La persona con auto-confianza tiene una visión positiva y realista, de sí misma y de su capacidad. Son personas que confían en sus habilidades, tienen la sensación de tener control sobre sus vidas y creen que, dentro de términos razonables, son capaces de hacer lo que han planeado o alcanzar sus metas.
CONFIANZA EN UNO MISMO. Esto no significa que se crean más que los demás o que sean capaces de hacer cualquier cosa, sino que tienen expectativas que son realistas, conocen sus capacidades y saben lo que pueden lograr en el momento presente y lo que pueden conseguir en corto, mediano y largo plazo.
Saben también que si en el presente no están capacitados para lograr una determinada meta, pueden prepararse y aprender las habilidades necesarias para lograrla en el futuro, e incluso cuando fracasan o se equivocan al pensar que podrían lograr lo que se habían propuesto, consiguen mantener una actitud positiva, y seguir aceptándose a sí mismos.
Por el contrario, las personas con falta de confianza en sí mismas dependen en exceso de los demás para poder sentirse bien consigo mismas. Evitan asumir riesgos porque tienen miedo de fracasar. Por lo general, esperan el fracaso, no se consideran lo bastante capacitados para tener éxito en lo que emprendan y suelen criticarse y castigarse a sí mismos, así como ignorar o despreciar los cumplidos que les hacen los otros.
En cambio, la persona con confianza en sí misma no teme arriesgarse a obtener la desaprobación de los demás porque por lo general confían en sus propias habilidades y espera hacerlo bien. Tampoco espera ser aceptada por los demás, y es más libre para ser ella misma y expresar sus opiniones, deseos, preferencias, dudas o inquietudes.
La persona con falta de confianza confía más en los demás que en sí misma, no lleva a cabo nuevos proyectos o tareas porque no se considera capaz de hacerlos y evita las situaciones que la obligan a competir con otros. Piensa que no es lo bastante inteligente, competente, atractiva, interesante, fuerte para los demás.
La falta de confianza hace que las personas pierdan oportunidades de progresar en sus trabajos, de aprender cosas nuevas o de relacionarse con los demás, pues su miedo a no saber hacerlo bien, a no ser capaz, o a fracasar se lo impide.
Los sentimientos de inferioridad de estas personas minimizan su capacidad para llevar vidas satisfactorias e independientes.
La confianza en nosotros mismos determina si somos capaces de valorar adecuadamente las oportunidades que la vida nos presenta y ejercer nuestro derecho a ir a por ellas y usarlas en nuestro favor.
Cuando una persona se siente inferior, débil o con falta de capacidad para emprender una determinada tarea o relacionarse con ciertas personas, está llena de miedo al fracaso, lo cual es también un miedo a acontecimientos futuros imaginados, miedo a todas las cosas “terribles” que podrían pasar debido a su supuesta torpeza, falta de habilidad o fracaso. No es extraño, que estas personas estén constantemente llenas de ansiedad.
La falta de confianza no es una característica que esté presente en todos los aspectos de la vida de una persona, sino que puede darse sólo en ciertas áreas pero no en otras. Por ejemplo, puedes tener una gran confianza en tus habilidades profesionales, pero faltarte confianza en tus relaciones con los demás, o al revés.
No es raro que las personas con falta de confianza en sí mismas tengan problemas en la columna vertebral. La creencia de que somos inferiores o incapaces de hacer algo nos impide adoptar una postura erguida.
Las creencias que conforman la base de la falta de confianza.
En respuesta a las influencias externas, las personas desarrollan creencias y presunciones que les sirven para pensar y actuar ante los diversos acontecimientos de sus vidas. Algunas de estas creencias son sanas y constructivas, mientras que otras son dañinas. Varias de las creencias que pueden interferir con el desarrollo de una autoconfianza sana son las siguientes:
“Todas las personas significativas de mi vida deben quererme siempre y aprobar siempre en todo lo que haga”.
Esta es una creencia inalcanzable, porque los demás no van a estar en todo momento de acuerdo contigo, incluso aunque tú estés siendo de lo más razonable. Es más realista desarrollar valores y estándares personales que no dependan de la aprobación de los demás, sino que estén en función de tus propias preferencias y capacidades.
“Tengo que ser completamente, capacitado y tener éxito en todo lo que me proponga y todas las áreas de mi vida”.
