cronoterapia: la hora del medicamento
Más de la mitad de las medicinas esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) —250 en cada hospital del mundo— parecen seguir patrones regulados por relojes celulares internos que podrían hacerlas más o menos efectivas en función de cuándo se toman.
Entre ellas se incluyen analgésicos comunes como la aspirina o el ibuprofeno, además de medicamentos para la presión sanguínea, úlceras pépticas, asma y cáncer.
En muchos casos, los medicamentos tienen una vida de unas seis horas o menos, lo cual significa que no permanecen en el sistema el tiempo suficiente para trabajar de forma óptima si no se toman a la mejor hora.
Por ejemplo, se cree que las aspirinas son más efectivas por la noche, y un estudio dice que la radioterapia podría ser mejor en la tarde que en la mañana.
Pero determinar esos horarios no es fácil. El costo de los ensayos clínicos se dispara si hay que comenzar al momento adecuado del día para administrar un tratamiento. Y hay problemas a la hora de hacer que los pacientes sigan horarios específicos.
O’Neill y otros especialistas sospechan que hay una razón clave por la cual, pese a que se ha expresado interés en la llamada “cronoterapia”, las farmacéuticas no han invertido mucho en ella.
Los ritmos circadianos de todo el mundo no funcionan igual. Algunos somos madrugadores y otros son noctámbulos. Muchos trabajan por la noche, lo cual puede afectar al ritmo circadiano y a la salud.
Y no hay una forma rápida y simple de confirmar con precisión en qué punto se encuentran las manecillas de tu reloj interno en un momento dado.
También afecta el entorno del hospital. Muchos edificios modernos tienen ventanas pequeñas y luz tenue en el interior que podría perturbar los ritmos biológicos y el sueño.
Algunos medicamentos, incluida la morfina, también pueden alterar los ritmos circadianos, y el sueño del paciente —también clave para su sanación—puede verse interrumpido por dolor, preocupación o ruido.
Eso deja preguntas en el aire sobre hasta qué punto esto impide la recuperación o supervivencia de los pacientes.
Algunas de las evidencias más contundentes vienen de pacientes con enfermedades de corazón. El sistema cardiovascular tiene un ritmo circadiano fuerte, y sus variaciones afectan el momento en el que ocurren eventos cardíacos graves como ataques al corazón.
“Es más probable que ocurran entre las 6:00 AM y las 12:00 AM que a cualquier otra hora del día o la noche”, dice Martino. Eso también puede afectar a nuestra capacidad de recuperarnos, según han demostrado varios estudios.
¿Qué hacer al respecto?
Programar la cirugía para cuando el cuerpo esté en mejores condiciones para soportarla es una solución.
En el caso de operaciones de corazón, podría ser en la tarde, pero eso puede cambiar para otras intervenciones. Por ejemplo, un estudio de O’Neill sugiere que las heridas pueden cicatrizar mejor por la manaña.
“En cuanto a cirugía cosmética, podría haber una discusión sobre si hacer la operación mucho más tarde —posiblemente en la noche— porque tardaría más en curar, pero puede resultar en menos cicatrices”, reflexiona, añadiendo que aún no se ha probado.
Otra solución puede ser instalar la llamada iluminación circadiana, que varía en intensidad y color en el curso de 24 horas imitando las condiciones exteriores de luz natural.
Eso se ha estado haciendo en un hospital de Copenhague, Dinamarca, y los datos sugieren que los pacientes muestran ritmos circadianos más robustos en respuesta a este sistema,y menos niveles de depresión y ansiedad en comparación con aquellos en salas con iluminación convencional.
Incluso se podrían diseñar medicamentos que puedan estabilizar ritmos circadianos en pacientes de hospital o frenarlos temporalmente para hacer la cirugía el momento óptimo de recuperación. Estas moléculas ya se están probando en animales, con resultados prometedores.
“En un futuro, puedo imaginar un mundo en el que usemos una píldora circadiana, o o la presencia o ausencia de luz para curar enfermedades cardiovasculares”.
Luz, sueño y tiempo: a menudo los damos por sentado, pero estas tres cosas muy básicas tienen el potencial de transformar la atención médica.
Linda Geddes es la autora de “Chasing The Sun: The New Science of Sunlight and How it Shapes Our Bodies and Minds“.
Con información de BBC Mundo