Octavio Paz
Poeta y ensayista mexicano, Octavio Paz (1914-1998) se hizo acreedor al Premio Nobel de Literatura en 1990.
La Academia Sueca otorgó el galardón por “su escritura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y la integridad humanística”; otra de las razones por las que reconoció a Paz -quien a sus 76 años seguía siendo un hombre activo como escritor y crítico-, fue “porque mira al mundo como si lo pronunciara. Su poesía consiste, en gran medida, de la escritura con y sobre las palabras.
Se trata de exquisita poesía amorosa, sensual y visual al mismo tiempo”. Este 2014, a cien años de su nacimiento, GENTE Q. Roo rinde un breve homenaje a Octavio Paz, con la selección de algunos párrafos de la gran obra El laberinto de la Soledad.
¿Qué es la CHINGADA? Ante todo es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la ‘sufrida madre mexicana’ que festejamos el diez de mayo. Vale la pena detenerse en el significado de esta voz. Chingar también implica la idea del fracaso.
En México los significados de la palabra son innumerables. Es una voz mágica. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos.
Se puede ser un chingón o un chingaquedito. El verbo denota violencia, salir de sí mismo y penetrar por la fuerza en otro. Y también, herir, rasgar, violar –cuerpos, almas, objetos-, destruir. Cuando algo se rompe, decimos ‘se chingó’.
Cuando alguien ejecuta un acto desmesurado y contra las reglas, comentamos: ‘hizo una chingadera’. El que chinga, jamás lo hace con el consentimiento de la chingada. En suma, chingar es hacer violencia sobre otro. Lo chingado es lo pasivo, lo inerte y abierto. El chingón es el macho, el que abre. La chingada, la hembra, la pasividad pura, inerme ante el exterior.
El poder mágico de la palabra se intensifica por su carácter prohibido. Nadie lo dice en público. Solamente un exceso de cólera, una emoción o el entusiasmo delirante, justifican su expresión franca. Al gritarla, rompemos un velo de pudor, de silencio o de hipocresía.
Nos manifestamos tales como somos de verdad. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. La voz además tiene otro significado, más restringido. Cuando decimos ‘vete a la chingada’ enviamos a nuestro interlocutor a un espacio lejano, vago e indeterminado”.
“Uno de los remedios que más frecuentemente nos ofrecen los países “avanzados” –señaladamente los EEUU- es el de las inversiones privadas extranjeras. En primer lugar, todo el mundo sabe que las ganancias de esas inversiones salen del país, en forma de dividendos y otros beneficios.
Además implican dependencia económica y, a la larga, injerencia política del exterior. Por otra parte, el capital privado no se interesa en inversiones a largo plazo y de escaso rendimiento, que son las que necesitamos; por el contrario, busca los campos más lucrativos y que ofrezcan posibilidades de mejores y más rápidas ganancias. En fin, el capitalista no puede ni desea someterse a un plan general de desarrollo económico”.
“Nuestra historia está llena de frases y episodios que revelan la indiferencia de nuestros héroes ante el dolor y el peligro. Desde niños nos enseñan a sufrir con dignidad las derrotas. La resignación es una de nuestras virtudes populares. Más que el brillo de la victoria, nos conmueve la entereza ante la adversidad”.“Nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares. Los países ricos tienen pocas: no hay tiempo ni humor. Y no son necesarias; las gentes tienen otras cosas que hacer. Pero un pobre mexicano, ¿cómo podría vivir sin esas dos o tres fiestas anuales que lo compensan de su estrechez y de su miseria?
Las fiestas son nuestro único lujo; ellas sustituyen, acaso con ventaja, al teatro y a las vacaciones, al week end y al coctail party de los sajones, a las recepciones de la burguesía y al café de los mediterráneos”.
“La desconfianza, el disimulo, la ironía, en fin, las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena nos eludimos a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que figue frente al señor. Esclavos, siervos y razas sometidas se presentan siempre recubiertos por una máscara, sonriente o adusta. Y únicamente a solas, en los grandes momentos, se atreven a manifestarse tal como son.
Todas sus relaciones están envenenadas por el miedo y el recelo. Miedo al señor, recelo ante sus iguales. La situación del pueblo durante el periodo colonial, sería así la raíz de nuestra actitud cerrada e inestable”.
“Porque todo lo que es el mexicano actual, como se ha visto, puede reducirse a esto: el mexicano no quiere o no se atreve a ser él mismo. En muchos casos estos fantasmas son vestigios de realidades pasadas.
