Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna, mientras que los ingresos del 99 % de la población mundial se habrían deteriorado a causa de la C
DESIGUALDADES MATAN. RESUMEN DEL INFORME DE OXFAM — ENERO DE 2022
Los diez hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna, mientras que los ingresos del 99 % de la población mundial se habrían deteriorado a causa de la COVID-19. Las crecientes desigualdades económicas, raciales y de género, así como la desigualdad existente entre países, están fracturando nuestro mundo.
Esto nunca ha sido fruto del azar, sino el resultado de decisiones deliberadas: la “violencia económica” tiene lugar cuando las decisiones políticas a nivel estructural están diseñadas para favorecer a los más ricos y poderosos, lo que perjudica de una manera directa al conjunto de la población y, especialmente, a las personas en mayor situación de pobreza, las mujeres y las niñas, y las personas racializadas. Las desigualdades contribuyen a la muerte de, como mínimo, una persona cada cuatro segundos.
No obstante, tenemos la oportunidad de reformar drásticamente nuestros modelos económicos para que se basen en la igualdad. Podemos abordar la riqueza extrema aplicando una fiscalidad progresiva, invirtiendo en medidas públicas de eficacia demostrada para eliminar las desigualdades, y transformando las dinámicas de poder dentro de la economía y la sociedad. Si mostramos la voluntad necesaria y escuchamos a los movimientos que están exigiendo cambios, podremos crear una economía en la que nadie viva en la pobreza, ni tampoco en una riqueza inimaginable: una economía donde las desigualdades dejen de matar.
© Oxfam Internacional, enero de 2022
Autor principal: Nabil Ahmed
Autoras y autores contribuyentes: Anna Marriott, Nafkote Dabi, Megan Lowthers, Max Lawson y Leah Mugehera. Responsable de la comisión del informe: Dana Abed
Las desigualdades matanSe requieren medidas sin precedentes para acabar con el inaceptable aumento de las desigualdades por la COVID-19Resumen |
Traducido del inglés por Sandra Sánchez-Migallón de la Flor y Cristina Álvarez y revisado por Alberto Sanz Martins y Pablo Andrés Rivero Morales.
PRÓLOGOJayati Ghosh daba clases de Economía en la Universidad de Jawaharlal Nehru, en Nueva Delhi (India), y actualmente es catedrática de Economía en la Universidad de Massachusetts en Amherst (Estados Unidos). Es miembro del Consejo de la Organización Mundial de la Salud sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos.Esta es la dura realidad que la pandemia ha puesto de manifiesto. El acceso desigual a ingresos y oportunidades no solo crea sociedades injustas, enfermas e infelices, sino que también mata a personas. A lo largo de los últimos dos años, un gran número de personas ha perdido la vida tras contraer una enfermedad infecciosa al no poder acceder a tiempo a las vacunas, incluso cuando dichas vacunas podrían haberse producido y distribuido de una manera más amplia de haberse compartido la tecnología necesaria para ello. Han fallecido porque no tenían acceso a asistencia hospitalaria básica u oxígeno cuando lo necesitaban, debido a las carencias de sistemas públicos de salud infrafinanciados. Han fallecido por la incapacidad de tratar a tiempo otras enfermedades debido a la sobrecarga de los centros públicos de salud, y porque no podían pagar por asistencia médica privada. Han fallecido porla desesperación de perder sus medios de vida. Han fallecido de hambre al no poder comprar alimentos. Han fallecido porque sus Gobiernos no podían ofrecer la protección social básica necesaria para sobrevivir a la crisis, o porque simplemente decidieron no hacerlo. Y mientras perdían la vida, las personas más ricas del mundo no han dejado de enriquecerse, y algunas de las mayores empresas han llegado a obtener beneficios insólitos. La pandemia ha afectado de manera desproporcionada a cientos de millones de personas que ya se encontraban en una situación de desventaja, como las que viven en países de renta media y baja, las mujeres y las niñas, las pertenecientes a grupos socialmente discriminados, o las que trabajan enel sector informal; se trata precisamente de las personas con menos poder de influencia sobre las políticas. Las desigualdades no solo están matando a las personas que tienen menor representación política, sino que también está acabando con el planeta. La estrategia de anteponer los beneficios a las personas no es solo injusta, sino una estupidez monumental. Las economías no “crecerán”, y los mercados tampoco ofrecerán “prosperidad” a nadie, por mucho poder que tenga, en un planeta inerte.Es imprescindible que cambiemos el rumbo. Necesitamos soluciones sistémicas: revertir la desastrosa privatización de las finanzas, los conocimientos, los servicios públicos básicos, y los bienes comunes naturales. Pero también necesitamos políticas fiscales accesibles, como la aplicación de impuestos a las personas más ricas y las multinacionales. Además, debemos revertir las desigualdades estructurales por motivode género, raza, origen étnico y casta que alimentan las disparidades económicas.El presente informe de Oxfam, incisivo y efectivo, deja claro que las desigualdades matan, y que las soluciones están a nuestro alcance. Aún podemos lograrlo con una mayor imaginación colectiva y movilización pública. |
