La Estrategia se plantea solo dos resultados posibles para sus acciones: victoria o derrota. Para ella no hay “medias victorias o derrotas parciales”. Solo existe el éxito o el fracaso, nada más. Por eso la Estrategia es el sistema de gobierno ideal para conquistar objetivos en disputa y dirimir conflictos. Ahora bien, la Estrategia se permite esta rigidez porque maneja con habilidad el equilibrio. Entiende que la senda que conduce a la victoria nunca discurre por los extremos, siempre se encuentra en el “camino del medio”.
Las posiciones de equilibrio permiten que las cosas se acomoden a un lado u otro, de acuerdo a la voluntad de quién actúa. El equilibrio es el “justo medio”, el baricentro, el giroscopio esencial de quién obra con inteligencia estratégica.
La majestad del equilibrio.-
En toda decisión o posición que deba adoptar personal o profesionalmente, colóquese en el justo medio. Ni a derecha ni izquierda, ni adelante o atrás. En el punto medio.
En todos los actos de la vida (y en los negocios por supuesto), el equilibrio otorga márgenes de tiempo y acción que aumentan la capacidad de individuos y organizaciones para alcanzar los resultados que buscan. Las decisiones difíciles, las determinaciones cruciales, ésas que definen el valor de las conquistas, se toman mejor desde una posición de equilibrio.
Para la Estrategia se trata de algo bastante elemental: mantener balance es la única forma de conservar todas las capacidades de acción en su mejor nivel, listas para ser aplicadas con efectividad. Es la senda que conduce a la victoria. El balance mantiene en pié a quién combate, bien sea el luchador de artes marciales, el guerrero que sostiene un duelo o el equipo que disputa un resultado.
En condiciones de equilibrio el potencial de los recursos disponibles permanece intacto, completo, sin ningún desgaste. El control de la campaña es un resorte interno. Las eventualidades y circunstancias no tienen poder de alterar las disposiciones.
En cambio, cuando las “cartas se juegan” las acciones se desplazan fuera del equilibrio. El nivel de control disminuye. Ya todo depende de la dinámica de los acontecimientos y la calidad de las decisiones que se hayan tomado inicialmente en la zona de balance.
El propósito final de la Estrategia es sostener el control de la situación, y a esto contribuye el hecho de actuar desde el equilibrio.-
Bien lo afirma el adagio popular: “ningún extremo es bueno”. Esta es una apología del balance, del equilibrio, del “camino el medio”: la senda que conduce a la victoria.
La elección del “camino del medio” es una forma inteligente de gestionar riesgos, porque éstos son siempre mayores en los extremos. Por lo tanto hay más riesgo en una posición muy conservadora o muy liberal (respecto a cualquier asunto), que en el punto medio. Desde aquí se puede ser agresivo o cauto en función de lo que demande la evolución de las cosas. El peligro potencial de tomar decisiones equivocadas se reduce.
El “blanco y el negro” (valga la simplificación), representan siempre más riesgo que el gris. Éste último puede volverse negro o blanco con mayor facilidad de la que tienen los estados extremos.
La elección del “camino del medio”, la senda que conduce a la victoria, no tiene nada que ver con pasividad, falta de determinación o ausencia de coraje. Tampoco con la posibilidad de capitalizar oportunidades o mantener la iniciativa.
Las personas y organizaciones que privilegian el equilibrio actúan con determinación, coraje, prudencia o pasividad, de acuerdo a lo que la situación y los objetivos les demanden. Pero lo hacen partiendo desde el balance y el equilibrio.
No hay que confundir estado con proceso. Y para entender esto ayuda la metáfora del “camino del medio”. El equilibrio es producto de un proceso permanente de acciones. El “camino” no es una estación o una parada, es una vía que se transita. El equilibrio no es un fin, es un medio para alcanzar un propósito ulterior.
Por medio de las acciones se es más o menos agresivo en algo en particular, se aprovechan las oportunidades y se genera iniciativa, coraje, paciencia o lo que fuese. Pero a todo esto se llega desde el punto medio, desde el equilibrio y el balance.
El «camino del medio» no es neutro.-
Lo neutro no existe en Estrategia. El equilibrio tiene “carga”, propende al sesgo, espera definición. Es igual que ése estado que antecede al disparo de un arma. En la secuencia de “preparen, apunten, fuego”, el equilibrio equivale a la etapa de “apunten”. Es producto de una “preparación” y conduce a una acción. Apuntar un arma no es el objetivo, tampoco estar “preparado”. Se apunta un arma con la intención de abrir fuego.
Actuar, por supuesto, pero actuar desde el equilibrio, ésa es la recomendación de la Estrategia. Buscar refugio seguro en el centro, lejos de los extremos. El “camino del medio” es la senda que conduce a la victoria. O bien porque se perfecciona el triunfo en el momento ideal, o porque se accede con facilidad a una retirada que evita la derrota.
El equilibrio en la vida personal.-
En el orden personal, el “camino del medio”, la senda que conduce a la victoria, evita el dogma, la pasión perniciosa, el prejuicio, el fanatismo y la discriminación. Todos estos son estados que no comulgan con el equilibrio.
La mente estratégica no forma parte del rebaño, no es multitud y no es masa. Está lejos de actuar por dogma o por reverencia. No piensa necesariamente lo que todos piensan ni comulga siempre con el sentir colectivo. No sigue modas ni se ajusta a tendencias. Actúa en función de los objetivos que tiene planteados, y nada más. Esta es la mejor forma de alcanzar los propósitos, la más efectiva. Y a eso apunta la Estrategia desde el inicio de los tiempos.
Un fanático no puede actuar estratégicamente, carece de balance. Un ser dogmático o lleno de prejuicios no puede ser un gran STRATEGOS. Es tan cierto esto como que una persona con influencia alcohólica no puede conducir bien un automóvil. ¡Y mucho menos competir exitosamente con otros conductores!
La práctica de la Estrategia le está reservada al individuo equilibrado. Porque desde ése estado es más fácil alcanzar objetividad, buen juicio, criterio apropiado o ecuanimidad. Y no es que estos últimos sean sinónimos del equilibrio, pero son estados que se pueden alcanzar mucho mejor gracias a él.
El Poder del equilibrio.-
El equilibrio es una fuerza poderosa. El propio Universo es una muestra de ello: una interacción perpetua de energías opuestas que gestan evolución.
La vida es un delicado balance de acción y reposo, reflexión y pasión, emoción y razón, algarabía y tristeza, amor y miedo. Solo el equilibrio conduce a la acción virtuosa.
Si en los negocios e intereses colectivos el “camino del medio” es la senda que conduce a la victoria, en la vida personal es vía que lleva a plenitud y longevidad. Porque no existe nada más estimulante que el éxito, nada más fresco y vigorizante, y a ello conduce el equilibrio.
Cuando le corresponda tomar una decisión difícil, opte por el “camino del medio”. No vaya por los extremos, por muy auspiciosos que parezcan.
Cuando toque adoptar una posición, opte por el “camino del medio”.
Habrá quienes lo tilden de tibio o pusilánime, pero esos no saben nada de Estrategia. Porque ni tibio ni pusilánime es quién “apunta” con esmero el arma para dar en el blanco con una precisión que no conocen las “almas inquietas”.
La Estrategia no es para cualquiera. Precisa procesos mentales específicos. Reflexión y contemplación. El pensador estratégico es un Pingüino Amarillo, se distingue con nitidez, no abunda, es extraordinario. Y en el marco de la preparación de la acción siempre se coloca en el “camino del medio”, la senda que conduce a la victoria.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Emprendices.
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