Productos ultraprocesados y cómo identificarlos
La importancia de conocer e identificar los alimentos ultraprocesados radica en poder tomar decisiones más informadas al momento de adquirirlos
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado
Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado | 05 de agosto de 2024
La dieta de la población mexicana ha cambiado drásticamente en las últimas décadas; en su expresión actual, los patrones de alimentación se caracterizan por el consumo excesivo de productos ultraprocesados y la baja ingesta de alimentos frescos. Esto está relacionado con el aumento de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes, sobrepeso, obesidad, entre otras.
Se denominan ultraprocesados a todos aquellos productos que han sufrido, a partir de técnicas industriales, alteraciones en su forma natural; estos alimentos tienen, en general, un alto contenido en sodio, azúcares añadidos, grasas saturadas y grasas trans, atribuyendo una mayor densidad energética y menor aporte de fibra, vitaminas y minerales.
Además de utilizar ingredientes como aceites y grasas, azúcares y sal para su elaboración, estos productos reciben aditivos (conservadores, texturizantes, saborizantes, edulcorantes) que permiten mejorar sus características organolépticas (sabor, olor, textura), favorecer su apariencia y prolongar su vida útil a través de la prevención de la proliferación de microorganismos.
Los procesos e ingredientes utilizados durante su elaboración tienen como objetivo ofrecer precios bajos para el consumidor por su bajo costo en la producción, mejorar su palatabilidad confiriendo propiedades sensoriales atractivas sobre el alimento original, crear productos accesibles para su consumo e innovar con diferentes opciones en el mercado.
Por su versatilidad en la industria de alimentos, los productos ultraprocesados engloban una amplia gama de alimentos y bebidas preenvasadas como:
- alimentos listos para comer (comida rápida o congeladas);
- botanas (papas fritas, cacahuates, palomitas);
- bebidas con azúcares añadidos (jugos de frutas, refrescos, yogurt de frutas, bebidas energéticas, sobres para preparar bebidas);
- productos de pastelería y panadería (galletas, pan dulce, pasteles, barras de cereal);
- confitería (dulces o chocolates);
- aderezos para ensaladas y salsas instantáneas;
- cereales de caja.
Estos productos se pueden identificar a través de la lista de ingredientes registrada en los alimentos, donde se debe de garantizar la presencia de cinco o más ingredientes, considerando dentro de los primeros ingredientes aquellos que se encontrarían fácilmente en preparaciones culinarias, y a mitad o dentro de los últimos ingredientes, los aditivos.
La importancia de la identificación de los alimentos ultraprocesados radica en la prevención de enfermedades relacionadas con su consumo en exceso, la participación activa del consumidor en la toma decisiones informadas en la compra-venta de estos alimentos y la adaptación de una dieta correcta y sostenible en el tiempo.
Referencias bibliográficas:
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- Lane M, et.al. Ultra-processed food exposure and adverse health outcomes: umbrella review of epidemiological meta-analyses. BMJ. 2024 Feb 28;384:e077310.
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- Monteiro C, Moubarac J, Cannon G, Popkin B. Ultra-processed products are becoming dominant in the global food system. Obes Rev. 2013 ;14 (2): :21-8.
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- Kaufer M, et.al. Sistema de etiquetado frontal de alimentos y bebidas para México: una estrategia para la toma de decisiones saludables. Salud pública Méx [Internet]. 2018 [citado 2024 Jun 18] ; 60( 4 ): 479-486. Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-36342018000400024&lng=es
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Alejandro Calvillo
¿Quiere saber cuál es la principal causa de enfermedad y muerte? Es la mala alimentación, así de simple. ¿Y cuál sería lógicamente la respuesta que deberíamos dar? Tener una buena alimentación, así de simple.
Pero ya ve usted, cuando se quiere hacer lo que se debe hacer, mejorar la alimentación, empezando por nuestras niñas y niños, surge una oposición bien alimentada y orquestada de las corporaciones globales de la comida chatarra y las bebidas azucaradas. Así lo hemos visto en estas semanas: una campaña contra la decisión de sacar los productos no saludables de las escuelas. No están dispuestas a dejar de vender en las escuelas, donde han obtenido ganancias multimillonarias y donde se les da acceso a la población de niñas y niños del país en una situación en la que se encuentran totalmente cautivos durante varias horas.
Son las mismas corporaciones que se niegan a retirar sus personajes de ficción que tan útiles y efectivos les han sido para atraer a las niñas y los niños a sus productos no saludables, pero sí altamente hiperpalatables.
Hay dos elementos claves en el secuestro del paladar de las niñas y los niños desde muy temprana edad. Primero, el poder de la publicidad, que usa múltiples estrategias, entre ellas personajes como el Tigre Toño, que entre los escolares de nuestro país es más reconocido que personajes fundamentales de nuestra historia, como Francisco I. Madero y Emiliano Zapata.
Al poder enorme de la publicidad se suma la fórmula hiperpalatable del producto, es decir, su carácter adictivo, logrado a través de altas cantidades de azúcares, sal, grasas o la combinación entre estos ingredientes.
La magnitud del impacto de esta combinación entre publicidad depredadora más la fórmula adictiva la podemos reconocer en que esos, los principales ingredientes de los ultraprocesados, los azúcares, el sodio y las grasas, son los principales ingredientes cuyo alto consumo se encuentra entre las principales causas de enfermedad y muerte.
La estrategia bien orquestada y financiada por las corporaciones es encabezada por un grupo de columnistas de finanzas que abiertamente, durante los años, han servido a los intereses de estas corporaciones o que, podría ser el caso, se mantienen todavía en la ideología del libre mercado, donde lo que ocurre es lo mejor que puede ocurrir para todos.
