Análisis Político

La extrema derecha de 2021 moderniza la herencia nacionalsocialista

EXTREMA DERECHA

¿Hay que temerle a la extrema derecha alemana?

EXTREMA DERECHA. Desde 2019, hemos escuchado decir que el ocaso de Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), la extrema derecha alemana, sería un hecho; que ese partido fracasará y, finalmente, no habrá sido más que un epifenómeno, cuya radicalización habría sido únicamente producto de la «crisis migratoria» de 2015. Pero ¿es realmente así?

Círculos concéntricos

La cuestión se plantea de manera recurrente, en cada acontecimiento en el que participan actores de la extrema derecha en Alemania: ¿en qué medida se trata de hechos aislados o de eslabones de un sistema poderoso y organizado? Wilhelm Heitmeyer ya había escrito sobre el tema, desarrollando un modelo de continuum bajo la forma de círculos concéntricos que retoma en su libro más reciente, Rechte Bedrohungsallianzen [La amenaza de las alianzas de ultraderecha].

Este esquema permite comprender cómo es posible una escalada entre varios niveles en el seno de la sociedad alemana: el círculo más externo está formado por estereotipos y representaciones racistas a veces inconscientes de algunos miembros de la población, y el círculo más estrecho, por actores radicales de la extrema derecha que pasan a la acción asesinando (el nivel de agresividad y el potencial destructivo son pues crecientes según los círculos). Entre ambos existe, según Heitmeyer, una serie de círculos concéntricos en los cuales se trata de mostrar las influencias y las alianzas que permiten el paso a la acción de los agresores.

Este es el gran mérito de Rechte Bedrohungsallianzen, que Heitmeyer coescribió con Manuela Freiheit y Peter Sitzer (Surhkamp, Berlín, 2020): analiza procesos dinámicos, mediante una visión transversal de la sociedad alemana. Señala que el abanico de los medios de acción y los fenómenos sociales ligados directa o indirectamente a la extrema derecha es muy amplio. Y muestra cómo, desde hace algunos años, el pensamiento de extrema derecha se normaliza, se intelectualiza y se propaga hacia amplios sectores de la población, que ya no están aislados, de manera tal que las fronteras entre la extrema derecha y la derecha democrática conservadora se vuelven porosas, cuando hace apenas unos años no lo eran.

EXTREMA DERECHA

Crisis y autoritarismo

En general, los autores observan que, en Alemania, la confianza en la democracia como sistema de organización de la sociedad desaparece poco a poco. La novedad se debe al hecho de que, desde hace una decena de años, «el agotamiento de las energías utópicas» (diagnosticado por Jürgen Habermas a mediados de la década de 1980) abre espacios para «energías políticas regresivas», que se caracterizan por elementos discursivos muy variables. Esto pasa frecuentemente por la narración de un supuesto «combate por las libertades» por parte de las «víctimas del sistema».

Existe allí una suerte de gramscismo de derecha (aun cuando los autores no utilicen este término): lo que significa dislocar el discurso dominante y utilizar elementos de este discurso como arma política, a menudo acusando a los demás de ser dogmáticos. Así, en las manifestaciones organizadas en el verano europeo contra las medidas sanitarias, por ejemplo, el 1 de agosto en Berlín, se observó que el público era muy diverso y se mezclaban los antivacunas con representantes de la extrema derecha muy identificados sin embargo como tales.

Los autores recorren todo lo que puede subsumirse bajo el término Rechte, que significa extrema derecha, es decir, todas las tendencias que se basan en esta ideología de la desigualdad, con un sentimiento de superioridad nacionalista o völkisch (este término antiguo, muy utilizado durante la República de Weimar, que insiste en la homogeneidad y la «pureza» del pueblo alemán, dio origen a las teorías raciales del Partido Nazi) y una referencia al darwinismo social, interpretado como hacer valer el derecho del más fuerte, lo que evidentemente no era la teoría de Charles Darwin.

El segundo elemento es la aceptación de la violencia como instrumento normal y legítimo. Los discursos racionales son desvalorizados, las formas democráticas de regulación de los conflictos sociales y políticos son rechazadas, y existe a menudo una tendencia al militarismo.

La extrema derecha de 2021 moderniza la herencia nacionalsocialista. Un grupo que reivindica abiertamente el nazismo no tendría mucho eco en la sociedad alemana. En cambio, hablar de «etnopluralismo» lo cambia todo. Se observa la misma ideología racista, pero con un nuevo ropaje «cultural».

Los actores de la extrema derecha suelen recurrir a dispositivos semánticos polisémicos, que utilizan de manera polémica explotando su capacidad de migración a través de diferentes campos discursivos y diferentes posiciones ideológicas, como las nociones de «comunidad popular», «decadencia», la noción de autoridad o incluso la esencialización de los «pueblos». Así, su discurso conlleva, a veces sin que ello resulte evidente, lo que debería denominarse ideologemas nazis –aun cuando los autores de la obra no lo formulen en estos términos–.

