Si tu jefe quiere ser tu “amigo” debes huir sin pensarlo dos veces, tarde o temprano algo saldrá mal. Si es el caso contrario, el empleado pretende ser amigo del jefe, igualmente, las probabilidades de que algo salga mal, serán, altas, muy altas.
1. No es fácil separar la relación. Puede darse: salen a comer, se cuentan secretos y se juran amistad eterna, pero de a poco terminan hablando del resto de las personas de la oficina y no pueden desconectarse del trabajo. Además, en confianza, pueden entregarse información que, sin querer dañe a otros o en algún momento sea usada en contra de uno u otro. Así mismo, en el trato diario, no se mantendrá la distancia adecuada entre los dos, provocando más de un conflicto.
2. Las sensibilidades se exacerban. Cuando somos amigos de alguien, empezamos a conocer sus actitudes, su lenguaje no verbal, sus debilidades. Entonces, todo lo que se percibe desde ese plano se traspasa al ámbito laboral y, como en las películas, alguien puede ser eliminado “porque sabía demasiado”.
3. La cercanía se evidencia. Si colaboradores y jefes son amigos, existirá cierta complicidad y eso molestará al resto del personal, que se sentirá menoscabado y por tanto es probable que el jefe intente compensarlo tratando mal en público o por el contrario, todo lo que el colaborador consiga no tendrá ningún valor para nadie en la empresa porque el logro será adjudicado “a la preferencia del jefe”, aunque sí lo merezca.
4. Los amigos deben estar en igualdad de condiciones. Un jefe nunca verá como igual a su empleado, porque el futuro laboral del colaborador está en sus manos del jefe. Él fija y paga el salario, demarca la forma de trabajar y cualquier molestia que se tenga con respecto a su actitud tendrá la respuesta que dan todos “no lo tomes personal”, agregándole una carga emocional extra al trabajo que se realiza.
5. Los errores se pagan más caros con la amistad. Como es probable que ninguna de las dos partes esté en condiciones de separar la relación, en el momento en que uno de los dos cometa un gran error, el otro tendrá más dificultades para perdonarlo y no habrá vuelta atrás. Se habrá deteriorado la amistad y el trabajo al mismo tiempo.
Así las cosas, separar la amistad y las relaciones de trabajo, en especial con entre jefes y subalternos, es quizá lo más saludable para cualquier empresa. Aunque parezca lo contrario.