“La diferencia entre ganadores y perdedores
es como manejan las derrotas”
Rosabeth Moss Kanter
Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles. Joseph Ernest Renan (1823-1892) Escritor francés.
La resiliencia, es un concepto que se ha convertido en pilar en el mundo de la gestión administrativa para desarrollar las capacidades que nos permitan manejar las situaciones no previstas que le ocurren a una organización y formar el liderazgo que se necesita para salir fortalecido ante las adversidades.
Este es un concepto que se toma de las teorías de la psicología positiva, que cuando se aplica al mundo laboral ayuda a que las personas encuentren formas de reconocer sus cualidades y desarrollarlas, enfocándose en aspectos positivos de los trabajadores en lugar de los negativos, para de esa manera crear en una organización lo que se llama capital psicológico, la cual se compone de características interrelacionadas como:
- – la autoeficacia, o confianza que se debe tener para realizar tareas desafiantes,
- – el optimismo, o actitud positiva ante hechos presentes o futuros,
- – la esperanza, o la búsqueda constante del camino para cumplir las metas, y
- – la resiliencia, o la capacidad de las personas para sobreponerse a la adversidad, conflictos o derrotas
En el caso de la resiliencia, las organizaciones que generan esta habilidad en su personal tendrán más ventajas adaptándose y siendo exitosos a largo plazo. Aunque no hay una receta única para desarrollar la resiliencia basta con generar una conducta, actitud y patrón apropiados en la cultura de una organización. Para guiarnos en este proceso existen principios que ayudan a desarrollar la capacidad de resiliencia organizacional como el de favorecer la diversidad en formas de pensar y el planteamiento de soluciones, la colaboración y trabajo en equipo, la transparencia y claridad en procesos y sistemas y la flexibilidad para cambiar planes y procedimientos ajustándose a la realidad que se presenta, entre otros.
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Durante la vida de una organización surgen siempre crisis resultado de condiciones externas o internas. En esos momentos, cuando la operación de rutina se encuentra amenazada, se resalta el papel del líder. Incluso se puede decir que en gran medida el modelo de liderazgo determina la perdurabilidad de la organización, marcando la diferencia entre organizaciones que se debilitan de las que salen fortalecidas.
En la literatura revisada encontramos dos tipos de liderazgo favorables, el liderazgo transformacional (propuesto por Randall, Yarker y Brenner en su artículo: “The effects of transformational leadership on followers´ perceived work characteristics and well being. A Longitudinal study”, 2008) y el liderazgo generativo (Joan Dish, en su libro: “Generative Leadership”, 2009)
El liderazgo transformacional, es un liderazgo que se enfoca en tener un estilo creativo y visionario que inspire a los trabajadores y permita que todos enfoquen sus intereses propios a la obtención del objetivo global, mientras que el liderazgo generativo se enfoca en gran medida en desarrollar la capacidad creativa e innovadora que permita tener nuevas opciones ante los paradigmas y generen un cambio grupal, como también crear ambientes donde las personas estén a gusto con su trabajo y puedan dar mejores resultados.
De ambos tipos de liderazgo obtenemos que el papel del líder es entonces el de un gestor de este comportamiento organizacional positivo promoviendo el cambio hacia una cultura organizacional con los valores y principios que favorezcan la resiliencia.
Por su parte el líder debe poseer también esa habilidad de recuperarse de las adversidades – o de sus propios errores – y fortalecerse.
En su libro “Confidence: How Winning Streaks and Losing Streaks Begin and End” (2006), Rosabeth Moss Kanter, profesora de la Escuela de Negocios de Harvard, resalta que esa capacidad de sobreponerse a las adversidades se basa en los pilares de la confianza como son: la responsabilidad (rendición de cuentas, toma de responsabilidades), la colaboración (apoyar a otros para alcanzar una meta común) y la iniciativa (enfocarse en pasos positivos y mejoras).
Como recomendación, una buena práctica para las personas en posiciones de liderazgo es desarrollar su capacidad de resiliencia mediante el aprendizaje continuo y la autoevaluación. Los líderes que mejor conocen sus fortalezas, debilidades y habilidades para integrar gente y recursos para solventarlas, son quienes encuentran más fácil la adaptación al cambio.
Si bien es cierto que individuos y organizaciones viven sujetos a presiones de todo tipo, las organizaciones exitosas en el largo plazo lo son porque han desarrollado, entre otras cosas, esa capacidad de sobreponerse a las circunstancias y porque sus liderazgos están preparados para dirigir la adaptación ante el cambio. Teniendo en cuenta que la normalidad de la vida diaria es el cambio constante, la resiliencia es entonces un valor necesario para que todo líder pueda desarrollar un liderazgo positivo que marque la diferencia.