Especialista sobre redes sociales habla de su posible regulación y de los códigos de ética que las rigen, entre otras cuestiones
Las redes sociales son un poderoso medio que permite a la gente expresarse, comunicarse y aun organizarse (recuérdese el caso concreto de la llamada Primavera Árabe). Sin embargo, según se ha visto, también pueden ser un vehículo muy efectivo para el ataque artero, la descalificación y la venganza.
“En primer lugar, distinguiría entre las distintas redes sociales. Instagram y Facebook sirven más para mostrarse, presentarse y establecer contactos. Twitter probablemente es la red con usuarios más agresivos, porque está más orientada a opinar acerca de la información, los problemas sociales y la agenda pública”, mencionó Delia María Crovi Druetta, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM y especialista en el tema.
Sobre si las redes sociales deberían regularse, un asunto muy discutido en los últimos años, Crovi está convencida de que no es conveniente porque se corre el riesgo de que pierdan lo más valioso que tienen: su libertad de expresión.
“Ellas han facilitado la expresión, comunicación y organización de las sociedades como nunca había ocurrido con otro medio. Además, propician discusiones que crean la agenda pública que después alimenta incluso a los medios tradicionales. Lo conveniente, en todo caso, sería regular y ponerles cotos a las grandes empresas que las manejan y han acumulado formidables fortunas a partir de sus propios desarrollos tecnológicos y de sus propias normas. Se podrían aprobar algunas leyes que las hagan más responsables de sus acciones, las cuales tienen un enorme peso en todo el mundo”, añadió.
Códigos de ética
Las empresas que manejan las redes sociales han recibido no pocos señalamientos y críticas en relación con las agresiones, las descalificaciones y los bots que pululan en éstas; por eso cada red social ha creado su propio código de ética que debería ser acatado.
Al respecto, la académica comentó: “Yo dudo mucho que los usuarios conozcan esos códigos de ética, a pesar de que las redes sociales los han hecho públicos y se reciben notificaciones para su revisión. Son como los instructivos de los aparatos electrónicos, que nunca los leemos. Pienso que podrían divulgarse también en las escuelas para que, desde pequeños, quienes usan las redes sociales sepan qué se puede hacer y qué no. Es fundamental que los usuarios los conozcan, en especial los más jóvenes, que son más abiertos y libres para expresarse. Por otro lado, habría que encontrar algunas fórmulas creativas para detener el surgimiento de bots y la operación de la llamada Red 0scura, donde se originan toda clase de delitos.”
El filósofo español Javier Echeverría afirma que el ciberespacio constituye un nuevo espacio social. En opinión de Crovi Druetta, si esto es cierto –y ella así lo cree–, estaríamos aceptando que lo que sucede en el mundo real, por llamarlo de alguna manera, se replica en el mundo digital.
“Ahora bien, las generaciones más jóvenes, sobre todo, experimentan un tránsito sin complicaciones, sin ninguna contradicción, entre lo que sucede en el mundo digital y lo que sucede en el mundo real, lo cual quiere decir que para ellos no hay fronteras que señalen dónde empieza uno y dónde termina el otro”, indicó.
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Investigación
En una investigación con jóvenes que encabezó en la FCPyS, Crovi Druetta y sus colegas encontraron que dar like a una publicación, reenviar un mensaje o introducir pequeños cambios en otro recibido y reenviarlo a los amigos es más fácil que participar en el mundo real.
“No obstante, las protestas recientes en Chile, Ecuador y Bolivia desmienten un poco esto. Es decir, los usuarios no se han quedado en casa enviando y recibiendo mensajes con su celular, sino han salido a las calles para manifestarse, con el peligro personal que ello les puede acarrear”, apuntó.
Es un hecho indudable que falta investigar más el uso y la apropiación de las redes sociales. Esto es, los innumerables cambios culturales que han propiciado y cada día se renuevan. Hasta la fecha, la mayoría de los estudios se ha centrado en el acceso a ellas, en el número de usuarios que abren o cancelan una cuenta. Este conteo matemático sin duda es importante, pero no basta.
“Sí, debemos hacer más estudios específicos sobre su uso y apropiación. Y si son multidisciplinarios, con la participación de la psicología, las ciencias de la comunicación, la sociología, la economía…, mejor. Como académicos tenemos esta deuda”, finalizó.