Todos tenemos límites en nuestras vidas, estemos conscientes de ello o no. Los límites nos ayudan a desarrollar una relación sana con nosotros mismos y con otras personas; son barreras físicas o normas verbales que separan nuestras responsabilidades, nuestros sentimientos, necesidades e intereses de los de otras personas
A lo largo del camino de la vida, descubrimos constantemente que nuestra propiedad es siempre hacia nosotros mismos.
Los límites nos ayudan a aclarar en dónde termina nuestra responsabilidad y dónde comienza la responsabilidad de otras personas. Al poner límites apropiados, empezamos poco a poco a resolver nuestros propios problemas y también a aceptar que otros individuos tienen el mismo privilegio de resolver sus propios problemas. Los límites pueden ser de varios tipos y abarcan diferentes aspectos de nuestras vidas: espirituales, sociales, sexuales, emocionales e intelectuales.
ESTABLECIENDO LÍMITES INTERNOS
Después de asimilar intelectual y emocionalmente lo que son límites y el por qué los necesitamos, encontramos muchas veces que un buen punto de partida para un sano desarrollo emocional es el ser consciente de nuestros sentimientos, como parte de este proceso, nos percatamos que deseamos establecer nuevos límites en nosotros mismos.
Estos límites son sutiles y quizá hasta tengamos que hacer a un lado nuestros sentimientos, perdiendo así intimidad con nosotros mismos.
Puede darse el caso de desear ser el amigo o la amiga íntima de otras personas y no de nosotros mismos. Por ejemplo, antes sufrías de insomnio y no entendías el porqué, cuando te das tiempo y pones limites en darte oportunidad, puedes descubrir, el porqué del insomnio o el porqué de cualquier otro problema. Empieza un cambio en tu vida.
Cuando establecemos limites internos saludables, nos vamos liberando paulatinamente de nuestras acciones compulsivas, ello nos ayuda en el trabajo de sentir nuestras emociones y continuar con nuestro desarrollo emocional. Al establecer límites saludables internos, podemos aprender a escucharnos a nosotros mismos y a confiar en nuestras intuiciones y emociones.
ESTABLECIENDO LÍMITES EXTERNOS
Además de ponernos límites internos más saludables, podemos observar también que empezamos a querer establecer nuevos límites con nuestros familiares y conocidos. Estas relaciones pueden ser con nuestro cónyuge, hijos, padres, hermanos, cuñados, suegros, amigos o colegas; y también con esas personas extrañas a nuestras vidas.
Cuando examinemos nuestros límites debemos preguntarnos: ¿estoy tratando de controlar a esta persona? El hacernos esa pregunta nos ayuda a lograr un punto de equilibrio saludable entre dos extremos: el controlar a otras personas o el de permitir que otras personas nos controlen a nosotros.
Necesitamos establecer límites más saludables para evitar olvidarnos de nosotros mismos o dedicarnos a cuidar a otros; de arreglar los problemas de otros o de tratar de controlar a otras personas. Queremos ponerles límites a aquellas personas que tratan de controlarnos cuando nos dicen cómo debemos pensar, sentir o comportarnos. El poner límites nos ayuda en nuestro plan de aprender a cuidarnos a nosotros mismos.
CUÁNDO ES NECESARIO ESTABLECER UN LÍMITE
Para muchos de nosotros, establecer límites puede ser una experiencia nueva y muchas veces no muy agradable. Cuando esté listo para establecer un límite, considere lo siguiente:
- Determine si hay necesidad de crear un límite o de cambiar un límite existente. eso lo hacemos cuando le prestamos atención a nuestros sentimientos, por ejemplo, si nos sentimos enojados, culpables o usados, quiere decir que probablemente necesitamos establecer o cambiar un límite.
- Algunas veces puede que necesitemos comunicarle verbalmente nuestros límites o normas a la persona con la cual los estemos estableciendo; esa persona puede ser nosotros mismos también.
- Escuche las opciones dadas si ellas son comunicadas en una forma respetuosa.
- A pesar de las objeciones, tenemos que continuar comunicando nuestros límites y seguirlos. Si decidimos reconsiderar nuestros límites en caso de un desacuerdo, ayuda muchos el hacerlo en nuestro propio momento, lejos de cualquier influencia externa.
Lo más importante que hay que hacer recordar cuando establezcamos límites es que necesitemos escucharnos y considerar nuestros propios sentimientos, antes que los sentimientos de los demás. En el pasado puede que les hayamos permitido a otras personas controlarnos y tal vez hasta dominarnos o, quizá, fuimos nosotros quienes tratamos de hacerles lo mismo a otras personas.
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Si deseamos vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás, necesitamos descubrir una y otra vez los límites que debemos poner y luego practicar cómo establecerlos. Al principio, el establecer límites externos e internos requiere mucho trabajo, pero con la práctica, el proceso se va haciendo cada vez más fácil. Cuando aprendemos a establecer límites saludables nos liberamos de nuestros viejos patrones de conducta y somos capaces de cuidarnos y de lograr la paz interior.