Acercarse a la tarjeta digital es rápido e incluso satisfactorio, aquí algunas razones para considerarla
Es muy posible que tu app bancaria tarde o temprano te invite a obtener tu tarjeta digital. Quizá ignores el anuncio. Hace unas semanas decidí probarla por curiosidad y, aunque parezca extraño a primera vista, resulta de gran utilidad.
Para muchos es difícil administrar muchas cuentas. Si tienes muchas tarjetas es posible que te vuelvas loco recordando fechas de pago, NIPs, ¿dónde guardar cada una? Eso es un problema que evitas con una tarjeta digital.
Como su nombre lo indica, una tarjeta digital no existe físicamente. Para perderla tendrías que extraviar tu teléfono celular. Además, la información necesaria para cualquier operación con ella está ahí mismo, dentro de la app, así que nadie tendrá acceso a ella sin tu contraseña ni tu información biométrica.
Aquí aparece una de las primeras preguntas: ¿qué puedo pagar con ella si no existe físicamente? Las respuestas son muchas. Para comenzar puedes usar la digital para tus compras en línea. Esto trae un par de ventajas.
La primera es que defines un límite a gastar con esa tarjeta por día. Si por desgracia haces una compra en un sitio inseguro o intentan hacer un cargo mayor al que aprobaste es probable que no pase si supera el límite establecido.
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¿De qué nos sirve una tarjeta digital?
Por ejemplo, si normalmente tomas un Uber (o cualquier otro vehículo privado), para regresar a casa los fines de semana después de salir ya tienes una idea clara de cuánto pagas. Si normalmente te cobra 150 pesos, puedes dejar un límite similar como 160 pesos. Así, si el conductor intenta aprovecharse y cobrarte 500 pesos el cargo no pasará. Esto también ayudará a no excederte en tus gastos.
El límite que estableces en tu tarjeta digital depende de tu línea de crédito. Si tu límite es, por ejemplo, 20 mil pesos, este será el máximo para tu tarjeta virtual y se acumulará al adeudo que ya tienes.
Algo que debes tener en cuenta es que no adquieres un crédito extra, sino que estás usando el mismo que el banco ya te había autorizado con tu plástico.
Además de gastos ocasionales, también es útil para tus cobros frecuentes. Cómodamente puedes abrir una tarjeta virtual y dedicarla únicamente a pagar la mensualidad de Netflix o Spotify.
Es una forma de administrar con más claridad en qué estás gastando tu dinero. Además, si alguien robara tus datos no podría usarla más que para gastar lo que tenías dedicado a estos servicios.
Una de sus mayores ventajas y desventajas, ambas a la vez, es que se activa y cancela rápidamente. En el momento en que la pides ya está activa con su propio número, fecha de vencimiento (diferente a la de tu plástico) y código CVV, lista para cualquier compra.
De la misma forma, cuando decidas que ya no la quieres más, pides la cancelación y será automática, sin el largo y monótono proceso de cancelación telefónica de los plásticos tradicionales. Esta inmediatez debería ser una buena razón para probarlas.
Si quieres comprar algo que te atrae, pero no termina de convencer y el precio de introducción es razonable no dudes en usar la tarjeta digital. Si en algún momento se intenta hacer otro cargo que no autorice sencillamente no pasará.
Una ventaja más es que el límite de gasto por día también cambia en el momento que lo decidas.
Al igual que con la tarjeta plástica si eres víctima de un fraude tienes la opción de reclamar y recuperar tu dinero. La gran ventaja aquí es que no pones en riesgo toda tu línea de crédito sino únicamente la parte que consideraste razonable para una compra.
Al final, si no te convence se trata de un producto virtual. Ni siquiera estarás contaminando al desecharla, algo que sí pasa con los plásticos.
Las razones para probar una tarjeta digital sobran y de entrada te ayudarán a estar más relajado con distintas compras.