¡Cómo cambió el panorama en Q. Roo! Apenas terminó la elección del 5 de junio, se notó un ambiente radicalmente diferente. Chetumal, nuestra capital, sacó la casta: gracias a su nutrida participación en las urnas, definió lo que la mayoría deseaba en silencio: que quienes habían gobernado por los últimos doce años, se fueran lejos, muy lejos. Pero todo era incierto. ¿Ganaría el candidato opositor? ¿Realmente tendría oportunidad al enfrentarse a la fuerza del sistema? Ahora, en retrospectiva, se percibe que pocos en el gobierno preveían los resultados: perder ni más ni menos que la gubernatura. Quizá había sido tan sencillo arrasar en las últimas elecciones (ganar 10 municipios y la mayoría legislativa), que repetir la escena se daba por hecho. Despensas por aquí, dinero por allá, amenazas más allá. Lo de siempre pues.
¡Y quién lo iba a decir! Al ganar Carlos Joaquín, se movió todo el escenario. Tanto así que los desatinos no tardaron: un Congreso que se tuvo que esconder en hoteles para modificar leyes a conveniencia; nombramientos innombrables, insólitos; aprobaciones fast track de cuentas públicas, guaruras por 15 años, en fin, tanto cinismo fue demasiado, aún para lo que setenta años de PRI nos acostumbró.
Por primera ocasión, ciudadanos de Chetumal, Cozumel, Cancún y Carrillo Puerto, se manifestaban en contra del llamado “kit de impunidad, rechazaban el blindaje”. Por primera ocasión en estos sitios, se atacó con gases lacrimógenos a ciudadanos que pacíficamente se manifestaban. Por primera vez, se sabía públicamente, a través de redes sociales, que miles de personas estaban muy, pero muy indignadas con el gobierno estatal y que estaban dispuestas a salir a protestar y a lo que fuera necesario. Y no era para menos el silencio de 6 años: la represión, tanto en el sector público como privado, era lo cotidiano, el miedo, una constante lamentable.
Pero, como todo en la vida, siempre hay algo bueno en lo sucedido. Gracias a tanto desatino y a tanto cinismo, estoy segura que se creó una conciencia colectiva de la forma en que los servidores públicos deben gobernar. Sí, creo ahora somos más, muchos más, quienes estamos interesados en el actuar de los políticos.
Una de las lecciones de esta coyuntura, es que necesitamos hacer un marcaje personal a cada Legislador, Regidor, Alcalde, Gobernador, etc. para que sientan la presión ciudadana y vayan más “derechito”. Así lo hacen en países donde sus ciudadanos están más involucrados en temas públicos, son más exigentes y por consiguiente, su calidad de vida es más alta. Sigamos en la vorágine, no volvamos a la comodidad de no querer saber nada; nunca más repita alguien eso de “a mí no me interesa la política”. ¡Que no sea solo la Primavera Chetumaleña, sino la Primavera Quintanarroense.