Grecia endurece la jornada de trabajo: hasta 13 horas diarias

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GRECIA. La polémica reforma laboral tuvo el apoyo de 158 diputados, de 300 en total, principalmente de quienes integran el partido Nueva Democracia. 

GRECIA. Madrid. La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo en
funciones, Yolanda Díaz, afirmó que la reforma laboral aprobada este viernes en Grecia que permite, entre otras cosas, trabajar hasta seis días a la semana yjornadas laborales de hasta 13 horas, representa un camino a la “involución”.

A través de un mensaje en al red social X (anteriormente llamada Twitter) la ministra Díaz se ha mostrado “preocupada” por el nuevo camino de Grecia, que, a su parecer, supone “menos tiempo, vidas peores y una economía low cost“.

“Muy preocupada por esta noticia que llega desde Grecia. Este es el camino de la involución: menos tiempo, vidas peores, economía low cost“, ha manifestado la ministra española.

El Parlamento griego aprobó este viernes 22 de septiembre, una reforma laboral, impulsada por el Gobierno conservador que dirige Kyriakos Mitsotakis, y su partido Nueva Democracia, que permite, entre otras medidas, imponer un sexto día de jornada laboral.

Además, la reforma también establece que los trabajadores podrán optar voluntariamente a un segundo empleo de hasta cinco horas diarias, lo que sumado a la actividad principal de ocho horas al día, posibilita que los trabajadores puedan laborar hasta 13 horas al día.

GRECIA ENDURECE SU JORNADA LABORAL

Asimismo, introduce un contrato para “empleados de guardia”, que en la realidad supone que los trabajadores no tendrán un horario fijo sino que trabajarán cuando el empleador así lo requiera, siempre y cuando exista una notificación previa de al menos 24 horas antes.

Al respecto, la ministra Díaz ha asegurado que, frente a la situación de Grecia, el Gobierno de España seguirá “trabajando” para “reconciliar la economía con la vida y el planeta”.

La polémica reforma laboral tuvo el apoyo de 158 diputados, de 300 en total, principalmente los que integran el partido que dirige Mitsotakis.  Mientas que la oposición voto en contra.

Ante la nueva ley laboral, que permitirá a las empresas imponer un sexto día laboral a todos los empleados en Grecia, quienes, además, estarán sujetos a una variación de horarios, misma que dependerá de las necesidades de producción, miles trabajadores ya iniciaron con diversas protestas.

Desde el pasado 21 de septiembre, los empleados se dieron cita en s principales ciudades de Grecia. En Atenas, aproximadamente, seis mil personas protestaron en contra de la nueva reforma.

Asimismo, el sindicato de los funcionarios públicos de Grecia (ADEDI) convocaron a una huela de 24 horas, a la que sumaron personal de hospitales, académicos y del transporte público, quienes argumentaron que la jornada de ocho horas diarias es una conquista de los trabajadores.

Grecia endurece la jornada de trabajo: hasta 13 horas diarias

Grecia clásica

Introducción histórica a Grecia clásica

Jaime Molina Vidal
(Universidad de Alicante)

La evolución política de Atenas y del resto de ciudades-estado griegas se vio interrumpida a principios del siglo V a. C. ante el empuje expansionista del Imperio Persa. Los ejércitos helénicos hicieron frente a los persas en la 1.ª Guerra Médica (victoria ateniense en Maratón 490 a. C.) y la definitiva 2.ª Guerra Médica (480-479 a. C., derrota griega en las Termópilas y victorias en Salamina y Micala), que ralentizó el conflicto hasta la definitiva paz de Calías (449/8 a. C.).

Sin embargo, este conflicto produjo enormes transformaciones en el conjunto de las poblaciones y Estados griegos: generó una nueva conciencia nacional panhelénica; favoreció un inusitado renacimiento cultural y económico del mundo jonio; revitalizó el helenismo en Occidente; potenció los cultos griegos frente a los orientales, especialmente aquéllos relacionados con Atenas, principal potencia vencedora de la guerra; aceleró el crecimiento económico-comercial de Atenas ligado a su expansión marítima y, por encima de todo, puso las bases de la formación de bloques griegos opuestos en torno a Atenas (Liga Ático-Délica, vinculada a sistemas democráticos) y Esparta (Liga del Peloponeso, defensora de sistemas aristocráticos).

Durante la Pentecontecia (periodo comprendido entre el final de la 2.ª Guerra Médica, 479 a. C., y el inicio de las Guerras del Peloponeso, 431 a. C.) asistimos al desarrollo de estas ligas y su creciente antagonismo, que culminará en el enfrentamiento panhelénico del último tercio del siglo V a.C.

Durante la Pentecontecia Atenas culminó el proceso de construcción de la democracia. Efialtes encarnó la radicalización de la democracia (462-461 a. C.) que potenció las funciones de la Boule; fortaleció los órganos colectivos; aumentó el poder de los demos; agudizó las tendencias imperialistas, y permitió el acceso de los zeugitai (las clases medias) al arcontado (las magistraturas).