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Abigail E. Disney es directora de documentales, activista, cofundadora de Fork Films y presentadora del pódcast All Ears. También es miembro de Patriotic Millionaires. Durante los últimos dos años, hemos visto morir a personas una y otra vez, a causa del olvido, la indiferencia, la falta de empatía y el hastío. Está claro que ha sido el virus de la COVID-19 lo que las ha matado, pero al igual que cualquier hambruna, esta crisis también es política y está provocada por el ser humano. Al inicio de la pandemia pensé, al igual que otras personas ingenuas, que quizás el hecho de ver con tanta crudeza la injusticia y la crueldad de nuestras estructuras haría que por fin abriésemos los ojos, animándonos a replantearnos cómo se distribuyen los recursos.Pero está ocurriendo lo contrario. Han surgido nuevos milmillonarios, y los que ya lo eran se han seguido embolsando miles y miles de millones más. Empresas como Amazon, en lugar de sentir vergüenza, vieron la pandemia como una oportunidad para seguir enriqueciéndose y redoblaron las estrategias que habían dejado al 40 % de las trabajadoras y trabajadores estadounidenses sin la posibilidad de disponer de los más mínimos ahorros para luchar contra el hambre, el desamparo y una asistencia médica inadecuada, que constituían amenazas inmediatas para estas personasy sus familias. La sociedad ya estaba plagada de grietas cuando surgió la pandemia, y no han hecho más que crecer hasta convertirse en enormes brechas. Estas brechas amenazan la cohesión social y la democracia y, lo que es más importante, presentan una barrera prácticamente infranqueable para cualquier enfoque sólido y eficaz contra la crisis climática, que ahora es una realidad innegable hasta para los más empedernidos negacionistas. Nada de esto ha sido fruto de la casualidad. Décadas de asaltos coordinados a la legislación, las normativas y los sistemas destinados a proteger a la ciudadanía de posibles explotadores nos han dejado una sociedad civil renqueante, un movimiento sindical moribundo, y un Gobierno tan privadode recursos que es simplemente incapaz de recaudar los impuestos que necesita para seguir funcionando. Por lo tanto, las soluciones deben ser igual de deliberadas. Debemos desmantelar las estructuras que perpetúan el letal statu quo y crear otras nuevas que permitan redistribuir la riqueza y el poder de una manera más equitativa. Problemas sistémicos requieren soluciones sistémicas, y no esfuerzos fragmentados para tratar los síntomas en lugar de la enfermedad.La respuesta a todos estos complejos problemas es paradójicamente sencilla: reformar el sistema fiscal. Una reforma fiscal que sea obligatoria, ineludible y ambiciosa a escala internacional es la única manera de arreglar un sistema que no funciona. Sin Gobiernos eficaces que utilicen activamente una enorme cantidad de recursos para revertir estas injusticias, nos adentraremos aún más en el agujero que los más ricos han cavado para el resto.Hay dinero de sobra para resolver la mayoría de los problemas del mundo. Los millonarios y milmillonarios están acaparando estos recursos sin pagar la parte que en justicia les corresponde.Podemos comenzar por reclamar una parte de la nueva fortuna que los milmillonarios han amasado tan absurdamente durante la pandemia. No es tan difícil, ni debería ser algo controvertido. Prácticamente todo el mundo ha |
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tenido que hacer sacrificios en los últimos dos años, por lo que es hora de que los milmillonarios hagan lo mismo, y deben hacerlo inmediatamente. Como pone de manifiesto este informe, no hay tiempo que perder.Muchas de las personas con grandes fortunas que me rodean consideranlas desigualdades como una cuestión abstracta, pero sus consecuencias son devastadoramente reales. Nuestra riqueza no nos llega de una manera aislada, sino que está directamente vinculada al fracaso de nuestro país y del mundo de proporcionar recursos a aquellas personas que más los necesitan. Los milmillonarios han amasado sumas astronómicas de dinero en los últimos dos años, por lo que pueden permitirse pagar más sin ninguna dificultad.Podemos hacer que el mundo sea un lugar mejor. Solo tenemos que encontrar la voluntad política para tomar las medidas necesarias.Grafiti en el centro de Beirut (el Líbano). Foto: Pablo Tosco/Oxfam en MENA |
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LAS DESIGUALDADES MATANLa riqueza de los 10 hombres más ricos se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99 % de la humanidad se habrían deteriorado a causa de la COVID-19.1Las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos. 2CADA SEGUNDO CUENTA123 123 123 123Desde 1995, el 1 % más rico ha acaparado cerca de 20 veces más riqueza global que la mitad más pobre de la humanidad.31 % más rico50 % más pobre Se estima que el promedio de las emisionesindividuales de 20 de los milmillionarios más ricos es 8000 veces superior a la de cualquier persona de entre los mil millones más pobres.5Marzo de 2020 Noviembre de 202110 hombres más ricos Conjuntamente, 252 hombres poseen más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe.1000 millones3,4 millones de personas negras en EE. UU. estarían vivas hoy si tuvieran la misma esperanza de vida que la población blanca del país. Antes de la pandemia de COVID-19, esa alarmante cifra ya se situaba en 2,1 millones.4Población negra en EE. UU.Pandemia8000 veces más20 más ricos1000 millones más pobres |
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