El optimismo puede hacernos la vida mucho más fácil y aunque no lo creas, ser positivo es mucho más sencillo de lo que imaginas. A continuación te sugiero algunos consejos para que comiences a enfrentar el día a día de forma más optimista.
El secreto está en dejar de imaginarse una vida sin problemas o adversidades, para comenzar a aceptar que las dificultades son parte de la vida y que depende de cómo las enfrentemos, es cuánto nos afectarán.
Enfrentar de manera positiva y optimista lo que nos depara la vida todos los días, no sólo nos ayuda a ser más felices, sino que también nos ayuda a vivir más y mejor. Pero, ¿cómo podemos lograr enfrentarnos a los problemas en forma positiva cuando éstos nos invitan a lo contrario?, ¿cómo puedo ser una persona más optimista? Para tu tranquilidad, el optimismo es algo que se cultiva, no con lo que se nace, por lo que todos podemos convertirnos en personas más positivas.
Las personas optimistas prefieren ser constantes a esperar tener buena suerte. Tanto los acontecimientos positivos como los negativos que nos suceden, son factores que no siempre podemos controlar, por ello, para alcanzar el éxito, es preferible concentrarnos en ser tenaces, esforzados y entusiastas, en lugar de esperar que nos llegue un “golpe de suerte”.
PERSONA OPTIMISTA. Quienes enfrentan la vida con optimismo, confían en que podrán superar las adversidades y en que podrán aprender de los acontecimientos negativos. Las personas positivas sacan provecho de lo negativo que les sucede, encontrando siempre un aspecto que rescatar para fortalecerse como personas.
Las personas optimistas se proponen un camino claramente definido, con metas concretas y posibles de alcanzar, no se acongojan con objetivos imposibles. Mantienen los pies sobre la tierra y son conscientes de sus propias limitaciones y de las del entorno.
No se nace optimista, sino que se decide ser optimista desde las vivencias que se hayan tenido, tanto buenas como malas, cuando se tiene la capacidad de ver el lado bueno que tienen todas las cosas y cuando se está dispuesto a ir siempre hacia delante con confianza y sin miedo, a pesar de los contratiempos.
El optimista ve oportunidades y desafíos en cada obstáculo, oportunidades para aprender y desafíos para comprobar que puede hacer lo que se propone y ser fiel a sí mismo. No significa ser simple o ingenuo ni refleja debilidad, sino por el contrario, muestra la actitud de lograr los propósitos pensando en positivo, hablando de ello con entusiasmo y actuando de acuerdo a lo pensado y dicho, sostenido por el deseo y la voluntad de desarrollarse y crecer e impulsado por una motivación clara, decidida y tenaz.
Ser optimista no es fácil en un contexto donde abunda el pesimismo y donde esta actitud positiva se puede confundir con desinterés por los que sufren infortunios. El optimismo no es una actitud egoísta centrada en si mismo ni se trata de algo que se pueda obtener por arte de magia, sino que es una forma de encarar la realidad en forma positiva, perfectamente posible, con toda la energía y el esfuerzo que se necesita y fortalecidos por la esperanza.
Para darse cuenta de los obstáculos que se presentan para entorpecer la vida, es necesario revisar los pensamientos personales y de los que nos rodean; porque más importante que empeñarse en ser optimista es eliminar la propia negatividad y permanecer libre de la influencia de los otros. El optimista no guarda resentimientos ni rencores, trasciende su pasado y se concentra en el presente, colecciona amigos, no se enoja por cualquier cosa, no se queja, perdona, acepta y agradece, y esta actitud le renueva la vida por dentro y por fuera.
Cuando una persona desarrolla su potencial se pone de buen humor y tiende naturalmente a sentirse optimista porque espontáneamente las cosas le salen bien y la realidad parece acomodarse a esas circunstancias. Sólo los pensamientos negativos y el diálogo interno la transforman en pesimista y a desconfiar de sus aptitudes y habilidades.
El optimismo se relaciona con proyectarse positivamente hacia el futuro, pero también, con evaluar en forma positiva lo que nos sucede día a día. Las personas optimistas están consientes de que el verdadero bienestar proviene de las situaciones corrientes del diario vivir. Disfrutar el presente sin preocuparse del mañana es un placer que pocos practican.
