En diversas naciones quebraron los sistemas bancarios y en la mayoría tuvieron que ser intervenidos en distinta medida por los gobiernos.
El pasado 15 de septiembre se cumplieron diez años de la peor crisis financiera del siglo y todavía nos sigue impactando, tanto por sus efectos como por los costos de las medidas colaterales que se instrumentaron para superarla.
Ese día, pero en 2008, se declaró la quiebra de Lehman Brothers, uno de los diez grupos financieros más grandes del mundo, cuyos activos eran superiores al PIB de la mayoría de los países del planeta.
Debido a su cuantía se pensaba que un grupo de esta magnitud no podía quebrar (Too big to fail), por lo que no se tenían previstas las medidas para enfrentar este hecho, tanto por parte de las autoridades como por los mismos bancos, por sus deudores y por sus acreedores.
Recuerdo que ese día yo estaba en la ciudad de París y fui testigo de cómo la gente formaba largas colas frente a los diversos bancos, para retirar sus depósitos por el miedo a que también quebraran.
Los diferentes bancos dejaron de operar varias semanas por miedo a que otros más se contagiaran, lo que agravó la crisis. El comercio mundial se contrajo cerca del 30 por ciento, varios millones de personas no pudieron pagar sus hipotecas y perdieron sus casas y se disparó el desempleo en los diferentes países. En diversas naciones quebraron los sistemas bancarios y en la mayoría tuvieron que ser intervenidos en distinta medida por los gobiernos.
El secretario del Tesoro de Estados Unidos era un destacado banquero y al estar consciente del riesgo existente en los bancos le dio gran importancia a su solución, pero desestimó el impacto en el resto de la población.
Algunos piensan, entre los cuales yo me incluyo, que después de una década todavía existe el riesgo de que se repita una crisis de gran magnitud, debido a que no se han llevado al cabo todas las medidas necesarias para corregir las causas de la misma, y sólo se han pospuesto.
Por lo mismo, todavía faltan años para que varias de las economías más avanzadas tengan su desarrollo basado en productividad e inversión y no en políticas gubernamentales expansivas y en mayor endeudamiento.
Muchos de los actuales problemas económicos y sociales en México, y en una gran mayoría de los países desarrollados, derivan de esa crisis bancaria, como es el elevado endeudamiento de los países y el riesgo que conlleva el aumento de las tasas de interés; el deterioro en la distribución del ingreso, debido a que con frecuencia se penalizaron los salarios y se premiaron los ingresos financieros; el estancamiento de algunos sectores y ramas económicas, así como de ciertos países; la volatilidad en los precios de las materias primas y otros más.
En suma, los temas anteriores han propiciado un entorno social contrario al funcionamiento libre de los mercados, a la globalización y al comercio internacional, lo que se refleja en apoyo a posiciones políticas de cambio.
En conveniente resaltar que en México se percibió en menor medida esta crisis debido a varias razones:
- 1) El sistema financiero estaba más capitalizado y sano que en los países desarrollados, debido a las medidas de saneamiento que se tomaron durante la crisis que ocurrió en nuestro país en la década anterior.
- 2) La economía tuvo una fuerte contracción e incluso cayó cerca del 10 por ciento anual en algunos meses, pero se recuperó de manera rápida y no hubo un drástico incremento en las tasas de interés, como sucedió en 1995. Esto evitó el deterioro de la cartera de los bancos comerciales que ocurrió en otras ocasiones.
- 3) El gobierno federal no sólo no tenía déficit fiscal, sino había logrado superávit durante varios años; lo cual le proporcionó los recursos y la fortaleza para apoyar a la economía y a las empresas por medio de diversos instrumentos.
- 4) La deuda pública se redujo de manera drástica desde el gobierno del presidente Salinas, por lo que no presionaba al mercado financiero.
- 5) El gobierno federal tomó decisiones rápidas y acertadas en su momento, lo que evitó daños permanentes adicionales en el sector real.
Es por lo mismo que México tiene una mayor fortaleza financiera que otras naciones, lo que le ha permitido mantener su crecimiento económico. Por esa razón no debe de abandonar las cosas positivas que se llevan al cabo, sino mejorar las negativas.