Colombia tiene el segundo mayor sueldo del grupo de cuatro países de la Alianza del Pacífico, con un salario mínimo de alrededor de 320 dólares al mes y sólo es superado por Chile, con 420 dólares. La remuneración mínima de Perú ronda los 270 dólares y la de México apenas alcanza los 144 dólares, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Los sueldos y los salarios son bajos en México, en comparación con países del mismo tamaño y nivel de desarrollo que el nuestro. Esta diferencia es incluso mayor si se contrasta con países más desarrollados, como es el caso de los Estados Unidos y de Canadá.
El salario mínimo en nuestro vecino país del norte es de 7.25 dólares por hora, mientras que en Canadá y en Europa es incluso superior. Esto significa que los salarios en nuestro país son cercanos a una décima de lo que se paga en aquellas naciones. Esta diferencia de sueldos se reduce de manera significativa conforme se comparan los sueldos más elevados, en donde se tiene una mayor productividad y hay mayor facilidad para emigrar.
La explicación tradicional de por qué existe este diferencial tan elevado entre los sueldos es el análisis de Oferta y Demanda, que consiste en afirmar que hay más trabajadores no calificados de los que requieren las empresas que existen en nuestra economía. Por eso, en la medida en que aumente la inversión y el número de empresas formales, los salarios deberán de elevarse.
Sin embargo, puede existir otra hipótesis que explique los bajos salarios en nuestro país, que se complementa con la anterior, que consiste en la manera en que las empresas mexicanas tienen que competir con las extranjeras.
Debido a que tenemos una economía muy abierta (basta con ir a cualquier supermercado para ver la gran cantidad de productos elaborados en el extranjero disponibles), los fabricantes nacionales no pueden elevar sus precios de manera arbitraria conforme aumentan sus costos.
Esto significa que los precios nacionales están determinados por los precios internacionales (con excepción de los productos y servicios que estén protegidos o que no se puedan importar), pero los costos se determinan de manera interna.
Por lo mismo, las empresas mexicanas tienen que bajar sus costos para poder competir contra las importaciones, ya que no pueden elevar sus precios. Sin embargo, tienen costos que no pueden reducir, como son los precios de los energéticos que consumen (gasolina, electricidad y gas). Además tienen otros costos que no pueden modificar, como son los precios de sus materias primas, de insumos protegidos, de impuestos y los distintos gastos por trámite, así como la corrupción y la inseguridad que enfrentan.
Si los precios de venta no son modificables y varios costos e impuestos no se pueden cambiar, el ajuste para poder competir tiene que hacerse en dos renglones fundamentales, que son las utilidades y los salarios. Si las utilidades bajan, también lo hará la inversión, la creación de empleos y los salarios reales.
Entonces la conclusión es que en la medida en que las empresas tengan mayores costos por altos precios de insumos y energía, por costos derivados de inseguridad, por altos impuestos o por elevados trámites burocráticos, bajarán los sueldos reales que pueden pagar a sus trabajadores o se tendrán que ir a la informalidad.