Se originaron en la Conquista, en la Colonia, en la Independencia o en las guerras sostenidas contra yanquis y franceses. Otros reflejan nuestros problemas actuales, pero de una manera indirecta, escondiendo o disfrazando su verdadera naturaleza. ¿Y no es extraordinario que, desaparecidas las causas, persistan los efectos?
En esta esfera es imposible escindir las causas y efectos. En suma, la historia podrá esclarecer el origen de muchos de nuestros fantasmas, pero no los disipará. Solo nosotros podemos enfrentarnos a ellos.
O dicho de otro modo: la historia nos ayuda a comprender ciertos rasgos de nuestro carácter, a condición de que seamos capaces de asimilarlos y denunciarlos previamente. Nosotros somos los únicos que podemos contestar a las preguntas que nos hacen la realidad y nuestro propio ser”.
“Casi todos piensan, con un optimismo heredado de la etapa de la Enciclopedia, que basta con decretar nuevas leyes para que la realidad se transforme”.
“En México hay un horror, que no es excesivo llamar sagrado, a todo lo que sea crítica y disidencia intelectual; una diferencia de opinión se transforma instantánea e insensiblemente en una querella personal. Esto es particularmente cierto por lo que toca al presidente: cualquier crítica a su política se convierte en sacrilegio.
El respeto fanático a la persona de caudillo es un sentimiento de origen árabe que se encuentra en todo el mundo hispánico; la religiosa reverencia que inspiran los atributos impersonales del presidente de los mexicanos es un sentimiento de raíz azteca”.
“La crítica es el aprendizaje de la imaginación en su segunda vuelta, la imaginación curada de fantasía y decidida a afrontar la realidad del mundo. La crítica nos dice que debemos aprender a disolver los ídolos: aprender a disolverlos dentro de nosotros mismos. Tenemos que aprender a ser aire, sueño en libertad”.
¿CUÁNDO SE ESCRIBIÓ EL LIBRO? El laberinto de la soledad de Octavio Paz se lee desde 1950 como una pieza magistral del ensayo en la lengua española y como un texto donde la crítica y el mito libran las batallas de la transparencia.
Octavio Paz no podría ser indiferente a las dramáticas consecuencias de 1968 en la historia mexicana y aquel año suscitó Posdata (1969), la célebre secuencia de El laberinto de la soledad. Este libro fue un gesto de responsabilidad y un llamado de alerta.
Paz volvió sin vacilaciones a las heridas mexicanas y afirmó su creencia en esa profunda reforma democrática cuya actualidad habrá de reconocer en Posdata a uno de sus antecedentes intelectuales más firmes.
La aparición de El laberinto de la soledad, dejó una huella indeleble en el pensamiento mexicano moderno. A contracorriente de las interpretaciones psicológicas o metafísicas de la época.
Octavio Paz restituyó al mexicano su individualidad histórica a nuestra nación su sitio entre los conflictos de la civilización occidental. Se trata de una obra, grabada en la conciencia intelectual de México como pocos en nuestra historia.
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Octavio Paz. El Mexicano no quiere o no se atreve a ser él mismo
Octavio Paz, poeta y ensayista de trascendencia universal
Su obra, que incluye casi una treintena de libros de poemas y más de 30 ensayos, ha sido traducida a 32 idiomas
Octavio Paz (Ciudad de México, 31 de marzo, 1914- Íbid. 19 de abril, 1998) poeta, ensayista, escritor y diplomático, es uno de los autores mexicanos más prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX y que alcanzó dimensión internacional. Su obra, sobre todo poemas, ensayos y traducciones, ha sido traducida a más de 32 idiomas, además del inglés, el francés y el italiano, a lenguas como el chino, el ucraniano y el japonés.
La carrera del único mexicano que ha obtenido el Premio Nobel de Literatura (1990) inició con Mar de día, su primera obra poética publicada en 1931, sin embargo fue con el ensayo El laberinto de la soledad, con el que su obra comenzó a llamar la atención en nivel internacional.
En el ámbito lírico, junto con Pablo Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma el grupo de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX.
Nieto de Irineo Paz, novelista y soldado del ejército e hijo de Octavio Paz Solórzano, abogado que apoyaba la causa de Emiliano Zapata, el poeta estudió en las facultades de Derecho y de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde tomó clases con el escritor Carlos Pellicer, que lo vinculó con poetas como Jorge Cuesta, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y José Gorostiza.
