Hasta hace poco más de un año, era “la esperanza joven” de la política mundial.
Al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, lo llamaban el “Paris Hilton” de la política canadiense, la “mejor apuesta” del “mundo libre”, el “primer gobernante de la era de Instagram”…
Y en su país -sobra decirlo- era toda una sensación: el inteligente uso de su imagen y de las redes sociales no solo lo hizo convirtió en uno de los políticos más populares de la historia de la nación, sino que comenzó a ser visto como una alternativa ante el ascenso global de la extrema derecha y el discurso de Donald Trump.
Pero cuatro años después de su llegada al poder, son muchos los que aseguran que el conocido como “mito Trudeau” y su luna de miel con la política canadiense parece haber llegado a su fin.
Los escándalos por presunta corrupción que salpicaron a miembros de su gobierno desde inicios de este año no solo mermaron notablemente su nivel de aceptación popular, sino que también le han puesto cada vez más difícil su intención de repetir mandato tras las elecciones del próximo 21 de octubre, apuntan analistas.
Y, por si fuera poco, ahora se vio envuelto por una nueva polémica.
Varias fotografías y videos publicadas esta semana y que lo muestran en su juventud con la cara y las manos pintadas de negro provocaron un gran revuelo en el país, donde ese tipo de disfraces es visto como un símbolo racista.
El primer ministro se disculpó públicamente y consideró un “error” haberlo hecho, pero no logró calmar los ánimos ni acallar las voces de políticos de la oposición que incluso pidieron su renuncia.
Opiniones divididas
En la calle, las opiniones sobre esta polémica están divididas.
“Honestamente, creo que no es un problema. Creo que en 2001 (año en que Trudeau se tomó la foto) las sensibilidades eran diferentes”, le dijo a la BBC una joven de raza negra en Toronto, Canadá.
“Me quedé muy decepcionada. Y al mismo tiempo, reconozco que muchos de nosotros, las personas blancas, tenemos que echar un vistazo a cosas que hicimos en el pasado y que eran racistas, así que Justin no es el único”, dijo otra mujer.
La última encuesta del Instituto Angus Reid en Canadá apunta a que los canadienses destacan “tolerancia y compasión” como las principales cualidades de su primer ministro.
Por ello, está por ver cómo afectará sobre esta percepción la publicación de las imágenes. Shachi Kurl, encuestadora del este instituto, le dijo a la BBC que las fotos podrían ser una “gran bala de cañón” que podría golpear en el núcleo de la imagen de Trudeau.
Sin embargo, no es la primera vez que Trudeau se ve envuelto en polémicas similares: durante su viaje a India el año pasado, el mandatario fue duramente criticado por utilizar vestimenta típica del país asiático y considerarlo como una falta de respeto a las tradiciones locales.
Pero ¿qué llevó a que la figura de Trudeau, uno de los políticos canadienses más populares de todos los tiempos, perdiera buena parte de su apoyo en cuestión de meses?
Los inicios
Trudeau llegó al poder en un momento en el que buena parte de Canadá buscaba un cambio radical y un rostro joven al frente del país, luego de casi una década de gobierno del conservador Stephen Harper.
“Había un fuerte sentimiento de necesidad de cambio, de deshacerse de Harper, de los conservadores y salir adelante”, le dijo a la BBC la politóloga Laura Stephenson, profesora de la Universidad de Western en Canadá.
Según la experta, la primera campaña por el gobierno federal de Trudeau estuvo llena de promesas audaces: legalizar el cannabis recreativo, traer al país a 25.000 refugiados sirios, revisar el sistema electoral del país…
Y los votantes respondieron de forma positiva a su campaña y al profundo contraste que marcaba con la era de Harper.
Muchas de sus promesas fueron cumplidas a los pocos años. Logró una reforma tributaria: aumentó los impuestos a quienes ganan más de US$150.000 y los redujo para la clase media y personas con menores ingresos.
Apostó por la defensa de los temas de género, impuso un impuesto al carbono, legalizó el suicidio asistido, aceptó refugiados sirios cuando otros países no lo hicieron, mantuvo el desempleo a un nivel bajo y manejó hábilmente la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
A la vez, un uso estratégico de sus políticas y las redes sociales lo volvieron un político conocido en todo el mundo, subraya Stephenson.