Aquellos que se mantienen ciegos ante la destrucción ambiental de estas corporaciones, ante el desastre global en salud que están causando, y ante sus prácticas extractivas: se llevan enormes recursos económicos a sus países de origen o a paraísos fiscales, mientras dejan enfermedad y destrucción ambiental.
La mala alimentación mata a 23 personas cada hora en México. Sin embargo, en la formación de profesionales de la salud en nuestro país, la alimentación, la nutrición, es una materia que o no se imparte, o se imparte de manera superficial y sometida a la vieja práctica del nutricionismo, es decir, un reduccionismo que no ve el alimento en su conjunto, sino que se enfoca en los nutrientes. Menos aún entiende la importancia de la alimentación en su conjunto.
Estos alimentos aumentarán o drenarán tu energía
Sin duda, la causa principal de enfermedad y muerte en México está en lo que comemos, en lo que nos llevamos a nuestro cuerpo. Sin embargo, en un mundo dominado por las mercancías y por los intereses corporativos, esta realidad se ha ocultado.
Corporaciones como Nestlé, en conjunto con otras de ultraprocesados y con las farmacéuticas, han establecido la narrativa: sus productos ultraprocesados son buenos alimentos, incluso, desde muy temprana edad, sustituyendo la lactancia materna con sus fórmulas lácteas.
Y las farmacéuticas ofrecen sus productos para curar y, ahora, para incluso bajar de peso. Han introducido al mercado un medicamento para que usted se pueda inyectar regularmente, de por vida, para mantenerse en línea.
En medio de la sociedad del hiperconsumo y la artificialidad, hemos tardado mucho en reconocer que la mejor manera de enfrentar estas enfermedades y muertes, sean cardiovasculares o diabetes, por ejemplo, es simplemente evitar lo que las ha causado.
La evidencia comienza a demostrar que no solamente las enfermedades pueden evitarse con una buena alimentación y dejando los productos ultraprocesados, sino que también una buena alimentación puede ayudar a curar a los que ya sufren de una enfermedad.
La iniciativa “El alimento es Medicina” (Food is Medicine) va reuniendo cada vez más evidencia de la efectividad del tratamiento de enfermedades a través del alimento. Sobre la buena alimentación como la mejor opción de prevención de enfermedades ya no hay discusión.
Al mismo tiempo, existe evidencia en sentido contrario: el consumo de productos comestibles ultraprocesados —no hay que llamarlos alimentos, porque no lo son— se asocia con el aumento de una larga lista de enfermedades y con el aumento de la mortalidad.
De esta manera, el Estado mantiene un sistema alimentario a través de sus políticas agrícolas, de sus regulaciones de los mercados y de la publicidad, de la oferta de productos en escuelas, de sus políticas fiscales y de sus programas de asistencia alimentaria.
Es un sistema con altísimos costos para el erario público y el bolsillo de las familias, un sistema alimentario con muy graves externalidades: enormes daños en la salud y para la economía del país. Se trata de un sistema que solo beneficia a las grandes corporaciones que sacan del país gran parte de sus ganancias, dejando graves daños en salud y el medio ambiente.
El sistema de salud de México, sin duda, debe enfocarse en la atención, porque gran parte de la población ya está enferma.
Sin embargo, el gran reto es impulsar una política que cambie los condicionantes comerciales de la mala alimentación para detener esa fábrica de enfermedad en la que se ha convertido nuestro ambiente alimentario, invadido de comida chatarra y bebidas azucaradas.
No hay ni habrá sistema de salud que pueda enfrentar las epidemias de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares si no se recupera la alimentación saludable, si no se lanza una campaña nacional y permanente de alfabetización alimentaria, que valore nuestros alimentos y exponga los daños de los ultraprocesados.
Es urgente que las políticas de salud pública se protejan del conflicto de interés, se deje de hacer lo mismo esperando resultados diferentes y se trabaje de manera intersectorial para garantizar un sistema alimentario saludable y sustentable, como lo establece la nueva Ley de Alimentación Adecuada y Sostenible.
Y para ello, hay que proteger a las niñas y los niños de la publicidad de estos productos y garantizar que los alimentos y bebidas en las escuelas sean saludables, estén acordes con una buena alfabetización alimentaria, que es el principio de la salud.
*Nota: El título de esta columna, “Es el alimento, idiota”, es una adaptación de la frase “Es la economía, estúpido”, utilizada durante la campaña presidencial de Bill Clinton en 1992. La frase se popularizó y se ha usado para referirse a asuntos que se consideran fundamentales.
Alejandro Calvillo
Sociólogo con estudios en filosofía (Universidad de Barcelona) y en medio ambiente y desarrollo sustentable (El Colegio de México). Director de El Poder del Consumidor. Formó parte del grupo fundador de Greenpeace México donde laboró en total 12 años, cinco como director ejecutivo, trabajando temas de contaminación atmosférica y cambio climático. Es miembro de la Comisión de Obesidad de la revista The Lancet.
Forma parte del consejo editorial de World Obesity organo de la World Publich Health Nutrition Association. Reconocido por la organización internacional Ashoka como emprendedor social. Ha sido invitado a colaborar con la Organización Panamericana de la Salud dentro del grupo de expertos para la regulación de la publicidad de alimentos y bebidas dirigida a la infancia. Ha participado como ponente en conferencias organizadas por los ministerios de salud de Puerto Rico, El Salvador, Ecuador, Chile, así como por el Congreso de Perú. el foro Internacional EAT, la Obesity Society, entre otros.