Olvídate de los atajos: el camino al éxito se logra con pasos lentos y cortos… ¡y duele!

¿Qué pasa cuando un grupo de líderes enfrenta el reto de subir a más de 5,000 metros de altura en un viaje de 10 horas al Iztaccíhuatl? Esta es la lección de vida de la montaña.

El corazón en la garganta que quiere salirse y estallar. El dolor del pecho por la escasez de oxígeno. La cabeza que da vueltas por la presión atmosférica. El cuerpo empapado y los pies que no aguantan más después de seis horas de ascenso.
Al llegar a 5,036 metros de altura en el Iztaccíhuatl, en las rodillas de la “mujer dormida”, los compañeros, la mayoría inexpertos montañistas como yo, celebran, pero en mi mente yo sólo puedo recordar las palabras de nuestro coach Miguel Cruz, quien fue CEO de SAP México: “Vayan despacio. Respiren profundo. No quieran ir rápido. Sólo pasos cortos y lentos.”
Esta lección ha sido repetida durante todo el camino para mí y  mis nueve compañeros, todos fundadores de empresas o directores generales. Para llegar no importó lo exitosos que son en sus negocios: todos tuvimos que sobrepasar nuestros límites físicos y mentales… y seguir la simple pero vital lección de Miguel, quien además nos advirtió: “Aquí arriba no hay nada que festejar. No pierdan la concentración. Aún tenemos que bajar de regreso.”
Y tenía toda la razón. A las seis horas de ascenso se agregaron cuatro para el descenso, un camino lleno de tierra suelta, derrapes y piedras filosas con condiciones adversas: el cuerpo exhausto, la falta de agua, la mente jugando en contra.
Diez horas después, Lalo Azpiroz y Raúl Romero, socios de Integralis Consulting Group, quienes nos invitaron a esta aventura, habían logrado su cometido: comprender que los retos de negocios, de trabajo y de la vida a los cuales nos enfrentamos a diario son como subir una montaña y se enfrentan de la misma manera: respirando profundo, a pasos cortos, lentos y dolorosos.
La misma lección que me había dado meses antes Jaime Cámara, fundador y CEO de PetStar, la recicladora de PET más grande del mundo, en una entrevista (que aparece en esta edición), pero que entonces no entendí por completo: “No hay atajos para llegar a la meta. El camino se tiene que seguir. La más importante diferencia entre lograrlo y no lograrlo es entender cuáles son los pasos que se tienen que dar, no querer dar un paso grande o fácil. No hay pasos fáciles: Hay que dar los pasos, y son cortos y dolorosos.”
 
Con información de Entrepreneur.