Por: Mauricio Priego Montero
Hace poco So, creadora del reconocido blog “Bolog & Lana”, tuvo la iniciativa de lanzar la Cruzada Nacional para Dejar de Pedir Prestado buscando promover el que las personas dejemos de buscar en el crédito el bienestar material de nuestras familias. Coincido con el ideal de So y por ello me uno a la cruzada, compartiendo con ustedes algunos principios para utilizar responsablemente el financiamiento de manera que utilices éstas herramientas sin caer en las garras de las deudas.
Primero aclaremos: ¿En qué momento el financiamiento se convierte en una deuda? Sencillo, en el momento en que compramos un producto o contratamos un servicio sin tener el dinero para pagarlo. Ante lo anterior muchas veces he escuchado, “pero si por eso estoy pidiendo prestado o comprando a crédito: porque no tengo dinero”. Y bajo este último razonamiento sacamos la tarjeta de crédito o acudimos con un amigo, un prestamista o un agiotista.
Ahora bien, ¿ése razonamiento es válido? Si estuviésemos hablando de alguna emergencia o situación imperante en la cual no tuviésemos otro camino para afrontarla, posiblemente lo sea. Pero los estudios y las encuestas realizadas hasta el día de hoy demuestran una fría realidad: en la gran mayoría de los casos las personas se endeudan por comprar productos y servicios para satisfacer sus deseos y no para satisfacer sus necesidades prioritarias. De esta manera vemos que el endeudamiento se produce principalmente por estos motivos:
- Falta de planeación financiera
- Falta de disciplina
- Deseo (o capricho) de obtener un satisfactor de forma inmediata, esto último promovido de forma muy agresiva por nuestra sociedad consumista moderna.
Dadas las premisas anteriores, ¿Cómo evitar caer en las garras de las deudas?
1. Es importante que adquieras el hábito de llevar un presupuesto el cual te permita saber a qué destinas tus ingresos. Quienes no llevan un presupuesto tienen mayores probabilidades de acabar endeudados.
2. Al elaborar tu presupuesto establece un monto fijo para tu ahorro. No es necesario que sea mucho dinero… Comienza con una cantidad pequeña ¿$50 a la quincena quizá? y conforme vayas incrementando tu habilidad para ahorrar incrementa el importe destinado al ahorro.
3. Establece tu flujo de efectivo, es decir, la cantidad de dinero que tienes disponible cada quincena una vez que cubres tu ahorro personal, tus compromisos financieros y tus gastos básicos. Si no tienes un flujo de efectivo positivo, no estás en posición de solicitar un nuevo préstamo o crédito.
4. Si piensas adquirir un producto el cual no puedes pagar de contado procura ahorrar para comprarlo en vez de dar el tarjetazo. Pregúntate: “Si no puedo separar una cantidad para ahorrar, ¿de dónde voy a sacar esa misma cantidad para pagar?”
5. Antes de adquirir o contratar el producto o servicio pregúntate honestamente si en realidad lo necesitas. Si tu televisión se ve bien, ¿en verdad necesitas cambiarla por una plana de alta definición? Si buscas una tableta, ¿es para jugar, porque todos tienen una, o porque en realidad te servirá para ser más eficiente en tus actividades? ¿En realidad necesitas ese nuevo par de zapatos o esa bolsa que descubriste en una tienda a la que entraste tan sólo para mirar?
6. Muchas veces usamos la tarjeta debido a que cedemos al impulso de comprar al toparnos con un producto que nos gusta. Por la cultura en que vivimos ese impulso es muy fuerte y llega a ser muy difícil contenerte. Es por ello que lo más recomendable siempre será dejar en primer término ese producto, dejar que pase el calor del momento, y entonces realiza la evaluación honesta de los beneficios que obtendrás y de la importancia de cubrir esa necesidad.
7. Cuando has determinado que en realidad necesitas ese producto o servicio, compara precios. Y si determinaste que lo adquirirás por financiamiento, compara también las opciones de financiamiento. Por no hacer este ejercicio puedes llegar a pagar el doble por un producto de una misma marca y modelo.
8. Siempre consulta tu presupuesto y evalúa tu flujo de efectivo antes de pedir un préstamo, solicitar un crédito o pagar algo a través de tu tarjeta.
9. Una vez que hayas ejercido el financiamiento (es decir, que te hayan entregado el dinero prestado o que hayas utilizado tu crédito) actualiza tu presupuesto y determina tu nuevo flujo de efectivo considerando los pagos de tu nuevo compromiso financiero.
10. Ten siempre presente la regla de oro del financiamiento: El crédito y los préstamos NO son una extensión de tus ingresos, sino compromisos que reducen tu flujo de efectivo futuro.