Las personas que no ejercitan la estrategia en sus vidas, gastan energía concentrándose en el dilema y no en la solución, aquí consejos para solucionar los problemas en el emprendimiento.
Respecto al abordaje y solución de conflictos, ningún sistema de gobierno creado por el ser humano es más efectivo que la Estrategia. Todo el pensamiento estratégico está orientado a encarar la adversidad de la manera más práctica posible. Y no solo el conflicto de dinámicas internas, también el que provocan adversarios y competidores. Los problemas en el emprendimiento son exponentes de todo lo anterior, y pueden capitalizar muy bien estos “tips” que emergen del ejercicio estratégico desde los albores de la historia humana, comenta el portal Negocios y Emprendimiento.
(Ideas y conceptos extraídos del libro: “Cómo enfrentar y resolver problemas en los emprendimientos y en la vida. Recomendaciones estratégicas” de Carlos Nava Condarco)
1.- Si no hay solución, ¡no hay problema!
No olvide nunca esta afirmación, tiene mucho poder.
Además es la forma más práctica de entender que TODO problema tiene solución. ¡Simple! Si se convence de esto, su rendimiento profesional y su vida, ingresarán en un estado de calidad que conocen pocos.
El pensamiento estratégico Oriental plantea esta premisa de la siguiente manera: “si el problema tiene solución, ¿de qué se preocupa?, y si el problema no tiene solución, ¿para que se preocupa?”
Detrás de estas afirmaciones se encuentra un tema de gestión de energía. Porque si se entiende que todo problema tiene solución, el enfoque mental se centra ella y no en el problema. Y esto ahorra mucha energía personal.
Las personas que no ejercitan la Estrategia en sus vidas, gastan energía concentrándose en el dilema y no en la solución. Así, los conflictos toman cuerpo y se complican. Problemas y soluciones son energías opuestas, entidades distintas. Como el fuego y el agua. No se puede combatir el fuego concentrando energía en él, se lo hace enfocándola en el agua que lo sofoca.
Al encarar problemas en el emprendimiento u otra área, es posible que no tenga idea de la solución. ¡No importa! Ésa es otra historia, porque efectivamente las respuestas hay que trabajarlas. Lo importante es tener certeza que el problema tiene solución. Es en este punto donde se gana la partida.
2.- Los problemas en el emprendimiento y en la vida, se resuelven con la cabeza, no con el corazón ni con el estómago.
¡Recuérdelo siempre!
La Estrategia exige RESPUESTAS, nunca reacciones. Y esto solo puede provenir del razonamiento, de la frialdad de procesos mentales lógicos y calculados.
Las emociones no son buenas consejeras para la resolución de problemas. Mucho menos si estos son delicados o complejos. Los problemas en sí mismos llegan con mucha carga emotiva, y nada bueno emerge de invertir más pasión para tratar de resolverlos.
De la paleta de emociones humanas, dos son las menos apropiadas para la resolución de conflictos: el pánico y la rabia. En el juego de las tribulaciones, “el que se asusta o se enoja pierde”.
Habitualmente los problemas más complejos tienen las soluciones más simples, pero comprobar esto en un remolino de emociones es imposible.
3.- Detrás de cada problema, siempre hay un beneficio.
¡Tome nota mental de esto para que no se le olvide!
¡Ojo! Este consejo estratégico no tiene nada que ver con el que establece la existencia de una oportunidad en cada problema. Beneficio es una cosa y oportunidad otra. Algún remilgado afirmará que toda oportunidad debe entenderse como un beneficio, pero eso no ayuda por el momento.
El hecho es que los problemas son útiles, siempre. Por lo menos desde la óptica de la Estrategia. Posiblemente otros sistema de pensamiento evalúen de manera distinta la adversidad, pero para la Estrategia siempre constituye un hecho beneficioso.
¿Dónde se encuentra el beneficio de un problema?
- En que constituya síntoma de algo que debe resolverse o mejorar.
- Permiten que se activen los caminos de la optimización.
- Son “un cable a tierra” que modera la soberbia intelectual y el exitismo.
- Genera experiencias que enriquecen actos futuros.
Los problemas en el emprendimiento son “ladrillos” que ayudan en la construcción del proyecto. Pocas cosas tienen más solidez que ellos para construir lo que se desea. Puesto que nadie enseña igual. Bien se ilustra esto con aquel que “construye un camino con las piedras que le tira la vida”.
Cuándo encare un problema, pregúntese desde el principio qué beneficio trae. Al hallar la respuesta, habrá terminado el problema.
4.- Los problemas se resuelven con la mente y el cuerpo descansado.
Por lo tanto, desde éste mismo instante quedan descalificados el afán, la preocupación y la fatiga como factores para tratar la tribulación. Mente y cuerpo descansados están lejos de lo anterior.
El afán quema energía precipitadamente. No dosifica esfuerzos ni racionaliza asuntos prácticos. La preocupación quita tiempo a la ocupación, y la fatiga reduce la calidad de los razonamientos.