“Ellos me abrieron los ojos y me descubrieron la poesía moderna”, señalaba el escritor, aunque también Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez fueron sus primeras influencias en la lírica.
Sus preocupaciones sociales se dejaron sentir prontamente, y en 1937 realizó un viaje a Yucatán con la intención de crear una escuela para hijos de trabajadores. En junio de ese mismo año, contrajo matrimonio con la escritora Elena Garro, con quien tuvo una hija, Helena; para luego viajar a España y participar en el Congreso de Escritores Antifascistas, donde conoció a Rafael Alberti, Nicolás Guillén, Pablo Neruda y Ernest Hemingway.
A su regreso, participó en la fundación de la revista Taller en 1938 y después, inició una vida de viajes, pues en 1943 recibió la Beca Guggehnheim y realizó estudios en la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.
En 1945 comenzó a servir en el Servicio Exterior Mexicano, en las embajadas de Francia, India y Japón. Asimismo, dio cátedra en diversas universidades americanas y europeas, ofreció conferencias y fundó las revistas Plural y Vuelta en los setenta.
Como intelectual, estuvo en el centro de la polémica, ya que de joven comulgó con el liberalismo y el marxismo, doctrinas que criticaría después. Su denuncia a las violaciones a los derechos humanos en los países socialistas, le causó severos cuestionamientos por parte de la izquierda latinoamericana.
Entre la poesía y el ensayo
La vasta producción literaria de Octavio Paz se enmarca entre la lírica, con casi una treintena de libros publicados y el ensayo, que igualmente incluyen más de 30 títulos.
Su poesía, está marcada por la experimentación, a veces con toques neomodernistas, existencialistas y hasta surrealistas y metafísicos, donde se adentró en reflexiones sobre el destino del hombre, el amor y el erotismo, la soledad y los problemas de su tiempo.
En una primera etapa, el autor pretendía penetrar, a través de la palabra, en un ámbito de energías esenciales, pues su preocupación era la creatividad del lenguaje, como señalaba en su libro Libertad bajo palabra, “contra el silencio y el bullicio, invento la palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día” y es que, según Paz, el verdadero autor de un poema, no era ni el poeta ni el lector, sino el lenguaje.
Un regreso a la vanguardia y a la palabra mágica se materializan en poemas como ¿Águila o Sol?, libro de prosa de influencia surrealista y Piedra de Sol, una de sus obras maestras compuesta por 584 endecasílabos, la misma cifra que los años del calendario azteca, construida con gran densidad y poderosas imágenes a partir de la cosmogonía azteca del tiempo circular.
En Salamandra (1962), Octavio Paz construyó una exploración sobre nuevos poderes de la palabra y Ladera este (1962-1968) es fruto de su interés por la cultura oriental, de la que surgen nuevas dimensiones combinadas con la liberación máxima del lenguaje.
Blanco, de 1967, es una experimentación a nuevas formas de presentación, pues el poema está dispuesto en tres columnas que pueden leerse de distintas formas, mientras que Topoemas y Discos visuales son intentos de crear una nueva percepción del mensaje.
Un único, largo y bellísimo poema de lenguaje más sobrio, pero de inusitada densidad, destinado a bucear en su conciencia, en su vida y en su palabra es Pasado en claro (1975) y de sus libros posteriores, cabe destacar Vuelta (1976), donde alude al regreso del poeta a México tras una larga permanencia en Europa y Oriente y Árbol adentro (1987) que aborda temas constantes en su producción, como la meditación sobre la muerte y el amor.
Como todo intelectual, Octavio Paz se mantuvo en el centro de la discusión artística, política y social del país. Su curiosidad, variedad de intereses e inteligencia, se muestran en sus numerosos ensayos, que incluyen una amplia diversidad de temas como el arte y la literatura, la sociología y la lingüística, así como la historia y la política.
Una profunda reflexión sobre la creación poética se encuentra en El arco y la lira de 1959, mientras que la identidad mexicana es el tema de El laberinto de la soledad (1959) y Posdata (1970).
Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982) es un completo estudio sobre la obra y la compleja personalidad de la poeta mexicana del siglo XVII; El mono gramático (1974), indaga en la esencia del lenguaje y constituye un testimonio de su atracción hacia Oriente y Tiempo nublado (1983) se ocupa de la situación política y social contemporánea.
En Los privilegios de la vista (1987) se encuentran sus apreciaciones sobre las artes plásticas y en La llama doble de 1993, recorre la génesis de la idea poética del amor. Otros títulos de su abundante producción ensayística son Cuadrivio (1965), Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (1967), Conjunciones y disyunciones (1969), Los hijos del limo (1974), El ogro filantrópico (1979), Hombres de su siglo (1984) e Itinerario (1993).
