Miedo a envejecer y temor a la soledad

El envejecimiento es un proceso en el que se producen una serie de cambios desde el punto de vista biológico, social y psicológico. En este proceso, que comienza a partir de los treinta años aproximadamente, se va reduciendo la capacidad de las funciones biológicas y fisiológicas y empezamos a notar, los primeros cambios físicos.

La fobia a la vejez es un miedo generalizado que afecta todos los ámbitos de la vida del adulto, y puede provocar desde un estancamiento personal hasta cuadros depresivos. No es fácil llegar a la vejez, pero hay que asumirlo y valorar la invaluable riqueza espiritual que tiene esta avanzada etapa de la vida.
El temor a la soledad, a quedarse solo porque los hijos se han ido del hogar o por haber enviudado, es una de las grandes preocupaciones de las personas cuando se aproximan a la vejez. Plantearse la vida de forma distinta a lo acostumbrado e imaginársela con achaques y limitaciones físicas, además de la incertidumbre de lo que el futuro nos deparará, es uno de los mayores temores de todo ser humano.
La vida es tan natural como la muerte, y la vejez es una etapa más, es inevitable en el  ciclo vital. Resistirse al paso de los años es un empeño inútil, y también peligroso para nuestro bienestar si se transforma en un miedo generalizado que se conoce como Síndrome de Gerontofobia, o temor a envejecer.
Evitar con afán todo signo del inexorable paso de los años podría ser un rasgo de quienes padecen este síndrome. Como todas las fobias, este miedo a la vejez se generaliza a todos los ámbitos de la vida. Quien padece este síndrome evita cualquier signo que delate la vejez. Evita las canas y arrugas, el deterioro y las limitaciones propias del envejecimiento, no tolera perder el vigor físico o sexual.
Tres factores son los que influyen en este miedo generalizado a ser viejos: el culto social a la juventud, nuestras presiones internas y el estrés mal conducido.
Entre las presiones internas que conducen a la Gerontofobia podemos mencionar la ansiedad, la negación a los signos de vejez y el temor a perder la autonomía. 
Un proceso interno clave para enfrentar la vejez es haber vivido y no saltado ninguna etapa previa, como la niñez o juventud. Si alguna de ellas no se vivió de manera íntegra ya no se puede volver atrás. Un retorno a etapas pasadas puede ser un riesgo. 
La integración siempre va hacia delante, hacia la siguiente etapa que es nuestro desafío. No podemos buscar el sol en la noche, ni paisajes de primavera en otoño. Si un adulto se obsesiona con etapas pasadas, no podrá entrar a la vejez de forma natural y se frustrará. 
Cuando nos empeñamos en torcer nuestra naturaleza es mayor el deterioro, alterar el ciclo vital nos puede llevar incluso a deterioros mayores como la demencia o el alzheimer.
Cuando alguien hace todo lo posible por no envejecer vive estresado  y frustrado todo el tiempo. 
El estrés se debe tomar como un desafío positivo ante el paso de los años y no como una amenaza negativa que nos provoque temores e inseguridades.

Sólo unos pocos pueden ver lo privilegiados que son cuando son viejos. Los que aman su trabajo seguirán trabajando hasta el último día, pero medio tiempo, otros descubrirán algo nuevo para hacer, porque han podido cambiar su perspectiva, porque están satisfechos de lo que han hecho y han sido, porque se han sabido ubicar y pueden disfrutar de una vida más plena.

Éstos son los que pueden darse cuenta que la vejez es la mejor edad, la edad de la cultura, de poder hacer lo que les gusta, de haber terminado de criar niños y de preocuparse por ellos, porque les ha llegado por fin, la hora de pensar sólo en ellos.
Claves para envejecer bien.
-Aceptar las pérdidas de la etapa previa para dar paso a lo nuevo, el cambio.
-Adaptarse a las disminuciones físicas, saber compensar pérdidas con ganancias.
-Encontrar medios en el presente para recuperar y reorganizar la autoestima.
-No estancarse en el pasado con una visión nostálgica.
-Aprender a cambiar el ritmo, el de un adulto no es el mismo de una persona mayor.
-Dar más vida a los años y no más años a la vida.
Tener una actitud positiva es muy importante para enfrentar la vejez, es aprender a perder, para así también ganar otras cosas. Al pasar de una etapa a otra es inevitable perder, como en este caso la potencia física o altos niveles de productividad. Pero también se gana, al paso de los años adquirimos virtudes tan preciadas como sabiduría, amplitud de mirada o templanza. Etc.
Es importante también tener una actitud comprometida con la vida, procurar la calidad de vida permaneciendo activos física y mentalmente. Debes estar dispuesto/a y no cerrarte a este cambio de vida. Saber envejecer es la obra maestra de la sabiduría del adulto y una de las partes más difíciles del arte de vivir. 
Saber evolucionar y adaptarse al paso del tiempo es fundamental para poder enfrentar el futuro y disfrutar de cada etapa de la vida. No debemos aferrarnos de forma exagerada al pasado, sino que debemos dar paso a la nueva etapa que se aproxime y aprender a disfrutar de ella aprovechando la experiencia y sabiduría que sólo da el paso de los años.
No creas en ciertos mitos, como que con la vejez se pierde salud, autonomía y alegría de vivir. 
Aprender a pedir ayuda y no sentirse cabizbajo  por la dependencia es vital para envejecer bien, también asumir las limitaciones propias del paso de los años. 
Si te encuentras en una situación parecida y te causa molestia envejecer, busca ayuda psicología para que puedas salir adelante.