Elecciones 2012: ¿Violencia, corrupción e impunidad?

Quisiera preguntarles en su momento a los candidatos a la presidencia de la República: ¿Cuál es su postura frente al problema de la violencia en México? ¿Cómo la atacarían? ¿Qué programas establecerían para abatir la impunidad y la corrupción? ¿Qué harían para mejorar nuestro sistema de justicia? ¿Optarían por el mando único de la policía a nivel federal, por el mando único a nivel estatal, o dejarían las cosas como están. La violencia, la corrupción y la impunidad se comparten, encajan y unidas se complementan como las piezas de un rompecabezas.
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Violencia inaudita provocada, principal, pero no únicamente, por el tráfico de las drogas que transitan hacia los Estados Unidos, quedándose una parte en México, donde las bestias que pelean por el control de los territorios se matan entre sí, dejando a la vera del camino un rastro de sangre vertida por ciudadanos inocentes, dolor de padres, hijos, hermanos, amigos… un río de lágrimas que en su corriente clama por una justicia ausente. Niños, mujeres, estudiantes, ciudadanos inocentes asesinados, la lista es larga de las llamadas “víctimas colaterales”, producto nefasto de esta locura cruel y sin piedad.
La mayoría de las muertes son de personas que optaron por el camino del crimen para hacerse de dinero y de poder y lo que esto lleva aparejado, a cambio de una vida que puede quedar truncada en cualquier momento por asesinos iguales a ellos. Prefieren ser alguien durante un corto tiempo, que nadie durante toda una vida, le escuché decir a un joven que se había incorporado al crimen organizado unos cuantos meses atrás.
Un país cínico, nuestro vecino del norte, que mueve, según los enterados, alrededor de US$35,000 millones en su mercado interno de drogas sin que exista alarma al respecto –salvo cuando se rompen las reglas no escritas del narco-negocio- entre los grandes capos que controlan la distribución y el consumo de la droga. País vecino que nos exporta armas de alto poder a la luz de una legislación que así lo autoriza y que debería de ser una vergüenza mundial. Ellos ponen el mercado, el dinero y las armas, nosotros ponemos los muertos.
El recurso económico en México que proviene del tráfico de drogas desde México hacia EUA es desconocido, pero los enterados dicen que puede fluctuar entre dos mil y seis mil millones de dólares, y la parte del dinero que permanece en territorio nacional se utiliza para persuadir a la población –incluyendo niños y adolescentes- al consumo de estupefacientes. Enorme fortuna capaz de corromper no sólo a nuestros mal pagados policías, sino a altos funcionarios, mandos policiacos y fuerzas armadas.
Las novelas de la televisión, los narcocorridos, los libros sobre los capos del narco, provocan en forma intencional o tangencial, la admiración hacia estos delincuentes sin alma, corrompiendo así particularmente a nuestros niños y adolescentes. Nuestro sistema de justicia es un desastre que quedó exhibido en el magnífico documental titulado “Presunto culpable”; la impunidad se encuentra entre el 96% y el 98%, y la corrupción nos sitúa en el lugar 100 en el concierto de las naciones con calificación de 3 sobre 10. Somos un país profundamente corrupto. Hay muchos inocentes que están en la cárcel y muchos delincuentes que están en la calle.
Distintas e inteligentes propuestas han hecho los expertos para reducir la impunidad y la corrupción, para el mejoramiento de nuestro sistema de justicia. Los juicios orales empiezan a introducirse en algunos estados y comienzan a cosecharse los primeros frutos. Personajes prominentes, incluyendo varios ex presidentes, intelectuales latinoamericanos y un ex presidente de la ONU, han manifestado su opinión al respecto de que se genere un debate a nivel internacional relacionado con el tráfico de drogas, la despenalización del consumo de algunas de ellas, el trato de la drogadicción como un problema de salud pública y su énfasis en la prevención, más que la criminalización de todo lo relacionado con ella.
Nosotros los ciudadanos queremos saber los “cómos”, pues los “qués” los conocemos y estamos hartos de que no se haga nada sustancial para resolverlos. ¿Contestarán con propuestas concretas? ¿Evadirán las preguntas? ¿Responderán con generalidades? Lo que digan nos servirá a los ciudadanos para razonar nuestro voto y exigir, llegado el momento, que cumplan con sus promesas de campaña. La suerte está echada…