La Programación Neurolingüística, o PNL como suele llamarse de forma más común, surge en la década de los setentas logrando hoy un buen número de personas que al menos hayan escuchado hablar de ella. Preguntar a un grupo sobre qué es, podría quizá producir un sorprendente número de diferentes respuestas.
En sus orígenes surge del intento de Richard Bandler y de John Grinder de evaluar patrones linguísticos en Fritz Perls, ante el asombro del resultado que el terapeuta logra con sus pacientes y el no saber cómo es que lo hace y con el fin de identificar la estructura subjetiva de su modelo.
La idea es individualizar y transferir patrones de conducta. Realizan ‘modelajes’ también con terapeutas líderes en sus enfoques como Virginia Satir y Milton Erickson y elaboran con esto el marco teórico de la PNL buscando descubrir la estructura subjetiva de la conducta humana.
Esta es la esencia, quizá para algún lector algo confusa y compleja. A continuación propongo explorar de una forma más cotidiana y simple algunos de los principios de este modelo, con la honesta intención de que le sean de utilidad en el día a día.
El primer principio es que el ser humano decide siempre por la mejor opción disponible, con los recursos que tiene y en el contexto en el que está. Imagine un adolescente que para molestar a su padre toma la peor decisión que él considera que debería tomar.
El decidir por la peor opción responde quizá a una necesidad en el chico, tomar sus propias decisiones. Desde esa perspectiva la opción que eligió fue la mejor. Para la PNL, todo comportamiento tiene una intención positiva.
Otro principio básico es que las personas no percibimos la realidad tal cual es, sino la construimos en base a la información que tenemos y la que recibimos de nuestros sentidos. Usando la metáfora planteada por los autores, hacemos un mapa que no debe ser confundido con el territorio.
Aplicado a comunicación, de una misma situación un grupo de personas diferentes construyen mapas diferentes.
Si buscamos conocer y comprender los otros mapas en lugar de convencer al resto de las personas que el mío es ‘el bueno’, será más fácil comunicarnos y nuestra comprensión del territorio será seguramente mayor. Otro ejemplo puede surgir si el lector se pregunta cuál fue el mapa que generó en su mente al leer los párrafos anteriores.
Se dice en PNL que el resultado de la comunicación es la respuesta que se obtiene. Si hablamos de mundos interpretativos y que funcionamos por mapas creados por nosotros y no por realidades, cabe decir entonces que la resistencia en el receptor tiene que ver con la inflexibilidad del comunicador.
Desde esta perspectiva, otro principio dice que en la comunicación no existen fracasos, sólo resultados. Esto no significa que debamos estar satisfechos con lo que obtenemos pero puede ayudarnos a mejorar el tomarlo en cuenta y ser flexibles con nuestro mapa.
El último de los principios a considerar dice que toda persona cuenta con los recursos necesarios para hacer los cambios que desee. No todo está escrito y lo que está ‘programado’ puede ‘reprogramarse’. Lo que hay puede ser diferente y todos estamos en posición de lograr convertirnos en lo que elijamos ser.
Si somos nosotros los que construimos el mapa, somos nosotros los que podemos decidir cambiarlo y contamos con los recursos para hacerlo. No se trata de inventar formas de ver el mundo, se trata de elegir las que consideremos que nos funcionan.
Cuenta un viejo cuento que un hombre llega a un pequeño pueblo, y arrogante pregunta a un anciano qué es lo que él podría encontrar en ese lugar, el anciano responde: ¿qué es lo que espera usted encontrar aquí? ¿Qué es lo que usted espera encontrar en lo que le rodea? ¿Que es lo que deciden encontrar los demás con los que se comunica diariamente?