Esta creencia es también inalcanzable y excesivamente perfeccionista y sugiere que el valor de una persona está determinado por sus logros. El logro puede hacer que te sientas satisfecho, pero no te hace más o menos valioso. La valía personal es una cualidad inherente que todo ser vivo posee.
“Mi pasado controla mis emociones y conductas en el presente”
Aunque es cierto que las experiencias vividas en tu infancia ejercieron una gran influencia sobre ti, conforme creces vas adquiriendo un mayor conocimiento acerca de cuáles fueron esas influencias y cómo te afectaron. Al hacer eso puedes elegir qué influencias deseas que sigan afectando tu vida y de cuáles deseas librarte. El cambio es posible a cualquier edad.
¿Qué hacer para desarrollar la autoconfianza?
En primer lugar, tenemos que aprender a conocer mejor y de un modo realista nuestras habilidades y capacidades, así como nuestros límites. Si estás en el lugar adecuado para ti y usas tus habilidades, sean cuáles sean, de un modo apropiado, es muy poco probable que fracases.
La mayor parte de las veces, el fracaso procede de tratar de ser la persona que no somos. Por tanto, el primer paso para aumentar la confianza en nosotros mismos consiste en conocernos, saber lo que nos gusta y disgusta, lo que deseamos, lo que nos hace sentir bien, lo que nos desagrada y aceptar que tenemos derecho a ser como somos. A veces una persona dice: “yo no sé contar chistes ni hacer reír a la gente”, cuando lo que sucede en realidad es que no le gusta contar chistes.
Pero, ¿acaso debería gustarle? ¿Por qué? ¿Sólo por que a las personas que la rodean les gusta? Si tratas de ser lo que los demás desean que seas, en vez de ser aquello para lo que estás preparado y capacitado y te gusta, entonces tienes muchas posibilidades de fracasar. Por lo general, la persona con falta de confianza no se atreve a ser ella misma, lo cual agrava su problema y crea una especie de círculo vicioso difícil de romper.
Si te mides a ti mismo con los instrumentos de medida de otras personas, no es raro que te sientas en inferioridad de condiciones. Si has crecido en una casa donde se valoraba sobre todo la extroversión y la impulsividad y eres una persona introvertida y reflexiva, no es raro que, al ser juzgado en base a los valores de los otros, te sientas inferior, cuando lo cierto es que simplemente eres diferente a ellos.
Por tanto, conoce tus capacidades y valóralas, pues valen tanto como las de cualquier otra persona, por muy diferentes que sean. Son tus capacidades, y si las usas bien y las explotas (en vez de usar las que los demás dicen que deberías usar), no sólo te sentirás más cómodo con lo que hagas sino también más capaz.
La sensación de inferioridad o falta de capacidad es, en su mayor parte, subjetiva y no siempre puede tratarse con lógica o razonamientos, sino que el mejor modo de afrontarla es la experiencia directa, que nos demuestra que sí somos capaces de hacer eso que en un principio temíamos. Por tanto, asume riesgos. Haz una lista de las cosas que no te atreves a hacer pero que te gustaría hacer y empieza por la más sencilla.
Es importante que aprendas a evaluarte a ti mismo de un modo independiente, en vez de confiar siempre en la opinión de los demás. Céntrate en cómo te sientes tú respecto a tu propia conducta. Tal vez has dedicado mucho esfuerzo a hacer un determinado trabajo, te has informado, has aprendido, has tenido autodisciplina y te ha aportado cosas, en cuyo caso tienes motivos para sentirte orgulloso de tu trabajo. Si luego otra persona juzga que ese trabajo no es bueno, ¿qué importa eso? Lo que importa es que a ti te ha servido y te ha enseñado.
Si el resultado no ha sido el que la otra persona esperaba, puedes tomarlo en cuenta o incluso repetirlo ateniéndote a sus instrucciones, pero la opinión de la otra persona no invalida en absoluto tu propia opinión. No existe un único estándar para juzgar una tarea realizada, sino muchos, y tú tienes derecho a tener el tuyo propio.
Si consideras que no tienes confianza en ti mismo/a, es de vital importancia que te ayudes asistiendo a terapia psicológica, ya que la vida vale mucho, para desperdiciarla y perder oportunidades. Sí se puede!!