Cuando uno siente que está desperdiciando su vida

Las obligaciones laborales, la rutina diaria o un gran número de preocupaciones te han mantenido al margen de la reflexión sobre cómo estás o cómo te encuentras
 

Pero, quizás, un día cualquiera, cansado de vivir en esa especie de automatismo, hayas comenzado a indagar en ti mismo y te preguntas “¿he conseguido lo que quería o he desperdiciado mi vida?”, “¿estoy en el lugar que deseo estar?”
Si alguna vez te has encontrado haciéndote estos planteamientos o si estás en ese punto vital en este mismo instante, no te preocupes. Es más normal de lo que imaginas.
Casi todos en algún momento de nuestras vidas atravesamos este tipo de trances.
Ahora bien, aunque en un primer momento cuestionarse pueda asustar porque no sabemos hasta dónde vamos a llegar, también puede ser el momento para que comience a surgir un estado interno de introspección positiva que derive en un enriquecimiento personal.
Por lo tanto, de este período de crisis puede brotar un nuevo impulso capaz de redireccionar tu vida hacia un estado más positivo y consciente.
¿He desperdiciado mi vida?
Cuando una persona se hace esta pregunta, la sensación que puede experimentar se describe, en ocasiones, como una especie de abismo abriéndose en su interior.
Esto le llevara a observar su vida, en retrospectiva, con el objetivo de realizar un balance entre los logros conseguidos y los acontecimientos negativos o fracasos.
El resultado puede derivar en multitud de sentimientos que desean salir.
Quizás porque durante un tiempo han permanecido dormidos o incluso reprimidos.
Lo importante es identificarlos, reflexionar sobre su origen y expresarlos. De alguna forma, esto da pautas sobre cómo uno se encuentra y ayuda a liberar cargas que impedían continuar.
Es posible que revisando nuestros objetivos y detectando aquello que ha quedado a medio terminar, podamos reiniciar el camino hacia los fines que un día nos planteamos.
Aquello que les resta valor y calidad a nuestros días, no merece nuestra atención.
En cambio, aquello que nos aporta, vale de sobra nuestro tiempo. Hay que actuar y seguir aprendiendo y en situaciones de profundo cuestionamiento vital en las que entran en juego nuestras decisiones, Se puede pedir opiniones, pero la decisión final y el futuro que cambiara es el de uno.