Análisis Político

Los fiscales quieren que el Chapo devuelva más de 12.600 millones de dólares de ganancias

En sus treinta años de trayectoria como uno de los capos de la droga más exitosos y astutos de México, Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como el Chapo, obtuvo tanto dinero por la venta de drogas que en cierto momento llegó a tener un par de yates, una flotilla de aviones Learjet y hasta un zoológico privado con tigres, cocodrilos y panteras.

Su fortuna era de tales dimensiones que apareció en la lista anual de multimillonarios de la revista Forbes en cuatro ocasiones.

Después de que concluyó el juicio celebrado a finales del año pasado y principios de este en Nueva York, los fiscales federales que lograron obtener la condena en contra de Guzmán calcularon la cantidad exacta de sus ganancias, en dólares y centavos. Ahora que la conocen, quieren que el Chapo devuelva ese dinero.

La semana pasada, los fiscales presentaron una solicitud de incautación en contra del capo, en la que describen con gran detalle cómo transformó cantidades impresionantes de drogas en ganancias igual de sorprendentes a lo largo de los años.

Según los fiscales, desde principios de la década de los noventa hasta su arresto en 2016, por manos de Guzmán pasaron casi 600.000 kilogramos de cocaína (con un valor de más de 11.000 millones de dólares), 200 kilogramos de heroína (con un valor superior a los 11 millones de dólares) y por lo menos 420.000 kilogramos de mariguana (con un valor aproximado de 846 millones de dólares).

Total: 12.666.181.704 dólares

Por más asombrosas que parezcan estas cifras, los fiscales subrayaron que solo se trata de cálculos “conservadores” de la cantidad total, todavía desconocida (y que quizá sea imposible determinar), de drogas que Guzmán puede haber traficado durante su lucrativa carrera criminal.

En el documento correspondiente, que consta de doce páginas, los fiscales señalaron que calcularon estas cifras sumando todos los narcóticos entregados a Guzmán por solo unos cuantos de sus muchos proveedores: Juan Carlos Ramírez Abadía, Jorge Cifuentes Villa y Luis Caicedo, conocido como Don Lucho.

Tanto Ramírez como Cifuentes testificaron en contra de Guzmán durante su juicio, con consecuencias devastadoras. No obstante, a pesar de que se declaró culpable en secreto de cargos relacionados con las drogas en Brooklyn —lo cual le habría permitido testificar, al menos en teoría— Caicedo nunca subió al estrado para testificar.

En vez del testimonio de Caicedo, los fiscales incluyeron en la solicitud de incautación una declaración bajo protesta de decir verdad del encargado de sus finanzas, José Yusti Llano, quien proporcionó nueva información acerca de las innovadoras estrategias que empleaba Guzmán, al igual que otros miembros del Cártel de Sinaloa, para pagarle a Caicedo.

Según esa declaración, la organización de Caicedo guardaba un inventario de contenedores de carga en una bodega ubicada en Ciudad de México que estaba a nombre de “empresas aparentemente legítimas”. Cuando Guzmán y sus aliados estaban listos para pagar por la cocaína, detalla la declaración, llenaban los contenedores de efectivo (hasta con 5 millones de dólares) y los enviaban a Colombia.

En este momento todavía se desconoce si el gobierno recuperará alguna parte (y, en tal caso, cuánto) de los casi 12.700 millones de dólares que ha exigido que pague Guzmán.

Los fiscales nunca han revelado al público si saben dónde guardaba Guzmán sus activos, y durante el juicio se ofrecieron pocos testimonios sobre el tema; solo se mencionaron de paso algunas casas y apartamentos en México en los que en cierto momento se almacenaron hasta 30 millones de dólares.

Como se indica en la misma solicitud de incautación, Guzmán era muy hábil para lavar dinero. Ocultó parte de sus ganancias en el sistema bancario, otra parte en una aseguradora administrada por uno de sus socios y otra en tarjetas de débito emitidas por una empresa de Colombia llamada Monodeaux.

El capo verá muy limitados sus ingresos en el futuro, puesto que pronto irá a prisión por el resto de su vida. La solicitud de incautación se presentó como parte de su sentencia, que está programada para el 17 de julio ante la Corte Federal de Distrito de Brooklyn. Guzmán permanece bajo custodia en el ala de alta seguridad de la cárcel federal de Manhattan.

El 3 de julio, el juez Brian Cogan, quien se ha encargado del caso desde el principio, denegó una moción presentada por los abogados de Guzmán en la que solicitaban un nuevo juicio. La moción se presentó en respuesta a la publicación de un artículo en Vice Media, unos días después de que se dio a conocer la condena de Guzmán, según el cual un miembro anónimo del jurado le dijo a un periodista de Vice que varios integrantes del pánel habían leído relatos del juicio en los medios a pesar de que el juez les había ordenado no hacerlo. El miembro del jurado también afirmó que esas personas le habían mentido al juez Cogan cuando les preguntó si habían obedecido sus instrucciones.

Debido a la seriedad de sus delitos, es seguro que Guzmán reciba cadena perpetua, por lo que no habrá muchas preguntas pendientes cuando se presente ante el tribunal para escuchar la sentencia. De cualquier forma, sí es posible que ocurra algo dramático.

Durante el juicio, el capo declinó la oportunidad de testificar. Sin embargo, como cualquier otro acusado, tiene derecho a hablar cuando se le dicte sentencia.

Si lo hace, podría aprovechar el espacio más prominente que ha tenido hasta ahora para describir su vida y, quizá, incluso sus delitos.

Por Alan Feuer con información The New York Times en Español

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