Con la expansión de las restricciones de circulación para mitigar el contagio del coronavirus, casi un tercio de la humanidad está actualmente en cuarentena.
Aunque la pandemia tiene en estos momentos su epicentro en Europa, los casos de personas con Covid-19 proliferan exponencialmente en América Latina, al tiempo que avanza la imposición de medidas de aislamiento y cierre de fronteras.
“Quedarse en casa” es la nueva consigna que recorre la región.
El problema es que no todos pueden hacerlo. En Latinoamérica cerca del 50% de los trabajadores está en el sector informal y para ellos, la restricción de salir a la calle es económicamente devastadora.
Personas como Noelia Flores, una inmigrante venezolana de 39 años que vive en Perú junto a dos hijos, una nuera y cuatro nietos, quedó sin ninguna fuente de ingresos luego que el gobierno impusiera la cuarentena.
Ya no puede hacer labores de limpieza ni buscarse la vida como vendedora ambulante.
“Yo como madre y como abuela me preocupo porque tengo niños pequeños. ¿Cómo les voy a decir que no van a poder tomarse su tetero (biberón)? No podemos, tenemos que buscar la manera de dárselo”.
Para Noelia la cuarentena es una cuestión de sobrevivencia.
En BBC Mundo conversamos sobre éste y otros temas con Rubén Lo Vuolo, economista y director del Centro Interdisciplinario de Estudios de Políticas Públicas, CIEPP, en Argentina.
¿Qué consecuencias puede tener la pandemia en América Latina y cómo afectará a la gente?
El impacto económico y social va a ser muy fuerte, aunque depende de la situación en que se encuentra cada país.
Los países con sistemas públicos más expandidos, tendrán probablemente una mayor capacidad de asistir a los sectores de bajos recursos.
Y los países que han desarrollado servicios privados que apuntan a la clase media y alta, y que tienen una infraestructura sanitaria muy débil para los sectores vulnerables, enfrentarán serios problemas.
Si en países más desarrollados estamos viendo que los sistemas no pueden dar respuesta, claramente en América Latina estamos mucho más debilitados.
Además tenemos un enorme sector informal. La paralización de las actividades económicas por las cuarentenas tiene un impacto mucho más potente en los sectores que no pueden acogerse a los beneficios que tienen los empleados formales.
Nadie les va a decir “usted permanezca en cuarentena que le seguiremos pagando el salario”.
Y habrá que ver cómo reacciona la población más vulnerable. América Latina tiene serios problemas de hacinamiento en los tejidos urbanos.
¿Cómo se enfrenta una cuarentena en condiciones de hacinamiento? La idea de aislarse y mantener distancia social no es realmente efectiva en esas circunstancias…
Es muy difícil para la gente que vive en condiciones de hacinamiento.
Son personas que para proveerse de recursos básicos tienen que salir a la calle. En muchos casos no les queda otro camino.
Lo que pasa es que en América Latina hay países con un sector informal, o de trabajo precario, muy extendido, particularmente en las megalópolis.
No es solo un problema de que los informales no pueden salir a la calle. El problema es que incluso sus clientes, de sectores más acomodados, están encerrados.
Por ejemplo, está el caso de los feriantes aquí en Argentina. Antes había mucha gente vendiendo frutas y verduras en la calle. Pero hoy la gente con recursos está encerrada en su casa comprando vía internet.
Incluso los sectores que no son los más vulnerables, como aquellos que prestan servicios en el hogar, tipo plomería, electricidad, pintura, son todos trabajos que están paralizados.
En algunos sectores más acomodados están señalando con el dedo a las personas que no se quedan en la casa, aunque no tengan cómo comer…
Lo peor que podemos pensar es que la pandemia se expande porque alguien sale a la calle en una situación de necesidad.
La pandemia se expande por motivos que son ajenos a la persona que vive en un barrio marginal y sale a la calle porque necesita ir a buscar agua o a buscar su sustento.
No podemos culpar a la gente que tiene que salir a la calle para subsistir por no quedarse en casa.
¿Qué le parece la respuesta de los gobiernos de la región frente a la crisis?
Hay gobiernos que están haciendo transferencias extraordinarias de ingresos, pero no es fácil, porque los programas asistenciales requieren un buen manejo administrativo.
Y en condiciones de pandemia, se vuelven difíciles de operar.
Además, muchos de estos programas dependen de una burocracia especializada que, en muchos casos, opera con mecanismos de clientelismo político o depende del contacto directo con las personas.
Más a fondo, lo que veo es que está avanzando en distintos países de la región un debate sobre la necesidad de tener un ingreso universal incondicional de cobertura, que sea independiente de las condiciones de las personas en el mercado del empleo, en el nivel de ingresos.
Este debate se está empezando a dar acá, como también se está dando en otros países de Europa o Estados Unidos.
Frente a situaciones de este tipo no está preparado el sistema de protección social para dar las coberturas necesarias.
¿Por dónde deberían ir las medidas de los gobiernos para enfrentar esta crisis?
Honestamente no tengo respuesta. América Latina no se caracteriza por tener políticas públicas muy potentes.
La clase política va a tener que extremar mucho la imaginación, que hasta ahora no se la ve.
Lo que se ve hasta ahora es la implementación de mecanismos prohibitivos, mecanismos de aislamiento.
Incluso vemos municipios que toman medidas por su propia cuenta. Hay descoordinación de gobiernos nacionales y locales. El ejemplo de Brasil es más que evidente.
A eso se suman los mecanismos de restricción de las libertades públicas en sociedades que tienen una tendencia muy particular alautoritarismo político, que levantan otro tipo de preocupaciones.
Aunque no todos los países están tomando medidas de restricción de las libertades públicas para frenar la propagación del virus…
Hay casos extremos como el de México, donde consideran que la situación no es tan grave y el poder político está ignorando las medidas que se han tomado en otros países latinoamericanos.
Espero que los gobiernos reaccionen porque hay que salir muy rápidamente, como se pueda, sin tener mucha preocupación por cuál va a ser el impacto fiscal.
Hoy por hoy hay que salir con medidas rápidas, de transferencia de ingresos lo más amplias posibles, lo más incondicionales posibles, de acceso prácticamente universal para dar asistencia a los sectores golpeados.
En lo personal, antes de esta crisis, incluso en épocas de bonanza, creo que hay que moverse hacia sistemas de entrega de ingresos que se independicen de la situación de empleo.
Pero los presupuestos fiscales son muy distintos en países desarrollados en comparación con los países de la región…
Es que hay que juntar los dos debates. América Latina tiene un serio problema de recaudación de tributos en los sectores de mayor riqueza.
El grueso de los ingresos latinoamericanos están basados en impuestos indirectos y en algunos países, sostenidos por ingresos de las exportaciones de commodities.
Este tipo de tributos no solo soninjustos y regresivos, pero ahora se verán afectados porque se está frenando el comercio mundial.
Están cayendo los precios de las materias primas y al mismo tiempo los impuestos indirectos también se van a ver impactos, como el Impuesto al Valor Agregado (IVA), porque está cayendo seriamente la actividad económica.
No solo hay que activar la redistribución directa lo más rápido y simple posible que llegue a la mayor cantidad de gente, sino también avanzar a un sistema con impuestos sobre la riqueza, sobre la herencia, sobre los ingresos de los sectores más altos.
Estamos frente a una crisis generalizada del capitalismo democrático mundial y del capitalismo no democrático, como es el caso de China.
Y en América Latina no solo somos receptores del virus, sino también de la crisis económica y de la incapacidad del manejo de estos problemas por parte de los países centrales.
Por Cecilia Barría BBC News Mundo