Turismo

La estrategia emocional turística, a años luz de la realidad

La realidad es que solo las empresas son responsables de las emociones de cualquier empleado

¿Qué son las emociones?, ¿son sentimientos?, ¿son estados de ánimo?, ¿son sensaciones? Una tercera persona ¿puede manejar nuestras emociones?, ¿hasta qué punto? Cuando hablamos de gestores de emociones, ¿nos referimos a gestionar nuestras propias emociones o las de los demás? ¿Las emociones son siempre reales y al mismo nivel con cualquier persona o dependen de con quien estemos tratando?…

Podríamos seguir haciéndonos preguntas relacionadas con las emociones y cada uno de nosotros obtendríamos distintas opiniones al respecto, que pueden ser correctas o no, pero van destinadas, en un alto porcentaje de las veces, a los clientes en el turismo en general, pero ¿qué pasa a nivel interno?

La gestión de emociones no es más que un mensaje erróneo y estratégico de ciertas empresas para seguir adjudicando responsabilidad a los mandos intermedios con relación a las emociones generales de un departamento o una empresa determinada, pero la realidad es que solo las empresas son responsables de las emociones de cualquier empleado, ellos son los que manejan el timón y deciden por dónde quieren ir y a dónde quieren llegar y ellos son los únicos responsables de provocar emociones positivas o negativas en los empleados que en muchos casos, también cuesta dinero la implementación del buen desarrollo de estas a través de la formación, por ejemplo, y por ahí no quieren pasar. Los mandos intermedios, tipo director de hotel, chef, maitre, ama de llaves, etc. tienen la responsabilidad de mantener una atmósfera de positividad y de trabajo en equipo para que los objetivos marcados se cumplan.

Bajo mi punto de vista, las emociones son sentimientos determinados de la gente con base en cómo se desarrollan las circunstancias en su vida personal y profesional, es decir, las personas necesitan sentirse bien para poder desarrollar una emoción positiva pero no podemos incidir en las circunstancias que cada uno de nuestros empleados vive en su día a día personal, pero si en el profesional. Podemos hacerle el día más agradable y, por supuesto, podemos hacer que su espacio laboral sea, acogedor, digno, justo, respetable; donde el jefe los escuche; donde se sientan, como mínimo, parte del momento, especialmente de los éxitos, ya no digo de la empresa que eso es más difícil que pelar una manzana con una catana, sino del propio día a día del equipo; o donde sus sueldos, eso de lo que tanto se habla hipócritamente, sean dignos de una puñetera vez.

Os pongo un ejemplo claro y que me revuelve el estómago cuando oigo a políticos determinados, decir y pedir a los ciudadanos que hay apretarse el cinturón, pero solo nosotros, los ciudadanos. Los políticos tuvieron la oportunidad de demostrar que estaban en la misma línea cuando estando todo el país confinado, seguían cobrando sus dietas y plus de desplazamiento, vamos que eso de apretarse el cinturón no es para ellos (esa es una de las muchas que nos clavan)… la emoción de los que lo oyen evidentemente es de tristeza porque no es la primera vez que se le pide al pueblo dicho esfuerzo y que se va a traducir en subida obligatoria de impuestos a diestro y siniestro, al final, todo se desmorona y las emociones empiezan a cambiar pasando de la tristeza a la rabia. No es más que un juego de tronos de los políticos que poco o nada les importa lo que pase en la calle, no hacen más que jugar con las necesidades básicas de la sociedad para comprar su voto a cambio de nada, un juego de emociones en toda regla.

Después, entre otros muchos efectos, no hay consumo suficiente y variado, no hay turismo local y, debido a eso, autónomos y pequeñas empresas siguen desapareciendo, la gente común tiene que seguir haciendo malabares para poder llegar a fin de mes y todo esto provoca que lleguen emociones como, el desaliento, ansiedad, cansancio, miedo o asco.

Siempre he dicho que la política es un reflejo de la sociedad, es exactamente lo que pasa en la empresa privada que también hacen posible que sus empleados tengan o manifiesten emociones de todas clases dependiendo de lo que vean y oigan.

