El estrés crónico desencadena cambios hormonales y en el sistema inmunitario que pueden debilitar las defensas del organismo, aumentando la susceptibilidad a diversas enfermedades.
El estrés es algo más que una sensación irritante derivada de los altibajos de la vida. Con el tiempo, puede dañar considerablemente tu salud física y mental, contribuyendo a diversos problemas de salud.
Por eso es crucial controlar y reducir el estrés de forma proactiva para proteger tu bienestar general.
El estrés puede manifestarse con diversos síntomas físicos, entre ellos
tensión muscular
dolores de cabeza
fatiga
problemas de sueño
malestar estomacal
dolor de pecho
cambios en la libido
hábitos nerviosos
baja inmunidad
problemas cutáneos
pérdida de cabello
cambios en el apetito
aumento de la frecuencia cardiaca
falta de aliento
mareos
El estrés crónico está estrechamente relacionado con problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión. La liberación continua de hormonas del estrés puede provocar sentimientos persistentes de ansiedad y desesperanza.
Un estudio de 2022Trusted Source descubrió que los siguientes factores se asocian positivamente con la depresión:
exigencias excesivas en el trabajo
falta de reconocimiento social
aislamiento social
preocupación crónica
Además, el estudio sugiere que la presión por alcanzar resultados tiene una asociación negativa.
He aquí algunos consejos importantes para gestionar eficazmente el estrés:
Identifica los factores estresantes: Conoce las fuentes de tu estrés y qué lo desencadena.
Hacer ejercicio con regularidad: Practica ejercicio físico para reducir las hormonas del estrés y mejorar tu estado de ánimo.
Conectar con la naturaleza: Pasa tiempo al aire libre en entornos naturales, como parques o bosques, para aliviar el estrés y promover una sensación de calma y bienestar.
Técnicas de relajación: Practica la respiración profunda, la meditación o la relajación muscular progresiva.
Sueño adecuado: Asegúrate de dormir lo suficiente para rejuvenecer cuerpo y mente.
Dieta sana: Sigue una dieta equilibrada con mucha fruta, verdura y grasas saludables.
Gestión del tiempo: Organiza tus tareas y prioriza para gestionar tu tiempo de forma eficaz.
Apoyo social: Comparte tus preocupaciones con amigos o familiares para aliviar las cargas emocionales.
Atención plena: Practica la atención plena para mantenerte presente y evitar preocuparte en exceso.
¿Sabías que uno de los aspectos más críticos de la inteligencia emocional es ser consciente de nuestros sentimientos y de las emociones que surgen en nuestro interior, a veces sin nuestro control?
Sin embargo, a veces esta conciencia puede convertirse en una autoconversación negativa, que puede afectar significativamente a nuestra moral, motivación y bienestar general.
La forma negativa de hablar de uno mismo puede afectar a nuestras competencias directivas y a nuestro enfoque de cualquier situación en la que nos encontremos. Es algo que todos experimentamos, incluso a nivel subconsciente, por lo que es crucial ser consciente de ello y encontrar formas de cambiarlo si es perjudicial para nuestro estilo de gestión.
Ejemplos de diálogo interior negativo son cuando te oyes decir cosas como:
Estrés crónico: ¿es posible reducirlo?
Nunca terminaré esto a tiempo
Nadie escucha nunca mis opiniones
Nunca conseguiré un ascenso
Siempre estoy posponiendo las cosas
Todo lo que nos decimos a nosotros mismos es escuchado y actuado por nuestro subconsciente, así que debemos tener cuidado de que lo que decimos es lo que queremos que esa parte de nuestra psique escuche.
El subconsciente lo oirá y te ayudará a demostrar que es cierto.
Por lo tanto, si te regañas constantemente por ser una persona que deja las cosas para más tarde, tu subconsciente (que no sabe distinguir entre algo imaginado y la realidad) hará todo lo posible por convertirlo en una profecía autocumplida. Seguirás postergando las cosas, ya que las situaciones se presentarán para que esto suceda. Atraerás situaciones que demuestren que tu discurso es correcto.
¿Qué puedes hacer para cambiar la narrativa interna?
No siempre es tan fácil como convencerse de lo opuesto a la negatividad. Así que, en primer lugar, debes ser consciente de cuándo te sientes víctima o utilizas palabras como “todo el mundo, nunca, siempre, nadie, etc.”. Estos términos se conocen como “cuantificadores universales” y debemos comprobar con nosotros mismos a lo largo del día cuándo los utilizamos.
A continuación, prestemos atención a los momentos en los que nos hablamos a nosotros mismos de forma positiva y centrémonos en crear más oportunidades para que esto ocurra. Si notas que caes en la negatividad, pregúntate: “¿Qué deseo sentir en su lugar?
Si te oyes decir: “Siempre llego tarde”, puedes decir algo como: “Sí, a veces llego tarde, así que daré prioridad a lo más importante y lo haré primero”.
Si tiendes a decir: “Nadie escucha nunca mi opinión”, puedes decir en su lugar: “Sí, eso ocurre a menudo, así que planificaré mis comunicaciones para que merezca la pena escuchar mis opiniones”.
No se trata de crear un mundo “Perfecto” en el que todo es de color de rosa, sino de hacer conscientes algunas áreas que a menudo permanecen en el subconsciente, pero que tienen un efecto perjudicial sobre la moral y el dinamismo.
Esto aportará más control a tu posición, cuando antes los demás parecían ser los controladores, y reducirá la culpa y el sentimiento de culpabilidad que suele acompañar a la negatividad.
- Jaime Baldovinos. Licenciado en Análisis de Sistemas y Tecnología de la Información. Diplomados en Periodismo, Fotografía, Programación Neuro Lingüística, Mapas Mentales, Mercadotecnia y Ventas, Liderazgo, Inteligencia Emocional y Psicoterapia Corporal.
Estrés crónico: ¿es posible reducirlo?