El gobierno de Jair Bolsonaro ha decidido reabrir Brasil a la aviación
Martín Vizcarra, presidente de Perú, permite desde estos días que los aviones vuelvan a operar en vuelos interiores. Y probablemente lo mismo acuerde, pronto, el presidente argentino. Pakistán, por su parte, también permite volar, como la India y seguramente Sudáfrica.
O sea, para el viajero, parecería como que las cosas están normalizándose.
Entonces, si el viajero es precavido, intenta confirmar otros datos: en Brasil, aún no hablan de “aplanar la curva”, porque esta sigue siendo casi vertical; en Perú, el propio gobierno admite que los muertos son el doble de lo declarado y que las cosas están fuera de control. En Argentina, cada día se bate el récord del día anterior. En Chile se puede volar, pero muchas ciudades están en cuarentena. La India, Sudáfrica y varios otros países evolucionan igual de mal.
Es decir: aunque teóricamente se puede volar, los riesgos para el turista son tan brutales como cuando estaba prohibido subirse a un avión.
Les cuento algo aún más demencial y doloroso: una hermosa ciudad peruana, Arequipa, está viendo estos días cómo su hospital se ha desbordado. La gente ocupa el aparcamiento y se lleva de su casa bombonas de oxígeno agotadas en el hospital. Dicen que los médicos apenas están porque el Covid se ha cobrado la vida de muchos de ellos.
Sin embargo, a Arequipa ya se podrá volar la semana que viene, como si las cosas se hubieran normalizado.
Debemos decir, pues, que hay aviones, pero que no habrá turistas aún por el momento. Porque los problemas, especialmente en los países con menos capacidad económica, persisten y persistirán durante bastante tiempo. Será un hiatus bastante más largo de lo que creemos.
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