Si algo han demostrado las autoridades chinas a lo largo de su historia es su capacidad para adaptarse al futuro. El último ejemplo es en materia energética
De ser uno de los países más contaminantes del planeta, con centenares de plantas energéticas de carbón repartidas por el país, a liderar la revolución verde.
La deserción de Estados Unidos del Acuerdo de París ha permitido a China adueñarse del liderazgo en energías renovables. El gobierno chino está invirtiendo a un ritmo vertiginoso en energía eólica y muy especialmente en solar.
¿Pero de qué modo contarle al mundo que su compromiso es ineludible, que el futuro en China es solar y no térmico? Utilizando la mejor herramienta propagandística de China en el mundo: el panda.
No es ningún secreto que China ha utilizado al panda como una forma de extender sus intereses geopolíticos y económicos por el mundo. La diplomacia del panda se articula de diversos modos: desde el préstamo de osos a zoos de todo el globo hasta plantas de energía solar dibujadas con forma de panda.
El hallazgo, publicitado , se encuentra en Datong, al oeste de Pekín.
En Snopes han logrado una fotografía aérea que, aunque mucho menos espectacular, muestra como la planta solar sí tiene forma de panda. Lo cual está muy bien, porque todo mejora con pandas.
Especialmente para China. Según las autoridades locales, el diseño de la planta tiene como objetivo interesar a los más pequeños en las energías del futuro y en cómo podemos generar electricidad sin cargarnos al planeta entre tanto (cosa que vamos camino de conseguir).
La idea pertenece a Panda Green Energy, y el complejo, inaugurado el pasado 29 de junio, tiene una potencia instalada de 50MW, bastante discreta.
Como era de esperar, el boceto realizado por uno de los diseñadores contratados por la compañía y el resultado final difieren bastante. Gran parte de la responsabilidad recae en las delicadas placas fotovoltaicas utilizadas en todas las plantas del mundo: deben ser oscuras para captar mejor la luz del sol, lo cual limita su capacidad artística.
En cualquier caso, el asunto ha generado la suficiente publicidad como para colocar sobre la agenda mundial el renovado liderazgo de China en materia renovable, con un destacado protagonismo de la solar: el país ya acapara el 25% de la producción de electricidad mundial vía placas fotovoltaicas, y duplicó su potencia instalada entre 2015 y 2016. También cuentan con las dos plantas más grandes (Tengger a la cabeza).
La planta-panda de Datong forma parte de un mayor esquema de complejos fotovoltaicos con forma de animales, un proyecto impulsado por Panda Green Energy bajo el nombre “Beld and Road” y que aspira a repartirse por todos los países que tradicionalmente pertenecieron a la Ruta de la Seda. De modo que podemos esperar más pandas.

Para China es un negocio redondo: el panda suaviza su imagen global, la planta ahorra un millón de toneladas de dióxido de carbono emitidas durante los próximos 25 años y contribuye a colocar al país al frente de la energía del futuro, la renovable, ante la retirada de Estados Unidos. Y nosotros ganamos: es un panda.
Los pandas son tontacos, pero adorables.
Con información de Foro Económico Mundial