A lo largo de la historia, muchas mujeres, como Bertha Benz, la primera mujer en conducir un vehículo a motor, decidieron luchar por conseguir su lugar en un mundo que parecía destinado a ser dominado por los hombres
Bertha Ringer nació el 3 de mayo de 1849 en el seno de una familia acomodada de Pforzheim (Alemania).
En 1872 se casó con el ingeniero Carl Benz. Parte de la fortuna de Bertha sirvió para financiar la nueva empresa de fabricación de máquinas industriales Benz & Cie. En este negocio, en 1885, Carl terminó su primer carruaje a motor (sin caballos); obtuvo la patente alemana Benz Patent-Motorwagen en noviembre de 1886. Era un automóvil de tres ruedas con un motor de tracción trasera.
A principios de agosto de 1888, parece que sin el conocimiento de Carl, Bertha decidió dar publicidad al carruaje viajando con sus dos hijos mayores hasta la casa de su madre. El viaje de Mannheim hasta Pforzheim suponía un recorrido de unos cien kilómetros. Ninguna persona había conducido anteriormente un automóvil a lo largo de una distancia tan grande.
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Bertha partió al amanecer del 5 de agosto de 1888 con Eugen y Richard, enfrentándose a diferentes problemas durante su largo trayecto. El carburador del Benz Patent-Motorwagen tenía un suministro de menos de 5 litros de gasolina. Así que Bertha necesitaba encontrar ligroína, el disolvente de petróleo imprescindible para el funcionamiento del automóvil. Una farmacia de la ciudad de Wiesloch le proporcionó el líquido para poder continuar su viaje.
Bertha Benz conocía profundamente el funcionamiento del Benz Patent-Motorwagen. El automóvil utilizaba un sistema de termosifón para enfriar el motor; Bertha paraba en cada fuente que encontraba en el camino para añadir agua fresca y refrigerar el mecanismo del vehículo. Una de sus pinzas para el pelo la ayudó a reparar una avería en el sistema de ignición, recompuso un cable eléctrico pelado usando una de sus ligas, un alfiler de su sombrero la ayudó a desatascar una tubería de combustible que se había obstruido… En su trayecto, una cadena de transmisión se rompió; esta vez tuvo que pedir la ayuda de un herrero para repararla.
En el camino desde su casa a casa de su madre, Bertha debía subir y bajar cuestas. El motor no tenía suficiente potencia; así que Eugen y Richard (de 15 y 13 años) tuvieron que empujar el automóvil en algunas pendientes que tenían que superar. Tras todas estas peripecias, Bertha y sus hijos llegaron a Pforzheim al anochecer de ese 5 de agosto. Fue un largo día de esfuerzos para demostrar que aquel automóvil funcionaba. Tras enviar un telegrama a su marido, Bertha permaneció durante tres días en casa de su madre y regresó a Mannheim conduciendo de nuevo el Benz Patent-Motorwagen.
Aquel viaje no pasó desapercibido. Además de la publicidad conseguida, los Benz realizaron varias mejoras gracias a las sugerencias de Bertha tras sus experiencias durante el viaje. Entre otras, Bertha propuso la inclusión de un engranaje accesorio para subir cuestas o la incorporación de unos forros de cuero (unas ‘pastillas de freno’) para mejorar la potencia de frenado. Y aquel primer automóvil siguió evolucionando y mejorando… pero esa es otra historia.
En 2008, se inauguró la ruta memorial Bertha Benz, un camino turístico (desde Mannheim, vía Heidelberg, hasta Pforzheim, atravesando la Selva Negra, y el trayecto de regreso) conmemorando la hazaña de Bertha Benz; forma parte de la Ruta Europea del Patrimonio Industrial (ERIH).