La adolescencia es un período difícil, no cabe duda. Lo más común es que el adolescente se torne rebelde, retraído e independiente ante los ojos de los padres
Por su parte, los padres se sienten desesperados y hasta pierden los estribos en ocasiones ante las conductas impredecibles de los hijos y ante lo increíble que resulta ver que aquel que fue un niño encantador y obediente, ahora es un joven contradictorio y problemático. La adolescencia impone retos tanto a los hijos como a los padres.
Todas estas características que emergen en el joven determinan su conducta frente a las diversas situaciones y la necesidad de definir su propia identidad. El adolescente desea mostrarse como un individuo independiente, dueño de sus decisiones.
El estallido emocional en la adolescencia suele atribuirse a “las hormonas”, pues normalmente durante este período se dan también ciertos cambios físicos, propios del desarrollo, que hacen mucho más evidente el paso de los jóvenes por este período.
Malas contestaciones, gestos de desagrado, evidentes manifestaciones de desacuerdo, son escenas que viven casi todos los padres de adolescentes. Un adolescente en la familia siempre es un motivo de preocupación. Normalmente se asumen sus comportamientos como problemas conductuales o de simple disciplina.
Los miembros de la familia y los padres, sobre todo, se sienten frustrados ante el comportamiento de sus hijos. Ya que se trata de algo prácticamente inevitable por los cambios cerebrales de los que hablamos, es posible reflexionar y encontrar formas de lidiar en forma saludable con nuestros adolescentes.
La adolescencia es un período de prueba para todos. Es una época para reflexionar acerca de nuestra conducta hacia los hijos y comenzar a respetar su espacio, sin prejuicios. Es necesario dejar que experimenten lo que necesitan vivir por sí mismos y ofrecerles la confianza suficiente para compartir sus experiencias, en el momento en que ellos decidan hacerlo.
Los padres debemos evitar soñar por nuestros hijos o pretender que estos hagan realidad nuestras propias ambiciones. Los adolescentes necesitan tener sus propias metas, sus propios objetivos y, si bien la guía de los padres siempre resulta de gran ayuda, no puede tratarse de un apoyo forzado.
Es imprescindible que los padres se vean como individuos independientes de sus hijos. Esto les ayudará a reconocer el derecho que ellos tienen a decidir, aceptar, rechazar y emprender cambios en sus vidas. Debemos ver esta etapa como una oportunidad para fortalecer las relaciones con los hijos.
Es una etapa para conocer lo que está pasando en sus mentes y fomentar su creatividad y los mejores valores que afloren en ellos.
Si tu hijo está transitando este período, acompáñalo y aprende con él; conócelo, ámalo y acepta que está comenzando a decidir, a elegir su propio camino. Si tienes dificultades cuando estas con tus hijos acudan a terapia psicológica para que puedan llegar a un punto comprensión y estabilidad como padres e hijos.