Los emprendedores tenemos un deber ético de hacer las cosas particularmente bien en estas épocas de coronavirus, para aportar lo que nos toca.
Por Manuel Sánchez O’Sullivan, Basave, Colosio, Sánchez Abogados
Este coronavirus SARSCov2, que apenas en enero se dio a conocer, ha sacudido al mundo por muchas razones que no imaginábamos, pues trajo consigo una apabullante, sorpresiva y cada día más larga lista de implicaciones que impactaron planes y panoramas en todos los frentes, comenta el portal Entrepreneur.
Y los negocios representan uno de los síntomas graves del problema, pero también son uno de los ingredientes principales del remedio, dada la innegable relación que existe entre la obtención de un ingreso o ganancia y el bienestar de nuestras familias.
De manera que, además de la necesidad de sobrevivir, los empresarios tenemos un deber ético de hacer las cosas particularmente bien en estas épocas de crisis, para aportar lo que nos toca.
Aquí algunas recomendaciones prácticas sobre qué hacer y qué no hacer, durante y después de la pandemia de coronavirus:
Do’s
- Recorta los tiempos. Las crisis exigen decisiones rápidas y para no improvisar se necesita información y estar bien comunicados. Para estos fines sirve -por ejemplo- aumentar la periodicidad de reportes financieros, juntas de consejo e interacciones habituales: si antes eran mensuales o trimestrales, la situación actual amerita dinámicas quincenales o mensuales, para acercarse a los problemas inmediatos y reaccionar de manera oportuna.
- Cash is king. El índice de mortalidad por la falta de flujo es altísimo, por lo que en épocas como esta es fundamental cuidar la caja: endurecer las prioridades de los egresos y luchar por preservar los ingresos más valiosos y rentables.
- Te guste o no: hay que hacer cambios. Y ojalá que no fueran transitorios. Aprovecha esta situación tan confrontante y revulsiva para reinventar tus estructuras, para pivotear tus fortalezas y para afinar tu mindset como dueño, accionista, consejero o directivo. La tempestad obliga a la autocrítica honesta y esto representa una oportunidad.
Dont’s
- Planear con miopía. Toda estrategia sensata debe considerar -al menos la posibilidad de- que las restricciones van a prolongarse y que post-crisis enfrentaremos un nuevo orden natural de las cosas. Implementar medidas de contingencia a corto, mediano y largo plazo (estabilidad) y generar nuevas alternativas de crecimiento y desarrollo (permanencia), son esfuerzos igual de importantes que merecen toda la atención desde ya.
- Extremar. Los cambios drásticos sin asertividad, dejar de cumplir impúdicamente tus obligaciones, radicalizar cualquier decisión; o peor aún, fingir como que no pasa nada, con toda seguridad generará estragos incalculables. Es válido endurecer y defender tus prioridades, pero sufrir fugas de talento, contingencias legales o lastimar tu market share no son consecuencias necesarias del virus.
- Aferrarse a los planes. La astucia para detectar la necesidad genuina de un cambio y la capacidad de adaptación, pudieran ser hasta más importantes que el plan en sí o que la disciplina para llevarlo al pie de la letra. Hay que voltear hacia afuera para ver qué tan cerca de la cascada estarás cuando termine la tormenta, para saber hacia dónde hay que navegar desde hoy.
Te recomendamos: Así piensan los jóvenes que vivirán su retiro (y es para alarmarse)