Cuestionada hasta la raíz, la educación en México ha enfrentado una realidad contundente: la necesidad de una mejora sustancial y continua que permita rebatir no solo el publicitado rezago comparativo que ha puesto un estigma y desatado una paranoia educativa en nuestro país, donde la calidad de los servicios se ha puesto en duda y en primer plano, muy por encima de la misión esencial que es, al igual que en todas las naciones, formar a las nuevas generaciones de ciudadanos.
En este marco; se hace entonces necesario dotar a los niños y jóvenes de las herramientas técnicas y humanas funcionales que les permitan desenvolverse con aptitud y actitud en los retos que la vida les vaya planteando, no sólo educativos o profesionales; sino personales, deportivos, artísticos y todos aquellos, que de acuerdo a las exigencias del mundo globalizado, los hagan ciudadanos universales.
Con el inicio del nuevo siglo, hemos presenciado un crecimiento exponencial de las tecnologías de información y comunicación, que nos ha ubicado en el umbral de una nueva era humana, donde el conocimiento juega un papel esencial, ilimitado y más allá de lenguajes o credos.
Esta dinámica ha cambiado la perspectiva de la educación en todo el planeta, exigiendo de escuelas, profesores, alumnos y personal de apoyo, una sincronía que permita obtener lo mejor de cada niño y joven que ponga un pie en el aula e incluso, fuera de ellas.
El modelo educativo por competencias y habilidades, se ha diversificado y adaptado a las necesidades de cada país y región, derivando en estrategias específicas que han representado un cambio notable en las estructuras educativas; las instituciones formativas han tenido que adaptarse a este cambio en busca de brindar a sus estudiantes un perfil que al egreso les permita ser competitivos, manejar tecnología, dominar idiomas, resolver problemáticas operativas y manejar armoniosamente grupos humanos o de trabajo.
Escuelas de calidad; como la Universidad Interamericana para el Desarrollo, sistema educativo que surgió con el inicio del presente siglo de la visión progresista de educadores y empresarios; se han ocupado en sintetizar las necesidades antes mencionadas y ofrecer un modelo educativo donde los estudiantes reciban el balance adecuado entre la teoría, la práctica,
el humanismo y la formación del espíritu emprendedor; que les permita al egreso dominar la rama del conocimiento que estudiaron; pero también ejercer un liderazgo positivo y eficiente que transforme el ambiente laboral donde se desenvuelvan.
Volver al origen
El vuelco que ha dado la educación a nivel mundial, es un fenómeno interesante no sólo por su velocidad y proceso de adaptación vertiginoso; sino porque retoma elementos humanistas y virtuosos que permiten redescubrir la misión educativa, replantearla, reconstruirla y sobre todo, darle la real importancia que desde hace milenos tiene en la humanidad: preparar a los más jóvenes para enfrentar el mañana.
Este afán en hacer a los jóvenes competentes en la teoría, el desarrollo tecnológico y empresarial, y en las habilidades humanas, está centrado en lo que ahora conocemos como aprendizaje colaborativo: el maestro, es un guía, un ejemplo, el tutor que dirige y acompaña al aprendiz a adquirir las habilidades mencionadas, pero además a reflexionar el resultado de sus acciones y decisiones, dotándolo de la seguridad personal para respaldar su propio conocimiento y la aplicación del mismo al campo laboral.
A la usanza de los remotos filósofos, escultores y pintores; los maestros del siglo XXI, transmiten a cada generación lo mejor de sus propias experiencias, pero a la vez continúan creciendo como especialistas con las aplicaciones prácticas y cuestionamientos que sus propios aprendices les plantean;
esto hace lógicamente que la cátedra sea más humana pero a la vez mas rica en cada ciclo de la enseñanza, apoyados por las herramientas tecnológicas y de información que favorecen el entendimiento del mundo globalizado.
El estudiante entonces, participa de su propia formación profesional: investiga, cuestiona, reflexiona, comparte con similares en el aula y en el mundo, dando un doble beneficio a su preparación; tomar conocimiento fresco, procesarlo y devolverlo al entorno casi de inmediato,
logrando con ello un aprendizaje personal y colectivo; pero además, estar listo para saber resolver un problema personal o profesional con las herramientas necesarias, las que provienen de su propia seguridad como ente pensante.
Profesores, empresarios, gobiernos y ciudadanos tenemos el compromiso de perfeccionar el aprendizaje colaborativo, de optimizarlo para alcanzar el ideal de una sociedad justa; donde la verdadera competencia sea el lograr mejores soluciones para el colectivo;
ya que según se ha previsto, el nuevo milenio tiene preparados para la humanidad nuevos retos científicos, climáticos alimenticios y de exploración de otros mundos, por citar algunos; que requerirán de seres humanos cada vez más y mejor preparados.
Nuevos Modelos Educativos: la importancia del saber hacer
MODELOS EDUCATIVOS