No quiero decir que no debemos preocuparnos por forjarnos un futuro y prevenirlo, ahorrando etc. solo el permitirnos vivir el presente y ser felices, sin pasarte la vida pensando en el mañana y no seas feliz en el hoy. Si te resulta difícil el ser optimista vale la pena que busques ayuda psicológica, ya que vivir en el pesimismo y negativismo te enferma y no te permite ser feliz.
¿Cómo ser una persona optimista?
Optimismo
Te explicamos qué es el optimismo y por qué es considerado como un valor. Además, mensajes de optimismo y qué es el pesimismo.
¿Qué es el optimismo?
En psicología, ética y filosofía se conoce como optimismo a la doctrina que tiende a esperar que las cosas más favorables sucedan, así como a resaltar los aspectos más positivos y benéficos de la realidad.
Se trata de una disposición espiritual con muchos puntos en común con el concepto de la esperanza, y contrapuesta del todo a la del pesimismo.
El término optimismo proviene del latín optimum, que traduce “lo mejor”, y fue empleado por vez primera para referirse a una postura filosófica por Gottfried Wilhelm Leibnitz en 1710, en su tratado filosófico Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal. De acuerdo a este pensador, el optimismo parte de la suposición de que el mundo en que vivimos es el mejor de los mundos posibles.
Movimientos artísticos y culturales de importancia central en la historia de la humanidad, como fueron el Renacimiento y la Ilustración, asumieron a menudo el optimismo como parte de sus perspectivas, pues se trataba de movimientos llenos de fe en la humanidad y en el mañana, contrapuestas a épocas y movimientos anteriores como el Medioevo y el Barroco, esencialmente pesimistas.
Esta oposición entre pesimismo y optimismo ha sido a menudo ilustrada a través de los retratos de los filósofos griegos Heráclito, el que llora, y Demócrito, el que ríe, respectivamente.
Estos fueron luego representados mediante máscaras llorando y riendo, dando así origen a los clásicos símbolos de la tragedia (una máscara sollozante) y la comedia (una máscara sonriente).
Quienes se adhieren a este modelo filosófico o psicológico se conocen como optimistas.
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Optimismo como valor
Al optimismo a menudo se le atribuye la capacidad de movilizar energías positivas y propiciar en el hombre un mejor desempeño, al eliminar por autosugestión la angustia, el miedo y la depresión (que conlleva a la parálisis).
Los optimistas suelen enfrentar sus desgracias o errores mediante el humor y la resiliencia, sacando lo mejor posible de lo que ha salido mal, y en esa medida pueden ser mucho más exitosos que los pesimistas.
Por otro lado, al optimismo a menudo se le reprocha su tendencia hacia el autoengaño y la romantización de lo real, es decir, a caer en la ingenuidad y la benevolencia.
Sin embargo, desde el punto de vista motivacional, el optimismo es siempre más productivo y movilizador que el pesimismo, incluso si este último puede resultar más realista o más útil para la crítica.
Mensajes de optimismo
Algunas frases y proverbios vinculados con el optimismo pueden ser:
- Quien no apuesta, no gana.
- Sólo está vencido quien cree estarlo.
- Si la vida te da limones, aprende a hacer limonada.
- No hay mal que por bien no venga.
- No es débil el que cae, sino fuerte el que se levanta.
- A Dios rezando y con el mazo dando.
- Mientras más grandes son, más duro caen.
- En una mente llena de miedos no hay lugar para los sueños.
- Si de noche lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas.
- No hay mal que dure mil años, ni cuerpo que lo resista.
- Ningún mar en calma hizo experto a un marinero.
- La esperanza es lo último que se pierde.
- Dios aprieta, pero no ahoga.
- Todo en la vida es cuestión de actitud.
- La vida se vive un día a la vez.
Pesimismo
El pesimismo es la tendencia filosófica y psicológica totalmente contraria al optimismo, es decir, la que asume que el nuestro es el peor de los mundos posibles y que todo lo que podría ir mal, lo hará.
Se trata de una postura crítica y vinculada con la negatividad, así como con las doctrinas filosóficas del nihilismo, existencialismo y anarquismo.