La misión responde a la razón central de la existencia, en una empresa competitiva, permite comprender los fundamentos de lo que se hace.
El proceso de hacer que correspondan las misiones de los individuos y de la empresa a veces constituye la diferencia entre una empresa de alto rendimiento y una que apenas se desenvuelve.
La competitividad es, hoy en día, el elemento fundamental para mantener la vigencia de cualquiera de las actividades humanas, particularmente en el ámbito de los negocios.
En un mundo en el que la oferta de bienes y servicios es cada vez mayor, las oportunidades de incursionar en los mercados se estrechan o amplían precisamente por la capacidad de las empresa competitiva, cualidad que implica, entre otras cosas, velocidad para adaptarse al cambio e incursionar permanentemente en el más alto nivel de innovación tecnológica en todos los procesos.
Esta versatilidad para dar respuesta oportuna, en tiempo y forma, a las demandas de los consumidores, supone contar con bases sólidas y claras a fin de permitir modificaciones exitosas sin alterar la columna vertebral de la empresa.
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Empresa competitiva comenzando por lo primero
Uno de estos factores que dan sentido al ser y quehacer empresarial es la Misión. La misión responde a la razón central de la existencia, es decir, permite comprender los fundamentos de lo que se hace, y a su vez, mantiene la coherencia que ayuda a las empresas a centrarse y soportar los retos que estorban su camino para cumplir su visión.
Al contar con una misión clara, la empresa y sus integrantes saben qué les importa y pueden orientar sus esfuerzos actuando con estrategia para seleccionar sus prioridades. Al propio tiempo, la misión empresarial exitosa es también la integración de las misiones personales. El proceso de hacer que correspondan las misiones de los individuos y de la empresa a veces constituye la diferencia entre una empresa de alto rendimiento y una que apenas se desenvuelve.
Cuando las personas encuentran una empresa que es un vehículo para su misión personal, se multiplica su energía y su emoción. De alguna manera la misión de una empresa determina el modo en el que la misma se estructura. Es el núcleo que proporciona la dirección para desarrollar estrategias, definir los factores de éxito, buscar las oportunidades clave, seleccionar la asignación de recursos y complacer a los clientes o interesados en la empresa.
La misión es una síntesis de lo que ven y esperan los clientes, de las bondades y cualidades de los productos y servicios, y del valor que éstos aportan. Es decir, la misión debe distinguir a la empresa respecto a sus competidores.
Por otro lado, al interior de la empresa es fundamental que sus integrantes entiendan y hagan suya la misión. Si bien es cierto que en un sentido amplio la empresa piensa que su misión está clara, es frecuente que sus miembros, en razón de las tareas específicas que cada uno realiza, su marco de referencia sólo sea el inmediato a sus labores. En consecuencia, es imprescindible que todos los involucrados con la empresa analicen la importante aportación que hace su trabajo puntual a la consecución de la misión general de la empresa.
En resumen, la vida moderna demanda de las personas y de las empresas un alto nivel de competitividad, cuyos acelerados cambios sólo pueden estar sostenidos por principios y valores fundamentales. La misión que una empresa ha definido como identidad es la visualización sintética de ese bagaje de valores y principios que le permitirán ser un constante emprendedor de resultados exitosos.
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