Creer en uno mismo

Creer en uno mismo no es cuestión de orgullo sino de dignidad personal. Es ese amarre psicológico al que aferrarnos cada día para confiar en nuestras decisiones, para dejar de tener miedo a nuestras equivocaciones y permitir levantarnos una y cien veces más

Al ser humano le cuesta enormemente confiar en sus capacidades, potenciar sus virtudes y creer en sus posibilidades.  Esto se debe ante todo al modo en que construimos nuestra realidad interna.
Desde niños damos forma a nuestra autoimagen en base a los estímulos que recibimos y a las interpretaciones que hacemos de estos.
Creer en uno mismo no es fácil cuando nuestro entorno no ayuda. Confiar en las propias capacidades no es sencillo cuando nos centramos más en nuestros fallos que en el sentido de superación.
Proyectar un sentido de identidad fuerte y valiente tampoco resulta fácil si nos han enseñado a fijarnos mucho más en lo que hacen, dicen o piensan los demás en lugar de atendernos a nosotros mismos.
El arte de creer en uno mismo es por encima de todo un ejercicio de voluntad. Es el poder que se ejercita mediante pensamientos adecuados, centrados y orientados a un fin concreto: promover nuestro bienestar y nuestro crecimiento personal.
Sin embargo  sabemos que, no es sencillo orientar la brújula de nuestros pensamientos hacia el positivismo y la autoconfianza cuando lo que habita en nosotros es una autoestima baja. Cuando lo que sentimos es apatía, frustración y desmotivación.
Por curioso que nos parezca, algo que a menudo olvidan nuestros padres e incluso los sistemas educativos es enseñarnos a creer en nosotros mismos. Creer en uno mismo es un ejercicio constante que nunca debemos dejar de lado. Nadie debería salir de casa sin una buena dosis de autoconfianza y la firme creencia de que merece todo aquello que desea o se proponga.
Para creer en nosotros mismos debemos dejar a un lado muchas actitudes heredadas, ideas que otros nos han transmitido así como atribuciones que uno puede haber construido.
Las personas nos boicoteamos con mucha frecuencia, y lo hacemos cuando nos infravaloramos o nos comparamos con los demás. Hay que acabar con todos esos enfoques poco útiles.
Para creer en ti, no te alejes nunca de tu esencia. A donde vayas  no pierdas tu esencia, no dejes atrás tus valores, pasiones o tu identidad.
Que tu esencia marque cada uno de tus pasos y decisiones, sin miedo a lo que otros puedan pensar. Ser uno mismo en cada momento y en cada situación no siempre es fácil, por ello, ese esfuerzo cotidiano es también un ejercicio de voluntad, donde ganaras a su vez confianza y seguridad personal.