REGULAR GANANCIAS. Entre enero y agosto el conjunto de bancos que opera en el país obtuvo ganancias por 152 mil millones de pesos, un incremento de 34.5 por ciento en comparación con los 113 millones obtenidos en el mismo periodo pero del año pasado, revelan cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Se trata de un monto sin precedentes desde que se tienen registros en el organismo regulador. El crecimiento es en términos nominales, es decir, sin descontar la inflación en el periodo.
Cabe recordar que la cifra está influida por la liberación de parte de las reservas contra riesgos de impago que los bancos constituyeron a lo largo de 2020, con el objetivo de aminorar los estragos en la cartera por las medidas tomadas para afrontar la crisis por la pandemia.
Las reservas fueron creadas con cargo al capital de los bancos, por lo que sin considerarlas, el resultado, como lo indica la CNBV, habría sido una utilidad de 132 mil millones de pesos durante el periodo de referencia.
Los datos demuestran que los seis bancos de importancia sistémica —BBVA, Santander, Banorte, Citibanamex, HSBC y Scotiabank—, aquellos que por su tamaño pondrían en riesgo la estabilidad del sistema financiero, concentran 75.9 por ciento de las ganancias.
En este sentido, de enero a agosto, BBVA, el banco de mayor presencia en el país, obtuvo ganancias por 48 mil 764 millones de pesos, un aumento de 34.8 por ciento con respecto a lo reportado en el mismo periodo de 2021.
La CNBV precisó que Santander obtuvo utilidades por 16 mil 446 millones de pesos, un aumento de 43.5 por ciento; en Banorte la cifra fue de 22 mil 814 millones, lo que significó un incremento de 33.4 por ciento.
En el caso de Citibanamex las ganancias ascendieron a 12 mil 334 millones de pesos, disminución de 10.3 por ciento; en HSBC el monto sumó 6 mil 846 millones, incremento de 41.2 por ciento y en Scotiabank la cifra llegó a 8 mil 249 millones, aumento de 17.6 por ciento en el periodo de referencia.
Según la CNBV, la cartera de crédito total del sector se ubicó en 5 billones 951 mil millones de pesos , lo que representó una disminución real de 0.4 por ciento respecto al mes anterior.
Aún está pendiente que la banca tradicional tenga ganancias razonables
Los siete principales grupos financieros de México tuvieron durante el primer trimestre del 2022 una ganancia de más de 100 mmdp. En algunos casos, los incrementos son de más de 50%, con respecto al año pasado. La pregunta es por qué los bancos mexicanos tienen ganancias tan altas, si los niveles de crédito y ahorro bancario del país son menores a los de las grandes economías de América Latina.
En México, el porcentaje de la cartera de crédito es de alrededor del 31% del PIB, cuando en Chile es más de 100%, en Brasil de 70% y en Colombia de más de 50 por ciento. Además, de acuerdo con la más reciente encuesta de inclusión financiera de México la tendencia no ha mejorado.
Esto es, las altas utilidades de la banca no se derivan de ofrecer los servicios financieros que la población y la economía requieren, por el contrario, se derivan fundamentalmente de su capacidad para concentrar el mercado y tener cautivo a cierto tipo de consumidores. Por ejemplo, la presente alza de las tasas de interés beneficia de manera especial a la banca tradicional mexicana, ya que el premio que paga al público por la mayoría de los depósitos es muy bajo o incluso nulo, por lo que, ante el importante incremento de las tasas de referencia, a las que puede prestar a otros, como a los clientes comerciales o hipotecarios, obtiene importantes ganancias por ese diferencial.
El diseño del sistema financiero es uno que privilegia la estabilidad a toda costa, por lo que se renuncia a que el mismo sea un motor de financiamiento para el desarrollo, de hecho, la penetración del sistema en la economía es muy baja. Las altas ganancias son producto de la concentración de los servicios y activos del sistema en unas pocas instituciones. Si queremos más cobertura, y por tanto mayor inclusión financiera, lo que se requiere es incrementar la oferta de servicios por distintas vías.
Por la tradicional, con la autorización de nuevos bancos e instituciones financieras, pero también de las ligadas a las tecnologías, al análisis de los datos, la que cuenta con infraestructura y modelos de negocio diseñados para atender a la población que ahora no cuenta con servicios financieros.
Eso requiere una regulación adecuada, que no se exceda, sino que garantice su adecuada operación y genere incentivos para productos de ahorro y crédito más atractivos. Las experiencias sudamericanas recientes nos muestran como es posible, con tecnología y nuevos enfoques, atender de manera masiva las necesidades financieras de la población en el corto plazo. Los nuevos jugadores pueden ser emprendedores, enfocados en mercados de nicho, pero también instituciones mayores, que ya han desarrollado tecnología muy sólida, expertas en el manejo de datos, lo que reduce costos, así como otras que vienen de sectores como la distribución, el transporte, las telecomunicaciones y otro tipo de servicios. En ese sentido, la capacidad de generar competencia es alta y los riesgos manejables.
La banca tradicional, incluso si se expande, no podrá atender a la mayoría de la población que requiere servicios, ya que no tiene productos adecuados para ello, por ejemplo, de acuerdo con la Fundación Espinosa Yglesias, la población bancarizada utiliza solamente el 30% de los créditos que la banca otorga. La fundación recomienda reducir los costos de entrada a las entidades enfocadas a los segmentos de mercado no atendidas, como nuevos bancos y Sofipos modernizadas, con tecnología.
La fundación recomienda ampliar la cobertura del sistema con la incorporación de generaciones más jóvenes, usuarios intensivos de tecnología y con hábitos distintos, así como responder al crecimiento de sectores de clase media, no atendidos, con capacidad de ahorro y consumo, no necesariamente de altos ingresos, pero en muchos casos de naturaleza formal o permanente. En el estudio de la fundación se reconoce que la innovación es lo que está generando la mayor presión competitiva sobre los intermediarios financieros. Esa es la manera de desconcentrar el particularmente cerrado sistema financiero mexicano.