Lo que es apasionante y parece innovador es el análisis que hacen del rol de algunos intelectuales, publicistas y periodistas, que aportan legitimidad a la extrema derecha, sin formar parte de ella, como «receptores de resonancia» (Resonanz-Empfänger) de estos discursos de extrema derecha en las universidades, los medios de comunicación o las empresas. La obra está llena de ejemplos concretos.

Infiltración en el Ejército

La opinión de los autores respecto del Estado es extremadamente negativa. Mencionan su «miopía agravada», su incapacidad para aprender de la historia. Pero hay algo aún más grave: la situación en el seno del Ejército. El presidente de la Oficina de Contrainteligencia Militar (MAD, por sus siglas en alemán), Christof Gramm, afirma que existe una «nueva dimensión» en el problema de la influencia de la extrema derecha en el seno del Ejército. Fue escuchado por el Bundestag en junio de 2020, donde hizo mención al «muro de silencio» en el seno del grupo KSK (la unidad de elite llamada Mando de Fuerzas Especiales).

La ministra alemana de Defensa presentó ese verano un catálogo de 60 medidas para reformar esas fuerzas especiales, en respuesta a la cercanía de algunos de sus miembros a movimientos de extrema derecha. Recientemente, las alertas se multiplicaron.

En mayo de 2020, fue descubierto en el jardín de la casa de un sargento mayor un importante escondite de armas y municiones que contenía también varias decenas de kilos de explosivos, sin que pudiera establecerse cuál era su destino. El 12 de junio de 2020, un soldado del grupo KSK le escribió directamente a la ministra de Defensa para decirle que las tendencias de extrema derecha eran toleradas, deliberadamente silenciadas y que los miembros del KSK tenían instrucciones de no señalar ningún incidente. 

Lo más preocupante es el rol de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución (Bundesamt für Verfassungsschutz), es decir, los servicios de información interna. Los autores muestran que las ideas antidemocráticas penetraron incluso en esta institución, encargada no obstante de proteger la democracia alemana. 

En 2011, el «escándalo de la trituradora» reveló hechos increíbles: tras el descubrimiento de los atentados con bombas preparados por Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU, un grupo neonazi fuera de la ley), un jefe de departamento de la Oficina Federal para la Protección de la Constitución destruyó documentos claves que identificaban a los informantes de un partido de extrema derecha, Defensa de la Patria de Turingia (THS, por sus siglas en alemán).

Seis años después, fue su sucesor Hans-Georg Maaßen quien solicitó el retiro anticipado, en noviembre de 2018, al ser sospechado él también de colusión con la extrema derecha. El nuevo presidente de estos servicios de seguridad interna, Thomas Haldenwang, se ocupará (es de esperar) seriamente del peligro de la extrema derecha. 

Algunas reservas

Lamentablemente, la cuestión de las relaciones de género es muy poco abordada en la obra. Ahora bien, se trata realmente de una cuestión importante cuando se estudia la extrema derecha. AfD fue fundado en febrero de 2013 en un pequeño salón comunal de la ciudad de Oberursel en Hesse por 18 personas: 18 hombres. 

Actualmente, solo 13% de los miembros de este partido (que posee alrededor de 35.000) son mujeres. Otro «récord»: el grupo parlamentario de AfD en el Bundestag está integrado por 10 mujeres y 82 hombres. En el seno del Bundesvorstand, el consejo de administración del partido, hay solo dos mujeres sobre un total de 14 personas. Lo mismo sucede con los electores: 16,3% de hombres contra 9,2% de mujeres votaron a AfD en las últimas elecciones en el Bundestag en 2017, lo que significa que dos tercios de los electores de este partido son hombres. Esto ocurre tanto en el Este como en el Oeste.

Cabe lamentar también que algunas estadísticas estén un poco desactualizadas. A pesar de estas reservas, la obra es extremadamente rica. Permite tomar conciencia, con numerosos ejemplos concretos poco conocidos, de que la democracia puede rápidamente perder el control de la situación. La obra también conmueve, especialmente al transcribir en cinco páginas la extensa lista de personas asesinadas por la extrema derecha, ya que las estadísticas no reflejan inmediatamente el hecho de que se hayan destruido vidas humanas.

Finalmente, la obra incluye 22 páginas de bibliografía muy completa sobre la cuestión. En definitiva: este libro escrito con furor, pero sin renunciar al rigor científico, es a la vez muy esclarecedor y muy angustiante.

Nota: este artículo fue originalmente publicado en francés en la revista La Vie des Idées

EXTREMA DERECHA HA CRECIDO EN ALEMANIA

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