He conocido y trabajado en empresas a las que hay que darles un Óscar en interpretación, porque de cara a la opinión pública, se gastan miles de euros al cabo del año en políticas puntuales, pero con mucho ruido y difusión de, por ejemplo, ayuda al tercer mundo, de apoyo al cambio climático, comedores en el Caribe, limpieza de montes y playas, comedores sociales, etc. pero al final de puertas a dentro son un desastre, son víctimas de su propia mentira de revista y, a no ser que lo hayas visto personalmente, jamás pensarías que eso puede ocurrir. La forma de tratar al personal; la falta de cultura empresarial, de filosofía de crecimiento de empleados y de organización; la necesidad que tienen de facturar y facturar, sin ningún tipo de control de calidad, donde algunas no tienen ni medios para operar normalmente ni los quieren poner a pesar de tener beneficios millonarios año tras año —muy común en el Caribe especialmente y en grandes cadenas hoteleras— y todos los que se prestan a ello son cómplices del desastre, solo descarto complicidad para los miles de empleados que podrían peligrar sus puestos de trabajo en el caso de que denunciaran internamente. Falta de equipos (infraestructura adecuada y maquinaria) medios mínimos de trabajo, muchos de ellos solo es cuestión de reparación o reposición, que por cierto, los tienen en presupuesto año tras año pero en este caso, el presupuesto no se cumple; espacios de trabajo pequeños para volúmenes de clientes a miles, sin neveras, ni carros de transporte de comida refrigerados, donde algunos usan el mismo camión de la basura para llevar comida a otro punto de venta, en fin, cocinas completas que no se renuevan en más de 15 años y han sido amortizadas más de 7 veces sobre la base de la facturación que generan, historias para no dormir; eso sí, esas mismas empresas tienen la desfachatez de tener un departamento de “Responsabilidad Social Corporativa” que debería luchar precisamente por favorecer las propias deficiencias que ellos mismos se niegan a mejorar… vamos, lo que dije al principio, mucho ruido y pocas nueces.


Otras, también son capaces de cambiarte las emociones positivamente, al menos temporalmente, cuando te escogen en ese mal llamado “Plan de futuros directivos” o algo así, que no es más que sueldos baratos durante un tiempo determinado a jóvenes licenciados en Turismo o con ganas de labrarse un buen futuro y que acaban perdiéndolas, viendo cómo se les ha engañado, como se han aprovechado de ellos, su tiempo y su persona y como los ponen de patitas en la calle cuando ya los han exprimido suficiente o cuando al cabo de 2 años en algunos casos, esos directivos en formación piden: —¿Por favor es posible un aumento de sueldo? Y desde lo más lejos de la sala, se oye una voz diciéndole: —¡DESPEDIDO! Por no estar comprometido con la empresa.

También sucede en pequeñas empresas, hace pocos meses un conocido chef en Tenerife (conocido en su día, ya hace tiempo que está ausente mediáticamente hablando), despidió sin despeinarse a una empleada cuando se enteró de que esta, estaba embarazada y en su último día de periodo de prueba, dicha colaboradora, recibe un correo anunciándole que no lo ha superado, sin ningún tipo de contacto verbal o personal, con un simple correo electrónico. Lo peor, es que a la que estaban despidiendo, entró a sustituir a otra compañera que despidieron anteriormente por la misma situación. En mi opinión para todos estos, al final tardará más o menos, pero su verdugo ya está haciéndoles el nudo a la soga. Después, estos elementos van de defensores del feminismo y con la bandera de los derechos fundamentales por la vida. ¡Qué hipocresía! Este es el día a día de la sociedad empresarial actual, aunque sé que no todos son así y que en algún lugar siempre encontraremos alguna que mire por sus empleados y por hacerlos crecer. Las hay, creedme que las hay…

Concluyendo, creo que he respondido ya a las preguntas que lanzaba en mi primer párrafo, pero, en cualquier caso, lo resumo.

Las emociones de las personas están por todas partes y dependen esencialmente de como los tratemos, dependen no solamente de lo que les exigimos, sino también de los medios que les aportamos para conseguir sus objetivos, depende de si eres capaz de ponerte en sus zapatos, de conocer sus circunstancias personales, sus pensamientos y sus sueños. Las emociones de las personas no las podemos gestionar, pero si podemos hacer que sean positivas, dándoles seguridad, otorgándoles respeto, firmando un contrato de transparencia y haciendo desaparecer la cláusula de confidencialidad. Las emociones de las personas dependen de la palabra de los demás, dependen de como los mires y de que el tamaño de tu sonrisa siempre sea sano hacia a ellos, dependen de cómo les hables y dependen también positivamente, si eres capaz de no mentirles nunca.

Nadie quiere desarrollar emociones negativas, estoy más que convencido de ello, pero no te olvides de una cosa; mis emociones dependen de ti, si me tratas con respeto, mis emociones serán las adecuadas para el buen funcionamiento de la convivencia personal y profesional, todos somos parte implicada en las emociones de los demás y todos tenemos una responsabilidad en el estado de ánimo de los que nos rodean, que al final, son los que deben vender emociones positivas a nuestros clientes.

Víctor Rocha López, tourinews

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