En los últimos 12 meses se han inyectado más de 29 billones de dólares de estímulos fiscales en ambos conceptos a los mercados financieros globales.
Entre 2009 y 2021, los principales bancos centrales del planeta compraron activos monetarios por 21 billones de dólares y realizaron 982 recortes de tipos o tasas de interés. La pandemia aceleró la tendencia, pero esta ya existía desde antes de que apareciera el fenómeno sanitario que devastó el año pasado a la economía.
Si en más de una década el mundo se ha hecho “adicto” a la compra de activos monetarios, sacarlo de tal adicción será una tarea de muy largo plazo ya que se prevé que al menos la siguiente década los estímulos fiscales y monetarios tengan una participación decisiva en la trayectoria económica.
La influencia de la compra de activos monetarios y estímulos fiscales es tan determinante como la cifra que dice todo lo que está en juego. De acuerdo con Bank of América en su análisis presentado por su jefe de estrategas Michael Hartnett este lunes a Wall Street, en los últimos 12 meses se han inyectado más de 29 billones de dólares en ambos conceptos a los mercados financieros globales, especialmente de las naciones industrializadas (compra de activos monetarios y estímulos fiscales).
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Así, entre 2009 y 2021 la economía del planeta ha recibido alrededor 50 billones de dólares para mantenerse a flote. Sin esta enorme cifra de dinero que se dice fácil, pero en los hechos representa 3.5 veces el valor de la mayor economía del mundo, la de Estados Unidos, la situación global sería de pronóstico reservado. De hecho, casi con absoluta certeza el mundo habría entrado hace un tiempo en otra Gran Depresión (esto último lo dice el autor de este artículo).
Dependencia adictiva
Ya de regreso al análisis que nos ocupa, los autores señalan que los estímulos fiscales o monetarios han propiciado una dependencia adictiva entre Wall Street y la Fed, lo que también se refleja en la economía real; existe una marcada adicción entre los estímulos y el desempeño económico.
Estos estímulos determinarán todo en casi todo el mundo los próximos años: desde los procesos de producción hasta la política misma, pasando por el desempeño de las divisas.
Bank of América considera que habrá un retroceso de la globalización a nivel mundial cuando menos en la próxima década; será una tendencia determinada por el mantenimiento de los estímulos fiscales y la participación de los bancos centrales en la compra de activos monetarios.
Aquellos políticos que prometan y logren mantener los estímulos económicos serán quienes detenten el poder, aunque también surgirán fuertes posibilidades para quienes implementen con éxito políticas públicas como la del salario básico universal.
La desigualdad se incrementará en los próximos años como consecuencia directa de la pandemia, por lo tanto, los gobiernos del mundo tendrán que ser más creativos para tratar de abatirla sin aplicar las recetas de otras épocas, es decir más impuestos, más regulación y más restricciones presupuestarias. Los estados ahora tendrán que hacerse gigantes dentro de sus posibilidades y eso requerirá cantidades enormes de dinero que deberán salir de algún lado.
En el análisis, se considera que el dólar podría enfrentar un larguísimo mercado bajista; es probable que la divisa estadounidense registre un periodo muy amplio de debilidad, muchos años, quizás la década completa a la que se hace referencia.
Fed deberá implementar “control de curva”
En materia de tasas de interés, Bank of América explica lo sucedido en las últimas semanas como consecuencia directa precisamente de esta dependencia de los mercados hacia los activos monetarios y fiscales, que podría provocar que las tasas dejen de estar “ancladas” y por eso el movimiento “correctivo” derivado de la incertidumbre que viven los mercados.
Tanto dinero debe tener efectos, por ejemplo, los mercados tienen fundados temores respecto a un repunte de la inflación y por eso empezaron a ajustar la curva de rendimientos en los bonos del tesoro estadounidense, estos instrumentos son el principio y el fin en los mercados de dinero del mundo.
Ante dicho panorama, para los estrategas de la institución bancaria es altamente probable que la Fed implemente en breve una especie de “control de curva de rendimiento”, para darle certeza al mercado; la medida sería una más en el espectro de intervenciones que ha realizado la Fed en más de una década en los mercados para sortear las tormentas financieras que azotan al planeta desde entonces.
Bank of América justifica su expectativa con el hecho de que la incertidumbre en materia de rendimientos puede golpear fuertemente a la economía estadounidense y generar problemas adicionales que no necesita en estos momentos; por ejemplo, un aumento de 1 por ciento en los rendimientos de los bonos del tesoro generan un incremento en el déficit, equivalente a 12 meses adicionales de pago de intereses, algo así como el doble del presupuesto de la NASA que este año tiene destinado un monto de 25 mil millones de dólares.
Inevitable, un mundo de estímulos monetarios y fiscales
Así, al menos en la próxima década parece inevitable que el mundo dependa de los estímulos monetarios y/o fiscales para seguir adelante. Lo relevante es que no fue algo que se originó a raíz de la pandemia, el virus precipitó todo, pero en realidad las economías más importantes del planeta no han dejado de requerir este tipo de apoyos desde hace más de diez años. La gran pregunta es: ¿hasta dónde y hasta cuando funcionará la medicina?