La isla es altamente dependiente de la ayuda internacional para el desarrollo; pues además Haití se encuentra incluido en el programa del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para los países en vías de desarrollo más endeudados del mundo.
HAITI. CRÓNICA DE UNA MUERTE CRÓNICA. Los desastres naturales acaecidos en la isla caribeña recientemente, se suman a toda la calamidad social, política y económica que constantemente afronta el primer país que logró independizarse en Latinoamérica. No solo eso, sino que fue también el primer país en el mundo, que logró abolir la esclavitud a través de la rebelión de su propia población sometida.
Tal parece que la osadía de proclamar su independencia del yugo francés en 1804, y su gran logro revolucionario, como país pionero y gran ejemplo para sus colegas subregionales, ha implicado para sus habitantes, una maldición perenne, que cada día los rompe más como nación.
Según datos de The World Factbook, Haití es la economía más pobre de todo el hemisferio occidental, teniendo a más del 60% de su población por debajo del umbral de la pobreza. Se encuentra en el lugar 166 mundial, en términos de Producto Interno Bruto (PIB) general y en el lugar 198 en el PIB Per Cápita.
Su capacidad para atraer inversión extranjera directa, es mínima, por la inviabilidad para hacer negocios, sumado a la poca infraestructura disponible y los constantes embates naturales y políticos que azotan a la nación. Sus sectores productivos más destacados son la agricultura y la pesca, además de los servicios; sin embargo, el país destaca por la corrupción, y por ende, la erosión devastadora de sus suelos y la deforestación, lo que incentiva el encarecimiento y la fragilidad de su eficiencia productiva.
Ante estas condiciones generalizadas, la isla es altamente dependiente de la ayuda internacional para el desarrollo; pues además Haití se encuentra incluido en el programa del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, para los países en vías de desarrollo más endeudados del mundo.
HAITI. CRÓNICA DE UNA MUERTE CRÓNICA. Haciendo un recuento de los diversos sucesos que han tenido que afrontar a través de los años – empezando por la invasión estadounidense en 1915 y un par de dictaduras intermedias-, habría que destacar que, después del derrocamiento de su primer presidente electo por voto universal (Paul Magloire) en 1956, se dio una escalada de gobiernos militares y provisionales que debilitaron fuertemente la estructura institucional interna.
Inició con Francois Duvalier, quien, autoproclamado como presidente vitalicio (1957 -1971, a su muerte heredó el poder a su hijo Jean-Claude, quien mantuvo el mismo sistema dictatorial que su padre, hasta 1986, año en que finalmente la dinastía familiar fue derrocada por un golpe de estado y el hijo-dictador tuvo que exiliarse.
Tan solo un par de años después, el primer presidente democráticamente electo en tres décadas (Leslie Maigat), de igual forma fue derrocado por medio de un golpe de Estado a tan solo 4 meses de haber asumido el poder.
Posteriormente, tras una serie de gobiernos interinos que sumaban puntos a la inestabilidad política de Haití, en 1991 se perpetró un nuevo golpe, contra el recientemente electo presidente Jean-Bertrand Aristide en 1991, quien pudo retomar el poder en el 2001.
Sin embargo, tres años más tarde renunciaría al cargo, debido a las masivas protestas en su contra, por su muy cuestionada elección presidencial, la crisis económica que azotaba al país y la evidente corrupción persistente en el orden político. La propia ONU tuvo que intervenir para estabilizar el caos y la violencia interna.
La dinámica pero nada alentadora realidad política haitiana, tuvo su tiro de gracia en enero del 2010, cuando se suscitó el terremoto más devastador de la historia reciente de este debilitado país caribeño. Su epicentro fue cerca de la capital, y fue de magnitud 7 en la escala Richter, con un estimado de un millón de personas damnificadas y 300mil muertes.
HAITI. CRÓNICA DE UNA MUERTE CRÓNICA.La devastación fue tal, y la ayuda internacional tan parcial, que los haitianos empezaron a emprender una huida masiva de su país.
El éxodo migratorio se expandió por América Latina; principalmente en países como Brasil; que demandaba fuerza laboral (mano de obra barata), para la construcción de la infraestructura básica del Mundial de Futbol 2014, a celebrarse en territorio carioca. Hoy, esa inmigración haitiana en Brasil, vuelve masivamente a emprender la huida hacia el norte del continente, en busca de mejores oportunidades de vida, ya que con la pandemia, las escasas oportunidades laborales en el gigante sudamericano; por decir lo menos, ya no los favorecen.
En el 2016, Haití volvió a ser sacudido, pero ahora por el huracán Matthew, categoría 5, que dejó más de 800 muertos y miles de desplazados; además de una gran devastación, en un país tan frágil, que de por sí, no había podido recuperarse del sismo del 2010.
Ese mismo año del huracán, tomó la presidencia el empresario Jovenel Moise, quien apenas el pasado 07 de julio del presente año, fue asesinado a tiros en su propia casa.
Sin saber a ciencia cierta los motivos del magnicidio, que apuntan por supuesto a una afronta política entre adversarios, los haitianos apenas trataban de sobreponerse a este duro golpe y su gran crisis institucional con un poder ejecutivo acéfalo, mientras otro gran terremoto sacudía a la isla apenas el pasado 14 de agosto, con un saldo aproximado de 1,400 personas fallecidas y 7mil heridos.
No podemos entender tal vez, cómo pueden darse tantos fenómenos naturales en el mismo espacio, pero lo que sí podemos deducir, es que si Haití fuera una nación menos frágil institucional, política y socialmente, estos embates no serían tan devastadores. Se contaría con una infraestructura más sólida y una reacción gubernamental más efectiva.
HAITI. CRÓNICA DE UNA MUERTE CRÓNICA.No podemos imaginar tampoco, el dolor, la frustración y la impotencia que debe sentir la población de este pueblo hermano, ante tanta calamidad acumulada y manifestada en tan poco tiempo; pero lo que sí debemos, es asumir la empatía y la solidaridad para sacar adelante, entre todos, a esta pionera nación, que llegó a ser un gran ejemplo inspirador para todos nosotros. Haití es responsabilidad de todos.
Por Rebeca Rodríguez Minor. Maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos). Doctorado en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Co-autora del libro La reconstrucción de la política exterior de México: principios, ámbitos y acciones, de Jorge Navarrete (coord.) editado por la UNAM. Profesora Investigadora de la Universidad Anáhuac. rebeca.rodriguez@anahuac.mx