Así, pronto se convirtió en uno de los políticos más populares de la historia canadiense y en un abanderado de las causas liberales.
Popularidad en picada
Según Stephenson, aunque Trudeau tiene un historial de logros que en principio le permitiría seguir en el poder -gracias también a su habilidad a la hora de promocionar lo conseguido por su gobierno- los resultados concretos de su gestión en cuatro años son mixtos.
Una encuesta realizada el pasado mes de agosto por el Instituto Angus Reid de Canadá indicó que aproximadamente el 60% de la población canadiense desaprueba su gestión, mientras que sus niveles de aceptación rondaban el 30%.
Esa última cifra es menos de la mitad de la que tenía su predecesor al finalizar su mandato y una de las más bajas en la historia democrática canadiense.
Según Stephenson, varios factores conllevaron al creciente desencanto de la población, entre ellos el propio “mito” creado en torno a su figura.
“En retrospectiva, parece predecible que una marca tan bien diseñada, tan simbólica y emotiva, fomente idealizaciones que en realidad ningún político pueda igualar“, escribió sobre Trudeau el diario británico The Guardian.
Pero, entre esos varios factores, el gran quiebre en su popularidad ocurrió sin duda durante la pasada primavera.
Un escándalo de corrupción llevó a varios funcionarios de su gabinete a renunciar tras ser señalados de querer influir para entorpecer un juicio penal que enfrenta la firma ingeniería canadiense SNC-Lavalin, una de las más importantes del país.
De hecho, el mes pasado, una instancia de vigilancia ética consideró que el primer ministro había violado las reglas federales de conflicto de intereses al tratar de influir en la decisión sobre la realización del juicio.
Para muchos, según señala Stephenson, esto fue la gota que comenzó a desbordar la copa del desencanto, aunque no la única.
La analista enumera algunos de los proyectos de Trudeau que se quedaron en palabras o no lograron estar al nivel de lo que prometió en su día, como por ejemplo:
- Legalizó la marihuana, pero rechazó la petición de eliminar las penas de los condenados por posesión simple.
- Nombró un gabinete con equilibrio entre hombres y mujeres, pero se negó a reformar el sistema electoral del país, lo que habría permitido a más mujeres llegar al Congreso.
- Prometió impulsar la lucha contra el cambio climático, pero apoyó la expansión del oleoducto Trans Mountain que lleva petróleo crudo y refinado desde Alberta hasta la costa de Columbia Británica y que es visto como una amenaza por varias comunidades originarias.
Además, Canadá tampoco está en camino de cumplir para el año 2030 su objetivo plasmado en el Acuerdo de París de reducir sus gases de efecto invernadero en un 30% por debajo de los niveles de 2005.
Para el líder opositor canadiense Jagmeet Singh, el gobierno de Trudeau ha estado lleno de “palabras bonitas y promesas vacías“, y asegura que esto ha generado tal descontento que hizo que su popularidad cayera a más de la mitad de la que tenía en 2016.
“El mayor enemigo” de Trudeau
A un mes de las elecciones generales en el país muy pocos se aventuran a dar por seguro qué pasará el 21 de octubre.
Desde 1939, los primeros ministros canadienses han repetido generalmente en sus cargos por un segundo mandato.
Las posibilidades de Trudeau son inciertas, pero en los mejores escenarios los medios canadienses vaticinan que necesitará formar un gobierno de coalición.
Las encuestas indican que los liberales siguen teniendo un liderazgo en regiones decisivas como Quebec y Ontario, dos provincias que representan 199 de los 338 escaños en la Cámara de los Comunes.
Pero de acuerdo con Stephenson no solo son los “débiles” resultados de su gestión los que ahora juegan en contra del primer ministro.
Los canadienses siguen esperando un cambio. Y, de acuerdo con la experta, el mayor enemigo que ahora tiene Trudeau es… el propio Trudeau.
“Ya no es más ‘la nueva cara’. No sabemos cómo va a saber jugar con esa realidad”, afirma.
Con información de la BBC