El mundo profano asocia diligencia con afán, responsabilidad con preocupación, fatiga con abnegación. Pero esto es un tremendo error.
El enfoque mental precisa energía, orden y tranquilidad. Así encuentra puntos de respuesta a la problemática. La inspiración y la creatividad unen ésos puntos para modelar la solución. Pero lo hacen en condiciones de sosiego y relajación.
Los problemas en el emprendimiento no tienen solución en la “función de trasnoche”, porque rara vez responden a intereses sistémicos o burocráticos. No es un asunto de “preguntas y respuestas frecuentes”. Ése tipo de problemas son comunes en las grandes organizaciones. El emprendimiento está más cerca de soluciones creativas y experiencias ganadas por acierto y error.
Cuando el cuerpo y la mente descansan, el cerebro comienza su tarea.
Y acá una pequeña nota para el despistado: el llamado a descanso y reflexión no es una invitación a la disipación o la conducta disoluta. Los grandes logros demandan esfuerzo y sacrificio. Pero es un error asociar trabajo con afán o preocupación.
5.- “Los problemas miden el tamaño que tienes”.
Todas las personas (profesionales, emprendedores, directivos, líderes, gobernantes, etc.), miden el tamaño exacto de los problemas que encaran y resuelven.
Cuando reflexione con seriedad en esto y lo internalice, cambiará toda su vida. Porque habrá modificado, en un instante, su percepción de las dificultades que enfrenta.
Por una parte, queda claro que la calidad de una persona, profesional o negocio, es mayor en cuanto mejor resuelve sus problemas. Pero por otra, es también cierto que los problemas acontecen a quienes hacen camino, y en cuanto más ambicioso éste, más nutridos aquellos.
Las personas que no tienen muchos problemas, no demuestran necesariamente inteligencia y mesura, en la mayoría de los casos son producto de una vida con poca dinámica. En paz no vive aquel que no tiene problemas, en paz vive el que sabe resolverlos, puesto que los problemas son señales de marcha.
Los problemas en el emprendimiento serán mayores en cuanto más grande el tamaño de éste. ¿No es esa una buena noticia? Las personas “grandes” siempre tendrán más problemas que las “pequeñas”, ¿no es esto bueno?
6.- Toda crisis es siempre una oportunidad.
Este es un Principio Estratégico. Ello quiere decir que se ha comprobado a lo largo de la experiencia. Las crisis, que son el agregado dramático de muchos problemas, constituyen el empaque en el que llegan envueltas las oportunidades.
El pensamiento estratégico guarda estrecha amistad con las crisis de todo tipo, porque siempre limpian el campo de juego, remecen las estructuras, cambian orientaciones y perspectivas. Por otra parte, en las situaciones que involucran disputas y competencia, las crisis disminuyen el número de agentes participantes, y en ése sentido, incrementan el valor del premio.
Si no existieran crisis (y profundas de tiempo en tiempo), las aguas no albergarían veleros ni competencias, serían como un lago lleno de boyas. Son los vientos, las aguas picadas y las corrientes bravías, las que le dan vida a los grandes mares. Las aguas estancadas se pudren.
Todo depende del cristal con el que se miren las cosas. La Estrategia adopta éste: toda crisis es siempre una oportunidad. Muchos juzgan la lógica y expresan: “fácil es decirlo, las víctimas de la última crisis difícilmente piensan lo mismo”.
Pues bien, se entiende y están en su derecho. Quienes desean ver las crisis como el final del camino, no merecen juicio. Y los que quieren verlas como se mira el gusano un poco antes de volverse mariposa, mejor aún. Algunos terminarán volando y otros estrellados. Esta es la vida. El pensador estratégico no es numeroso, es como un Pingüino Amarillo: escaso y distinguido.
7.- Nunca pida “menos” problemas en el emprendimiento o en su vida. Pida más coraje.
Menos problemas no conducen al crecimiento, es la capacidad de encararlos y resolverlos lo que lleva a evolución. Pero en tanto los problemas no son agradables y desgastan, se precisan dosis importantes de coraje para sostener marcha y prevalecer en el camino.
No se trata de entender que los periodos difíciles acontecen y hay que superarlos de cualquier forma. Esta lógica no agrega valor a lo que se vive. Se trata más bien de enfrentarlos con algo particular: coraje.
Cuando las dificultades se tratan así, la persona que emerge victoriosa puede capitalizar sus experiencias y dar valor a lo que le toca vivir.
El coraje no es una virtud ornamental. Quienes carecen de él, en uno u otro grado, disponen en la misma forma su porvenir. Ningún atributo puede reemplazar al coraje. El conocimiento no basta para enfrentar la tribulación. Las habilidades y destrezas son accesorias y nunca se activan sin determinación. La inteligencia es apenas una guía que evita que el coraje se convierta en osadía, pero nunca lo sustituye.
Nada existe en la vida que no deba conquistarse con esfuerzo y sacrificio. La existencia es una dinámica de obligaciones que superan derechos.
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