Uno de los peores enemigos de tus finanzas es la depresión, y con ello no me refiero únicamente a cuando te sientes triste, solo o desamparado. El desasosiego generado al sentir que tu esfuerzo y sacrificio no tienen sentido ya que cada quincena el dinero que ganas te alcanza para menos, el agobio alimentado por problemas que parecieran no tener fin, y el sentirte exhausto ante el estrés constante de la vida moderna son también una forma de depresión… Pero más sutil. Autoboicot financiero
Son muchos los hombres y mujeres, adultos y jóvenes, cabezas de familia y solteros que se encuentran deprimidos sin saberlo, tomando decisiones poco afortunadas motivadas por un estado de ánimo que nos induce a boicotearnos a nosotros mismos.
Cuando era niño mi padre tenía un amigo con el que solíamos acampar en el bosque y a quien le gustaba la caza mayor. Cada noche, alrededor de la fogata, nos contaba historias acerca de sus aventuras y de sus partidas de caza. Una de sus historias caló hondo en mi espíritu al grado que nunca la he olvidado: En una ocasión se encontraba siguiendo el rastro de un venado, y habiéndolo vislumbrado en un claro al pie de un escarpado risco, subió a un árbol cercano para tener un mejor ángulo tiro. Sin embargo, antes de que lograra ponerse en posición, el venado irguió su cabeza con clara actitud de alerta, al tiempo que una manada de coyotes salía de entre los arbustos que rodeaban el claro.
El venado comenzó a moverse nervioso lanzando coces con su patas y atacando con sus astas buscando mantener a sus predadores a raya… Pero los coyotes no se retiraban, aunque tampoco lo atacaban. Únicamente cerraban más y más el círculo entorno al venado atrapándolo contra la pared de piedra.
Por un instante el tiempo pareció detenerse cuando el venado comprendió que no tendría escape, que su hora había llegado, y entonces, sin emitir ruido alguno, dos coyotes se lanzaron contra sus ancas traseras derribándolo, mientras otro buscaba su garganta… El venado, más grande y fuerte que sus atacantes, se había entregado a sus verdugos sin ninguna resistencia, sin intentar luchar o escapar… Al sentirse acorralado, se boicoteó a sí mismo.
Los seres humanos en ocasiones reaccionamos de la misma manera al sentirnos acorralados por los problemas, las presiones y las situaciones financieras adversas: dejamos de luchar casi sin darnos cuenta, empeorando nosotros mismos nuestra propia situación con nuestra actitud. ¿Alguna vez has escuchado a alguien – si no es que a ti mismo – justificando una acción la cual sabe bien que sólo complicará las cosas?
- “Ya estoy endeudado, ¿qué más da pasar la tarjeta una vez más?“
- “Con tal, el día que me muera, mis deudas se mueren conmigo“
- “¿Acaso no me lo merezco (o no se lo merece mi familia)? ¡Si para eso me mato trabajando!“
- “Hago como que trabajo porque al fin de cuentas mi patrón hace como que me paga“
- “¿Y para qué me sacrifico si al final todo sigue igual?“
- “Mi jefe está loco, lo que pide es imposible. Como él no lo hace, es fácil hablar…”
- Es como la persona obesa que sabiendo que necesita bajar de peso, acude furtivamente en medio de las sombras de la noche a comerse un paquete de galletas. Al final no baja de peso por no seguir su dieta, pero tampoco encuentra satisfacción al comer las galletas. ¿Qué otras actitudes son motivadas por la depresión llegando a jugar contra ti?
- *No lograr empezar y completar cualquiera de las actividades que sabes tienes pendientes por realizar en tu trabajo o en tu hogar sintiéndote sobrepasado,
- *Sentirte falto de entusiasmo para llevar a cabo tus actividades rutinarias,
- *Sentirte cansado y malhumorado constantemente,
- *Mantener expectativas pesimistas ante cualquier nuevo proyecto,
- *Tener comentarios cínicos ante cualquier nueva idea o propuesta,
- *Percibir como vacías e insulsas actividades que antes te divertían o relajaban… y no me refiero a actividades de tu trabajo, sino de convivencia familiar, con amigos o de esparcimiento personal.
Si te sientes identificado con dos o más de las actitudes anteriores, estás pasando por una depresión que no debieras subestimar. Hacerlo podría llevarte a sobre-endeudarte, a poner en riesgo tu trabajo al no cumplir con calidad y de forma oportuna tus tareas, a no ser considerado para promociones debido a tu actitud, e incluso, a ser excluido de tu grupo de amigos debido a tu comportamiento anti-social, llegándose, en casos extremos, a la ruptura de la relación familiar.
Por ello comentaba al inicio del artículo que este tipo de depresión la considero especialmente peligrosa: es tan sutil que quienes te rodean no te perciben deprimido y tú mismo no te sientes triste… Aunque en el fondo estés viviendo la angustia de estar acorralado por la situación económica, laboral e incluso familiar que te rodea.
¿Qué hacer al respecto? ¡Definitivamente no rendirte! Al igual que el venado, tú eres más fuerte que tus problemas. Todo lo que necesitas es enfrentar a un depredador a la vez:
Si son muchas las tareas por atender, enfócate en una y persevera hasta terminarla;
Si la rutina te agobia, enfócate en la parte de esa rutina que sí puedes cambiar;
Si no te convence el nuevo proyecto, dale un voto de confianza enfocándote en dar todo de ti para que sea exitoso;
Si tu esfuerzo no es reconocido, enfócate en superarte a ti mismo;
Guarda tus tarjetas de crédito, se prudente en tus gastos, amable en tus comentarios y agradecido con quienes te rodean.
Y una vez que hayas roto el cerco de los coyotes que te rodean, ¡Corre! ¡Lánzate a todo galope hacia tu libertad! Pero no nos equivoquemos: No estás huyendo del peligro… Estás recuperando las ganas de VIVIR.
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