Redes sociales: mal uso, absoluta soledad

Reflexionar sobre cómo las utilizamos y sobre la conveniencia de encontrar un equilibrio entre las relaciones virtuales y las relaciones personales ha llevado al “Club de las personas Genuinas” a celebrar el Día sin internet

La cita fue en la Casa Vacas del madrileño parque de El Retiro. La jornada se hiló a través de diferentes actividades, conferencias y encuentros culturales.
La iniciativa la condujo Jose DeConde, licenciado en Ciencias del Deporte, especializado en  gestión deportiva en el pasado, y hoy coach de relaciones personales.
DeConde explicó a EFEsalud que el día sin internet nació hace 20 años, y luego murió.
“Este año lo hemos rescatado y supongo que tiene algo de personal, porque uno a veces se ve abocado a las redes, dependiente de su uso y de la aprobación de los demás a todo lo que se cuelga o publica”.
En su opinión es un buen momento social para reflexionar sobre el uso que damos a las redes sociales:

“No para demonizarlas ni luchar contra ellas sino para tratar de equilibrar nuestra vida más real, más física  y compaginarlo con la vida mas online”.

Entre los peligros que acechan sobre un mal uso de las redes apunta a la necesidad de aceptación y reconocimiento “dando una imagen falsa de nosotros, donde puede más el aparentar, el postureo… necesitamos volver a nosotros, a respetarnos, a querernos”.
Considera además que este postureo si es permanente conduce al aislamiento, genera ansiedad , angustia y depresión.

“Hay que quedar con la gente de forma física, hablar en profundidad, hay que tener conversaciones interesantes, lo diálogos en redes son muy superficiales”.

Defiende Gómez Sanabria que en función de la calidad de nuestras relaciones así va nuestra felicidad y para salir del mundo único y exclusivo de las redes invita, por ejemplo, a hacer algo por alguien, o a no consultar el móvil nada más levantarse por la mañana, darse al menos media hora antes de conectarlo.

La realidad

También se ha sumado a esta iniciativa, Hada García Cöck , coach y psicóloga especializada en alimentación y hábitos.
Su exposición se dirige especialmente a los jóvenes y les advierte sobre el hecho de que los llamados influencers (influidores) no les pueden servir de modelos.
“Cuando vemos a una influidora con un cuerpo perfecto, una vida perfecta, una imagen ideal, hay que darse cuenta de que su trabajo es mostrarse así, y por lo tanto no nos podemos comparar”.
“Se nos olvida que su trabajo es salir bien en redes. Se dedican a eso y les pagan por eso, y al compararnos sentimos que nuestra vida es mediocre y hay que darse cuenta de que no es nuestra realidad”.

“Hay que tomar conciencia que nuestra vida es otra y es perfecta y maravillosa tal como es”.

Hada cree que lo que les pasa hoy a los jóvenes es que están constantemente bombardeados por unos mensajes e imágenes de las redes que les llevan a querer alcanzar una perfección imposible lo que les conducen a la frustración.
Para salir de la trampa aconseja intentar estar presente en las redes solo 30 minutos al día porque si “controlamos las redes controlamos nuestras vidas, ganamos en felicidad, hay más tiempo para leer, salir, y relacionarse de verdad con los demás”.

Pensar en lo que nos rodea

Mª Ángeles Quesada es filósofa especialista en diálogo socrático  y también se ha sumado a esta jornada del Día sin internet.
Quesada lleva años acercando la filosofía a la calle, intentando meter en nuestras mentes “atareadas y llenas de ruido el gusanillo de parar y pensar sobre lo que nos rodea, sobre los temas que nos preocupan”.
Es por eso que afirma que para ella es importante hacer pensar a la gente si la tecnología es nuestra, “si podemos darle un uso bueno o malo o si bien esta un poco dirigida y nos lleva a un lugar determinado, y por tanto, hay cosas que no nos deja ver..”
“Nos hacen sentirnos coaccionados, publicar una imagen determinada en instagram, muy pulida, muy bonita… que nos lleva a expresarnos como no somos”.
En realidad, explica, tiene mucho que ver con una estructura panóptica.
La estructura panóptica era un tipo de arquitectura carcelaria ideada por el filósofo utilitarista Jeremy Bentham hacia fines del siglo XVIII., cuya clave estaba en que los reclusos no veían al vigilante, sabían que podían ser observados en cualquier momento, pero desconocían el momento exacto y eso les llevaba a autocensurar su comportamiento.
Y lo mismo pasa en las redes, las personas “nos autorregulamos mostrando un imagen totalmente autodirigida.

“La sensación de que somos libres es totalmente falsa porque nuestra relación está dirigida y coaccionada”.

Además, coincide en el análisis de que las redes son herramientas que enganchan, quitan tiempo de la vida real, de las relaciones auténticas que tienen más que ver con compartir sentimientos, con la amistad, con el compromiso, con el tiempo físico juntos, con conversaciones y no solo la mera trasmisión de información.
Con información de EFE