Aunque Octavio Paz es reconocido por su calidad excepcional como poeta y ensayista, otra faceta importante en su vida es la de traductor de poetas, cuya producción está reunida en el libro Versiones y diversiones de 1974, que fue reeditada en 2000.
Y es que el escritor señalaba que de hecho, el lenguaje es ante todo traducción, un acto literario que implica una transformación del original y a ella se dedicó durante más de medio siglo, pues significó un instrumento para profundizar su conocimiento de la poesía en todas sus manifestaciones culturales y lingüísticas.
La labor de Paz en este campo incluye traducciones de poetas como Gérard de Nerval, Guillaume Apollinaire, Pierre Reverdy, Stéphane Mallarmé, Henri Michaux, Paul Éluard, Fernando Pessoa, Georges Schehadé, John Donne, Ezra Pound, E.E. Cummings, William Carlos Williams, Czeslaw Milosz, Li Po, Tu Fu, Li Ch’ingchao, Matsuo Basho y Kalidasa y Chuang-tse, entre muchos otros.
Pero además, Octavio Paz es uno de los escritores mexicanos más traducidos, junto con Carlos Fuentes y Juan Rulfo, pues su obra se encuentra en 32 idiomas y continuamente aparecen sus libros en lenguas extranjeras.
Apenas hace dos años, con motivo de los 15 años de su fallecimiento, la brasileña Cosac publicó una traducción al portugués de El arco y la lira, que tiene como prólogo una carta de Julio Cortázar, en la que el argentino calificaba a ese ensayo como el mejor sobre poética escrito en América.
También salió The poems of Octavio Paz, traducido y editado por Eliot Weinberger, una amplia selección bilingüe que incluye versos traducidos por primera vez al inglés y cuya portada fue ilustrada con un Mandala realizado por el artista Vicente Rojo.
Y el año pasado, con motivo del centenario del natalicio del poeta, el Conaculta, a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) aparecieron traducciones de sus obras en japonés, italiano y ucraniano, gracias al Programa de Apoyo a la Traducción (Protrad).
Piedra de sol fue llevada al japonés por la editorial EHESC, mientras que El laberinto de la soledad fue traducido al ucraniano. Previamente, en 2002, el Fonca apoyó la traducción al italiano de Águila o Sol, que fue una de las primeras publicaciones de la obra de Octavio Paz en ese idioma, así como la traducción al japonés de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe.
La importancia de la obra literaria de Paz también se manifiesta en los múltiples reconocimientos a los que se hizo acreedor, coronados por el Premio Nobel de Literatura en 1990, pero que también incluyen el Premio Xavier Villaurrutia en 1957 por El arco y la lira, el Premio Internacional de Poesía de Bruselas, Bélgica en 1963, el Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura, el Premio Jerusalem y el Nacional de Letras de México, estos tres en 1977.
Dos años después recibió el Premio Gran Águila de Oro del Festival Internacional del Libro en Niza, en 1981 el Premio Cervantes, en 1985 se hizo acreedor al Premio Internacional Alfonso Reyes y al Mazatlán de Literatura por Hombres en su siglo. El Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades lo obtuvo en 1993 por la revista Vuelta y en 1994, la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia y la Medalla Gabriela Mistral en Chile.
Desde 1967 fue miembro del Colegio Nacional y fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua a partir de 1997. También formó parte de la primera generación de Creadores Eméritos del Sistema Nacional de Creadores de Arte, creado en 1993, junto a personalidades como Andrés Henestrosa, Alí Chumacero, Juan José Arreola, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis entre otros destacados creadores de excelencia.
Octavio Paz fue nombrado doctor Honoris Causa por diversas universidades en todo el mundo como la de Boston, la de Harvard, la de Nueva York, la de Texas, la UNAM, la de Murcia y la de Roma, además de obtener el Premio Nacional de Periodismo de México en 1998, en reconocimiento a su trayectoria.
La mejor manera de recordar a un escritor es leyéndolo y a 17 años del fallecimiento de Octavio Paz es ocasión de leer y releer a quien fue uno de los grandes intelectuales del siglo XX, quien murió el 19 de abril de 1998 en la Casa de Alvarado, ubicada en Francisco Sosa No. 383, en Coyoacán, inmueble que hoy alberga a la Fonoteca Nacional.
Información: AGB
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