A pesar de que el terreno del emprendimiento y la innovación sigue siendo dominado por hombres, las startups fundadas o cofundadas por mujeres gastan menos en inversión y generan más beneficios.
Por Juan Luis Manfredi
El movimiento feminista es uno de los hitos de 2018. Las mujeres han salido a la calle y han afectado al modo de pensar, relacionarse y diseñar la política. En mi opinión, es una iniciativa que no tiene marcha atrás y que está cimentado sobre años de acción colectiva. No se improvisó la jornada del 8 de marzo, como se improvisaron otras actividades centradas en mujeres.
Sin embargo, el terreno del emprendimiento y la innovación siguen siendo de mayoría masculina. Como escribí en otra ocasión, “las mujeres que dirigen empresas y compañías suelen encontrar barreras parecidas en el desarrollo de su ejercicio profesional, tanto en su calidad de emprendedoras, responsables del área de creación de negocios e innovación como en calidad de directivas más generalistas. Es un asunto transversal que requiere unas políticas públicas sólidas, coherentes con el entorno estratégico en el que vivimos y ajustadas a la transformación digital.”
Los datos del anuario de GEM 2017 Women’s Entrepreneurship Report señalan las tendencias: se reduce la brecha de género salarial en solo el 5%, crece el emprendimiento femenino en el 10% anual y crece el 8% el número de negocios consolidados liderados por mujeres. Son buenas noticias, pero hay espacio para mejorar. Muchas de las grandes iniciativas de mujeres en Silicon Valley están relacionadas con la salud, la fertilidad o el propio desarrollo tecnológico (machine learning, Internet of Things).
La diversidad enriquece la compañía y genera un entorno propicio para la innovación. No me refiero al ambiente social, la empatía o la calidad del trabajo, que pueden ser cuestiones importantes, sino que apunto a la cuenta de resultados a través de la innovación activa. Las empresas con mujeres en puestos directivos ofrecen mejores números en el largo plazo porque éstas suelen valorar otros elementos que no se limitan al comportamiento financiero. Esta visión más amplia del comportamiento de una organización ofrece información cualitativa sobre el bienestar de los empleados, la reputación en el sector, la veracidad de las cifras proyectadas en el plan de negocios y otros intangibles convertibles en cash.
La comunicación oral y la presentación ante públicos es parte del negocio. A menudo, en las presentaciones, las directivas ceden su puesto en asuntos relacionados con asuntos técnicos, operaciones y funcionamiento real del negocio. Es una mala idea porque hace creer al inversor que no está en el corazón de la actividad empresarial. Quien pide dinero en una ronda de inversiones tiene que explicar a su audiencia la parte blanda (estrategia, visión, misión), pero sobre todo la parte dura de la industria (dónde están los clientes, cómo se gana dinero, cómo se opera).
El valor de la autoestima se puede calcular. No es malo tener una visión optimista de vida y pensar que los proyectos se ejecutarán de acuerdo con lo establecido. Sin embargo, el hombre tiene a sobreestimar sus propias predicciones, basadas en su experiencia previa o conocimiento. Por eso, se rompen las expectativas depositadas ante “la nueva empresa que revolucionará el sector XYZ”. Las mujeres tienden a ser más conservadoras en el sentido de que valoran mejor los activos, son más responsables con las decisiones que impulsan y toman riesgos más calculados. Son operaciones financieras más moderadas, pero más seguras.
Hay que fomentar la presencia femenina en las actividades que rodean el emprendimiento. Se aprende por copia de modelos y roles, porque las redes profesionales e informales contribuyen a la mejora de las posibilidades de diseñar tu propio futuro profesional. Me refiero a las inversionistas de capital, las mentoras, las aceleradoras y otras posiciones ocupadas, en su mayoría, por hombres. Se trata de perseguir un objetivo de mayor equilibrio, representación y diversidad en la toma de decisiones y no solamente en la presentación de proyectos. Sin capital social que apueste por la diversidad en la actividad económica y empresarial, es más difícil avanzar.
En síntesis, se trata aprovechar la visión femenina en la empresa. A menudo, la masculina se centra la compensación y otros atributos sensibles que operan en el corto plazo. Esto no es problema, si bien conviene acentuarlo con la parte intangible que valoras actividades y actitudes dentro de la organización. Como enseñan los clásicos, en el medio está la virtud.