Desarrollo Humano

Conductas tiránicas en niños y adolescentes

La tiranía es un repertorio de conductas que presentan los hijos hacia sus padres, construidas a partir de una gran falta de empatía. Tanto es así que se muestran incapaces de percibir el daño que causan a sus padres.
Los primeros brotes del mal de la tiranía aparecen y son claramente observables ya desde la infancia, aproximadamente hacia los 6 años y se presentan con suficiente intensidad en la etapa de la pre-adolescencia alrededor  de los 11 años y se desarrollan plenamente con todo su alto repertorio de actitudes y comportamientos agresivos alrededor de los 15 años, coincidiendo con la etapa de la adolescencia media.
Los adolescentes con actitudes tiránicas se comportan con sus padres de modo desafiante, los insultan y humillan con la clara intención de herirlos emocionalmente y a veces incluso con sed de venganza hacia ellos utilizando frases amenazantes como “¡Me las pagarás!”, todo esto sin sentirse culpables.
Los niños y adolescentes tiranos puedan llegar a agredir a sus padres no sólo verbalmente, sino también físicamente. También agreden a sus hermanos o a sus compañeros  de clases, a veces incluso pueden presentar los rasgos característicos de un psicópata: insensibilidad y frialdad ante el dolor ajeno.
¿Cómo reconocer a un niño o adolescente tirano?
– Tienen un sentido exagerado de lo que les corresponde y esperan que los que están a su alrededor les atiendan.
– Tienen una baja tolerancia a la incomodidad, especialmente a la causada por la frustración, el desengaño, el aburrimiento, la demora o la negación de lo que han pedido, normalmente la expresan con rabietas, ataques de ira, insultos y/o violencia.
– Desarrollan escasos recursos para resolver problemas o afrontar experiencias negativas.
– Están muy centrados en sí mismos y creen que son el centro del mundo.
– Buscan las justificaciones de sus conductas en el exterior y culpan a los demás de lo que hacen, al mismo tiempo que esperan que sean otros los que les solucionen los problemas.
– No pueden, o no quieren, ver el modo en que sus conductas afectan a los demás y frecuentemente carecen de empatía.
– Piden, piden y piden. Una vez conseguido, muestran su insatisfacción y vuelven a querer más cosas.
– Les cuesta sentir culpa o remordimiento por sus actos.
– Discuten las normas y  los castigos. Tachan a los padres de injustos, malos, etc.  Y ante el sentimiento de culpa, los padres ceden y otorgan más privilegios.
– Exigen atención, no sólo de sus padres, sino de todo el mundo. Y cuanta más se les da, más reclaman.
– Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las estructuras sociales establecidas ni a las figuras de autoridad.
– Se siente permanentemente tristes, enfadados, ansiosos o emocionalmente frágiles, y frecuentemente tienen una baja autoestima.

Piden, piden y piden. Una vez conseguido el objetivo, muestran su insatisfacción y vuelven a querer más cosas

Hay niños que nacen con una predisposición genética a manifestar un temperamento difícilmente manejable. Si no se emplea la acción educativa con determinación, firmeza y mucho tesón para frenar comportamientos agresivos, pueden llegar a desarrollar la tiranía en toda su intensidad.
¿Cómo deben actuar los padres?
Aquellos padres que actúan con permisividad ante estos niños y adolescentes de difícil temperamento acabarán siendo dominados por sus propios hijos y terminarán por acatar la “dictadura del menor”. Efectivamente, estos menores tratan a sus padres como un domador del circo a sus leones.
Los padres deben ponerle límites a sus acciones, Es fundamental la coordinación entre los padres. No se deben enviar mensajes contradictorios a los hijos, los padres deben de estar de acuerdo en la educación y disciplina de sus hijos.
No los sobreprotejas. Tienen que aprender que en la vida no todo es bueno ni fácil. Cuando el niño sufre consecuencias negativas intentará evitarlas en el futuro siendo más cuidadoso. Entenderá que siempre habrá  consecuencias de los actos.

Los primeros brotes de tiranía surgen hacia los 6 años, suben de intensidad hacia los 11 y se desarrollan plenamente en los 15 años

Las  conductas tiránicas como insultar, manipular o amenazar pueden presentarse en cualquier niño de forma aislada. Por ello, dependiendo de cómo reaccionen los padres ante esas malas conductas de su hijo, el resultado será muy diferente. Si los padres no son firmes, si no actúan con determinación para extinguir este tipo de conductas, probablemente esto generaría lo que muchos llamarían “niño caprichoso y malcriado”, lo que a su vez podría ser un antecedente de la tiranía.
Muchos padres no quieren darse cuenta de que sus hijos tienen actitudes tiránicas  y se excusan diciendo  –“el niño tiene mucho carácter”, “lo que hace es normal a su edad”. No se atreven a imponer la más mínima disciplina y el problema se va agrandando hasta que la familia tiene la sensación de que se le ha ido de las manos.
Si los padres han llegado al punto límite con sus hijos deben buscar ayuda psicológica para que puedan corregir sus conductas tiránicas y no convertirse en un adulto tirano, en la terapia le ayudaran a ser más tolerante, desarrollando la conciencia y empatía.

Laura Alvarez Alvarado

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