Finalmente, con Pericles (459-429 a. C.) podemos afirmar que se alcanzó la democracia: potenció el papel de la asamblea; remuneró los cargos públicos, permitiendo el acceso de las clases medias al poder ejecutivo; creó un Estado protector basado en políticas de beneficencia, sólo para los ciudadanos atenienses, e importantes inversiones públicas, especialmente en reformas urbanísticas, que permitió mantener elevados niveles de ocupación y de crecimiento económico; la financiación la obtenía de la intensa política imperialista llevada a cabo a través de la Liga Ático-Délica y el aumento de los impuestos comerciales, y todo ello apoyado en una agresiva política de exaltación patriótica basada en la ciudadanía restringida.

No hemos de olvidar, en cualquier caso, que esta democracia quedaba circunscrita al ámbito masculino (las mujeres no votaban) y estrictamente ciudadano (tampoco votaba la multitud de extranjeros y esclavos que vivían en Atenas). A pesar de sus aspiraciones, Atenas no pudo culminar su política imperialista ya que no planteó formas de integración económica, social o política de los Estados vinculados a la Liga Ático-Délica, que de ninguna manera podían acceder a los beneficios que proporcionaba la ciudadanía ateniense.

Esparta encarnaba la ideología y el sistema aristocráticos opuestos a la democracia ateniense. El Estado espartano estaba integrado por Esparta y Laconia, junto a los territorios conquistados de Mesenia. Los espartanos monopolizaban el poder político, ignorando a los periecos, que forman comunidades no agrícolas autónomas, y sometiendo a los ilotas, la principal parte de la población de origen mayoritariamente mesenio, a una relación de servidumbre y control.

La minoritaria comunidad espartana desarrolló una sociedad cerrada, comunitaria y organizada para mantener el control absoluto de los resortes del Estado, obsesionada por controlar el principal factor de inestabilidad estatal: la desigualdad de las poblaciones mesenias (los ilotas).

El Estado espartano presentaba una peculiar organización política de carácter aristocrático, fundada por el legendario legislador Licurgo y basada en una ley fundamental (La Retra), dirigida por una diarquía (dos reyes) y apoyada en el consejo legislativo (Gerousia) y la asamblea (Apela). Después de las Guerras Médicas, Esparta acaparó la influencia estratégica de la Liga del Peloponeso, potencia antagonista del bloque ático-délico, aunque diversos conflictos sociopolíticos internos (Guerras Mesenias, irrupción de los éforos) dificultaron su crecimiento militar.

Finalmente, como indica Tucídides, el crecimiento de los bloque antagónicos (Liga Ático-Délica y Liga del Peloponeso) derivó en las Guerras del Peloponeso (431-404 a.C.), el enfrentamiento panhelénico que transformó las bases sociales y políticas de los Estados griegos.

El final de las Guerras del Peloponeso trajo un predominio de sistemas políticos y filosofías aristocráticas (PlatónAristóteles), y supuso el declive de la principal estructura estatal griega: la polis. Durante el siglo IV a. C. asistimos a una profunda recesión económica (tierras arruinadas, redes comerciales en crisis, aumento de la piratería, descenso de los excedentes, y los niveles de autoconsumo); se radicalizan las diferencias sociales; se generalizan formas de trabajo dependientes como la esclavitud; aumentan los movimientos migratorios de poblaciones empobrecidas, y ante la crisis de la polis se desarrollan los ejércitos de mercenarios, rompiendo la célula básica de las sociedades políticas: campesino (oikos) -ciudadano-soldado. En este contexto se desarrollan nuevos sistemas sociopolíticos aristocráticos, como las tiranías menores, y en Grecia se sucederán diversas fases de hegemonía político militar (espartana, beocia, tebana) que abonarán el terreno para la irrupción de una nueva potencia hegemónica: Macedonia.

El reino de Macedonia, bárbaro para los griegos, se había mantenido al margen del desarrollo histórico helénico hasta la llegada del monarca Filipo II, que emprenderá un proceso de unificación interna y expansión (Tracia, Iliria, Grecia) que culminó con la firma del Tratado de Corinto (338 a. C.), por el que Macedonia pasaba a controlar la Federación Panhelénica, gobernada por el consejo del Sinedrión, supuestamente formada para luchar contra los persas.

Tras su muerte, su hijo, el joven Alejandro de Macedonia (Magno), cuyo pedagogo fue Aristóteles, se hace con el poder (336 a. C.), se proclama protector del Oráculo de Delfos, controla la Federación Panhelénica y forma un gran ejército con el propósito de derrotar al Imperio Persa de Darío III y crear un «Imperio Universal». Las victorias militares, la desunión de los persas y la deserción de las satrapías (provincias de Persia) y la política sincretista e integradora de Alejandro le permitieron formar un inmenso imperio oriental que llegó hasta la India. Cuando se disponía a continuar sus conquistas hacia Occidente, muere (223 a. C.) y el imperio se divide entre sus generales y sus descendientes, abriendo el período helenístico.