Los enfrentamientos en Michoacán entre la policía y los grupos armados (así como la realidad soterrada de otras entidades federativas, sobre las que existe poca o nula información en los medios), ponen en evidencia que seguimos teniendo enormes dificultades para ganarle a la delincuencia. Todo parece indicar que el “sacrificio” que nos pidieron desde el sexenio pasado sirvió más bien para poco, a pesar del enorme costo de vidas humanas y de recursos financieros que se destinaron a la lucha contra el crimen. Lo curioso es que a nivel global la delincuencia ha bajado de forma muy relevante en los años recientes, de modo que es bastante probable que en México, algo estemos haciendo mal.
Datos duros:
En Inglaterra y Gales en los años 90 había unos 500 asaltos a bancos y oficinas. El año pasado hubo solamente 69. En Nueva York en 1990 se robaron 147,000 coches; el año pasado fueron poco más de 10,000. En algunas partes de Manhattan el robo en general ha disminuido un 95% en los últimos 20 años. Desde 1994 la violencia doméstica ha bajado un 75% en Inglaterra y un 66% en Estados Unidos.
De hecho, los delitos violentos en las grandes ciudades de Estados Unidos han bajado un 64% en las dos últimas décadas (The Economist, 20 de julio de 2013). ¿Qué es lo que explica esa disminución tan sustantiva y qué podríamos hacer nosotros para obtener esas tasas de éxito? Los expertos parecen coincidir en que los avances contra la delincuencia se deben a varios factores. Se trata de una combinación que inicia con el cambio demográfico en las sociedades más ricas del planeta, en las que hay menos personas jóvenes y más adultos mayores (los jóvenes de entre 18 y 24 años son los que mayor tendencia a cometer crímenes violentos tienen dentro del conjunto de la población).
La tecnología también ha ayudado bastante. En el caso de Nueva York y Los Ángeles la policía utilizó programas de computación para dividir la ciudad de acuerdo a zonas de riesgo delictivo y de esa forma concentrar mejor sus esfuerzos. Eso permitió, por poner un ejemplo, que en la zona alrededor de una sola calle en Nueva York (Canal Street, en el bajo Manhattan), la tasa de homicidio bajara de 29 por cada 100,000 habitantes en 1990 a 1.5 por cada 100,000 habitantes en el año 2009.
Los sistemas tecnológicos permiten que la policía se “anticipe” a la comisión de un delito, al identificar zonas de alto riesgo o de mayor incidencia, en las que se aumenta el patrullaje, se habla con los vecinos, se identifican domicilios u oficinas que puedan estar desprotegidos, etcétera. Cuestiones que hasta podrían sonar irrisorias pero tienen un gran impacto. Incluso se están comenzando a utilizar monitoreos de redes sociales para identificar posibles patrones delictivos o actividades que pueden dar lugar a la consumación de algún delito. La instalación masiva de cámaras de vigilancia también ha ayudado.
Otro factor explicativo es la disminución en el número de adictos a la heroína y al crack, que produjeron una ola delictiva enorme en los años 80 y 90. Hoy esas sustancias solamente son consumidas por personas de edad avanzada que llevan muchos años sufriendo los efectos de tal adicción y que dejaron de ser peligrosos para los demás. En su mayor parte, los que ahora son adictos compran sus drogas sin necesidad de robar.
Un elemento más a tomar en cuenta son los dispositivos de autoprotección. Los coches de modelos recientes tienen sistemas que permiten apagar el vehículo a distancia, con lo cual el incentivo para robarlo disminuye notablemente. De la misma forma, hay muchos hogares que cuentan con sistemas de cámaras de vigilancia o alarmas, los cuales pueden ofrecer un entorno más protegido, que desaliente a quienes tuvieran la intención de cometer un delito. Uno de cada tres hogares en Inglaterra tiene algún sistema de alarma antirrobo.
La mayor incidencia delictiva, la que sufre gran parte de las víctimas del delito, tienen que ver con el robo, el fraude, el acoso sexual, la violencia doméstica, etcétera. Estos no son de los llamados de alto impacto, sino más bien son delitos comunes como asaltos, robo de autos, etc. y que además son estos los que ocupan la mayor parte de la información trasmitida por los medios.
En este tema, todas las experiencias de los países más desarrollados nos pueden ayudar como referencia para revertir los malos datos que tenemos y ofrecer mejores resultados. Donde incluso se podría entrar en materia con el combate al crimen organizado, tema que merece un análisis por separado. Los esfuerzos, medios, y procesos a efectuar de parte de las autoridades parecen obvios ante este panorama, lo necesario para un avance se centra en dar pasos contundentes para ir bajando la incidencia de la delincuencia común, que es la que hoy en día, afecta a millones de mexicanos.