La tenacidad mental es algo más que una actitud ante la vida

Nadie llega a este mundo con esa capacidad innata para sobreponerse a cualquier adversidad, esa con la cual alcanzar cualquier meta o propósito

 
La fuerza de voluntad que impregna esta dimensión psicológica se entrena, se adquiere con la experiencia y con elevadas dosis de perseverancia. Capacidad de desafío, autocontrol, confianza.
Son muchas las dimensiones que edifican este tipo de mentalidad, desde el campo de la psicología nos señalan algo importante: todos podemos desarrollar esta competencia tan valiosa y necesaria.
Así mismo, la persona tenaz no se define solo por esa disposición con la que intentar alcanzar el éxito en su trabajo o conquistar un objetivo.
La tenacidad es, a su vez, el aliento de la superación y el bienestar con uno mismo.
Tiene por tanto, un componente que se vincula directamente con la autoestima y que favorece nuestro sentido de autorrealización. Es percibir que somos capaces de conseguir aquello que nos proponemos, es sentirnos dignos, valiosos y capaces de dar forma a la vida y a realidad que deseamos.
La fortaleza contenida en eso que llamamos ser tenaz es, posiblemente, la competencia más valiosa que pueda tener el ser humano. Sin embargo, no siempre nos la enseñan en la escuela, no siempre nos dan pautas para saber cómo despertarla.
A menudo, hacemos uso de ella porque nos la han transmitido nuestros padres, porque determinadas figuras nos han inspirado y guiado para aplicar con efectividad esos recursos que conforman la tenacidad mental.
La persona tenaz es aquella que se niega a sentirse derrotada.
Es también, ese corazón que aún siendo consciente de que está agotado, de que la vida le ha dado más de un golpe, se niega a perder la ilusión y el amor propio.
Debemos por tanto tenerlo muy presente: sin autoestima no hay chispa, sin esta no encenderemos el motor de la tenacidad mental.
¿Cómo puedo potenciar mi tenacidad psicológica?
Autocuidado: La tenacidad psicológica requiere, que nos sintamos bien con nosotros mismos. De ese modo, es crucial que nos atendamos, que fortalezcamos nuestra autoestima, que apaguemos miedos e inseguridades, que clarifiquemos propósitos, necesidades internas, etc.
Actitud. La persona tenaz entrena su actitud y esa disposición fuerte y optimista que le permite encarar el día a día con solvencia.
Hábitos basados en la tenacidad. En nuestras jornadas debemos empezar a aplicar pequeñas rutinas que nos ayuden a fomentar la tenacidad mental. Ello implica, por ejemplo, ser capaces de lograr pequeños objetivos sin rendirnos, siendo perseverantes.
También es importante, que aprendamos técnicas de resolución de problemas, aplicando a su vez, una mentalidad flexible, creativa e intuitiva para saber apreciar oportunidades.
No perdamos de vista esta maravillosa piedra angular psicológica que nos ayudará a trazar destinos más felices y sobre todo, ajustados a nuestros sueños y necesidades.